Durante sus 55 años de fundada, la organización de Naciones Unidas ha creado un sinnúmero de organizaciones dirigidas a asumir las tres principales tareas establecidas en su Carta constitutiva: la preservación de la paz y la seguridad internacionales, la cooperación para desarrollo y la promoción de los derechos humanos.
De esa voluntad general de sus Estados Miembros, han nacido diversas organizaciones que hoy constituyen parte importante del funcionamiento de la comunidad internacional, sin las cuales, sería imposible atender y resolver importante problemas generados en el planeta, entre las cuales se destacan: UNICEF, UNESCO, OMS, FAO, UNTAD, OIT entre otros, así como órganos funcionales tales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Comité de Descolonización que, en veces con eficacia y otras con mucha incapacidad, ha venido construyendo una red de Estados dirigidas a construir la cooperación internacional para resolver los principales problemas de la Humanidad.
También, bajo la dirección del Consejo de Seguridad, cenáculo de los intereses de las grandes potenciales mundiales, las Naciones Unidas se ha inmiscuido, sin autorización o con ella, en una infinidad de conflictos internos e internacionales, que permite hoy tener miles de soldados “de Paz” y policías desplegados en decenas de países, en donde están en juego los intereses de tales potencias: Congo, la extinta Yugoslavia, Líbano, Afganistán, Haití, etc.
Hay, sin embargo, un área donde inexplicablemente Naciones Unidas ha sido omisiva en la decisión de crear un organismo internacional, específicamente dedicado a atender los terribles efectos humanos, materiales y ambientales causados por diversos fenómenos naturales y no naturales que, en pocos segundos, destruyen las infraestructuras que han sido construida por los pueblos en cientos de años, causando miles de victimas y frente a la cual, la comunidad internacional, por una razón elemental de solidaridad humana, pero también de seguridad y de paz internacional, no puede dejar de intervenir; no policial ni militarmente, sino en las tareas de asistencia rápida y efectiva de las víctimas, la atención a los problemas sanitarios, la provisión de medios básicos de alimentación y subsistencia y en los proyectos de reconstrucción de los servicios y la infraestructura afectadas.
Los acontecimientos sismológicos en Haití y Chile y los daños causados por los cambios climáticos como el Niño y la Niña, los huracanes, tifones , tsunamis; son parte de un conjunto de fenómenos que vienen impactando dramáticamente la vida de los habitantes del planeta Tierra y los cuales los Estados, individualmente, no están en capacidad de enfrentar. Por si fuera poco, las llamadas operaciones de ayuda humanitaria promovida por países o grupos de países, además de caóticas, en la mayoría de los casos encubren operaciones mercantiles y financieras, promovidas por las potencias capitalistas, con el objeto de favorecer los intereses de sus corporaciones globales y obtener ventajas políticas para sus gobiernos.
De allí que resulta necesario que se considere, de una vez por todas la creación de la Organización de las Naciones Unidas para los Desastres y situaciones de Emergencias, ONDE, que favorezca la unificación de los programas, recursos, sistemas operativos y acciones de los Estados de la Comunidad Internacional dirigidos a enfrentar tales situaciones excepcionales, sin los condicionamientos políticos de los gobiernos ni la mercantilización de la ayuda por parte de las grandes corporaciones. Tal propuesta, no debe cuestionar los derechos soberanos de los Estados de decidir los términos de la ayuda recibida, ni la creación de otras organizaciones regionales con iguales fines, pero sin duda, su existencia, ayudará a la superación de la caótica situación que se vive con la iniciativas aisladas, contradictorias, interesadas y fraudulentas, en algunos casos que, lejos de ayudar a los pueblos, se convierten en una nueva carga para su desgraciada situación. “O Inventamoes o errarmos”.
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