El transfuguismo político ni es venezolano ni actual, porque su existencia es consustancial con la lucha política y, en particular, la lucha de clases en la etapa histórica del dominio burgués y el avance del Socialismo, en la medida en que, la agudización de la lucha de clases, no solo moviliza las posiciones de los seres humanos en razón de sus origen e intereses clasistas, sino en los principios éticos y las bajezas humanas de quienes incursionan en la política carentes de un solidez moral que sobreponga los supremos intereses del pueblo y la República, por encima de sus mezquinas aspiraciones personales.
Para justificar su inmoral conducta, el “transfuguismo”, apela a lo circunstancial y formal del proceso y sus dirigencia y proclama rebiosamente las ideas y posiciones originales que le dieron el Poder que usufructa en nombre del pueblo y la revolución, mientras evita debatir sobre fondo de las razones que pudieran explicar su incomprensible cambio de posiciones, tratando de manipular y engañar al pueblo y a los militantes del partido y evitar el juicio de sus excompañeros y mucho más, de la historia.
El transfuguismo se reviste de un discurso de radicalidad política, pero en los hechos, ablanda sus posiciones en favor de los enemigos del proyecto político que dice sostener y defender. Calcula en el espacio, el tiempo y las personas, sus posibilidades de alcanzar sus mezquinos y egoístas intereses personales, para determinar el momento adecuado de decidir su irrupción ventajosa en el escenario que estima, le permitirá, alcanzar sus objetivos.
Pero lo que no puede evitar el transfuguismo, es esconder su historial de práctica política concreta y su actitud personal en los acontecimientos políticos fundamentales del proceso revolucionario, porque detrás de su disfraz de consecuente y disciplinada militancia del Partido, va dejando un cúmulo de evidencias de su comportamiento desleal, de vacilaciones y conciliaciones con el enemigo, que preceden a su traición política, dirigida, no a defender abiertamente un proyecto político contra-revolucionario, sino que, en su inmoralidad, pretende seguir utilizando los personajes, consignas y propósitos revolucionarios, para engañar al pueblo y alcanzar sus miserables pretensiones personales.
Para el transfuguismo no es suficiente el espacio de Poder alcanzado, ni el reconocimiento de su gestión política, tampoco las fuerzas acumuladas y la existencia de un Partido abierto al debate político de sus diversas corrientes porque, por encima de tales espacios democráticos, tiene un proyecto personal, egoísta, que esta convencido que los llevará a alcanzar sus objetivos, aunque tenga que pactar con cualquiera, por lo que sea y para lo que sea.
Por eso es que el transfuguismo se aferra al Poder recibido por la voluntad soberana del pueblo revolucionario, con el fin de seguir utilizando ese mismo Poder para continuar con su proyecto contra-revolucionario. Nada de renuncias a los cargos del Estado, a la disponibilidad de sus recursos para afianzar el control social y político, a las posibilidades de financiamiento de su proyecto y, la compra de adhesiones de otros con ofrecimientos de beneficios de ese Poder ilegitimo. Su plan es muy claro: Implosionar a la Revolución desde el interior de sus fuerzas y el aparato del Estado, como única posibilidad de alcanzar sus bastardos propósito. “A la luz de la verdad y del tiempo nada se esconde, el mérito brilla y la maldad se descubre” (Carta de Bolívar a Camilo Torres, el 3 de mayo de 1.813).
yoelpmarcano@yahoo.com