Quienes me conocen saben que creo en la propiedad privada. Si alguien se ganó con el sudor de su frente uno o varios automóviles, una o varias casas, o es dueño de una empresa, ¡magnífico! Pero también creo en que debe haber un árbitro: alguien que lidie cuando los intereses de una empresa afecten a sus empleados, o cuando los intereses de una empresa grande afecten a empresas pequeñas, o a la comunidad o el país.
También soy de los que cree que el Estado, si bien no debe caer en la privatización de servicios y bienes públicos, tampoco debe caer en el otro extremo de la balanza: nacionalizar las empresas privadas. Aún no hemos podido demostrar ser lo suficientemente eficaces con los servicios que ofrecemos, como para querer abarcar otros. Quienes hayan pedido una cédula de identidad o un pasaporte saben a qué me refiero.
El problema es que la empresa privada está haciendo todo lo posible por hacerme cambiar de opinión. Y es que prefiero hacer una cola desde las 5 am en un banco del Estado para verle la cara a una empleada pública --generalmente malencarada pero que al menos hace su trabajo-- a tener que seguir sufriendo lo que he padecido con la porquería esa denominada "Banco de Venezuela".
Parte I: Burlándose de sus usuarios "obligados"
La empresa pública para la que trabajo nos creó hace un año, cuentas de nómina en el Banco de Venezuela para depositarnos allí el salario. Ello me convierte en un "usuario obligado" del banco, pues si bien a mí no me interesa tener una cuenta en dicha institución, debo aceptarlo por requerimientos de mi empresa.
Pero por problemas internos, mi empresa no pudo empezar a depositarnos en las cuentas de nómina sino un año más tarde, es decir, hace apenas unos días.
Bien... voy feliz con mi tarjeta de débito a retirar mi quincena, pensando en las bondades que, según compañeros de trabajo, ofrecen las cuentas nómina: cero cargos de mantenimiento, puedes retirar el dinero con tu tarjeta de débito sin tener que hacer largas colas en un banco para cobrar un cheque, etc.
Llego al cajero y pido saldo. Faltan 70 mil bolívares de mi quincena.
Luego de confirmar que sí se me depositó mi quincena completa, me devuelvo al banco y, luego de hablar con un funcionario, confirmo lo que temía: el banco me hacía cargos a un ritmo de Bs. 7.000 y luego de Bs. 8.500 mensuales, debido a "cuotas de mantenimiento" que se fueron acumulando a lo largo de un año, generándome un saldo negativo de Bs. 70.000.
Ahora, tengo que llevar a mi empresa una consulta de movimientos para que mi empresa asuma la pérdida y me pague mis Bs. 70.000. La consulta de movimientos cuesta Bs. 6.000. A los que tengo que sumarle los gastos hechos por dos consultas y un retiro (el banco cobra una comisión de Bs. 500 por retiro y Bs. 600 por consulta, aún si usas un cajero de ellos). A eso tengo que sumarle las múltiples rabietas que la porquería de banco ese me hizo pasar cuando me cargaba Bs. 1.500 de comisión por cobrar un cheque en taquilla externa (cantidad muy superior a la de otros bancos, que cobran Bs. 500 o Bs. 1.000).
Parte II: Desde las cuotas balón hasta el paro de 2002 y 2003
Pero mis quejas con el Banco de Venezuela, propiedad del Grupo Santander (España), vienen de antes.
Vienen de los créditos indexados y la llamada "cuota balón", cuando estos señores (junto a Banesco y otros bancos) abusaban de personas que pedían créditos para comprar el automóvil o la casa de sus sueños y luego, se daban cuenta de que, a pesar de haber pagado puntual y religiosamente sus cuotas durante el tiempo previsto, resultaba que aún debían una millonada.
Vienen de cuando el 12 de abril de 2002 estas personas, junto a los representantes de Banesco y otros bancos, acudieron triunfantes al Tribunal Supremo de Justicia a robarse los expedientes de los casos por los créditos indexados, para deshacerse de ellos para siempre.
Vienen del paro de diciembre de 2002 y enero de 2003, cuando el Banco de Venezuela y casi todos los otros bancos se unieron en un paro, ya no contra Chávez, sino contra el pueblo y contra sus usuarios, forzándonos a hacer larguísimas colas para retirar sus ahorros y quincenas en una suerte de "castigo" que nos impusieron por ser chavistas. Los dueños de los bancos esperaban que los venezolanos, hartos de las colas, arremetiéramos contra el gobierno y tumbáramos a Chávez por ellos.
Y vienen, para más colmo, de la privatización "poquito a poco", "con vaselina" que el Grupo Santander y varios otros están haciendo con la Universidad Central de Venezuela y otras universidades públicas. Esto es tan delicado que merece estudiarse aparte.
Comprenderán cuán difícil me ha sido ver en estos días al Presidente Chávez dialogar y recibir en Miraflores a la gente de la Asociación Bancaria, luego de todo lo que esta gente le ha hecho a los venezolanos.
Parte III: La UCV, privatización con vaselina
Quienes creen que las universidades públicas serán privatizadas por un gran decreto carmoníaco diciendo que, de hoy en adelante, el dueño de la UCV será Gustavo Cisneros, está muy equivocado. Y, para más muestra, un botón:
¿Recuerdan el plan "Consenso País" que la oposición presentó poco antes del referendo de agosto de 2004? Específicamente explicaba que Pdvsa no sería privatizada. Pero también decía que la exploración y la explotación serían realizadas por empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras. En pocas palabras, se darían concesiones a empresas privadas para que éstas explotaran los pozos petroleros, sacaran el petróleo que desearan y luego entregaran unas regalías por el crudo a Pdvsa. Las regalías se fijarían como se han fijado siempre: a espaldas del pueblo, en oscuras reuniones entre cogollos. La petrolera venezolana pasaría entonces a ser, básicamente, una agencia de cobro.
Con las universidades públicas, algunos de sus rectores y decanos están haciendo algo parecido: no van a privatizar la universidad como tal, pero sí privatizarán sus servicios, poquito a poco y con vaselina:
Limpieza: con la excusa de que los sindicatos echan todo a perder, se bota a los obreros de la universidad y se les reemplaza con empresas privadas que hacen el servicio de limpieza y son "mucho más eficientes", según reza la leyenda. Listo
Vigilancia: idem. Listo
Ediciones UCV: privatización en proceso (tengo que averiguar exactamente qué está pasando aquí, pero las pancartas denunciando la privatización están en todos lados).
Carnetización: de esto se encarga el Banco de Venezuela en la UCV en estos momentos. Se nos promete darnos un carnet "inteligente", que pueda servirnos no sólo para identificarnos sino para acceder a servicios automatizados. Y, además, tendremos una cuenta de ahorros del Banco de Venezuela, ¡libre de cargos de mantenimiento! (Aja...)
Bien, la oficina de carnetización de la UCV, que nos daba un bonito carnet blanco en cuestión de minutos (ya estaba automatizada y funcionaba bien excepto cuando a la Secretaría se le olvidaba "comprar material"), está siendo sustituida por el banco de Venezuela, el cual se tarda 15 días o más en darnos el carnet. Este carnet, que en realidad es una tarjeta de débito modificada, contiene en su parte posterior los logotipos del Banco de Venezuela Grupo Santander, de Maestro (marca de Marter Card para sus tarjetas de débito) de la red de cajeros Suiche 7B y del portal universitario Universia.
¡Sólo faltan Sandra, Chicho y Tanque haciendo cuñas de Regional Light!
La línea inferior de texto en la parte posterior del carnet indica claramente quienes son los dueños del mismo: "Si esta tarjeta es encontrada, favor remitirla al Banco de Venezuela S.A., o a la Universidad Central de Venezuela." Sólo hay una forma de enterarte de que esa cosa no es una tarjeta de débito, sino un carnet de la UCV, y es... dándole la vuelta.
Cuando se te entrega el carnet, una empleada del Banco de Venezuela (y no una empleada de la UCV) te ofrece junto al mismo una cuenta de ahorros estudiantil de dicho banco, mareándote con el montón de ventajas que las mismas supuestamente tienen. La gran mayoría de los ucevistas aceptan con gusto.
¿Qué piensan?
Lo que voy a decir es discutible, pero para mí esto es una mera y triste privatización del servicio de Carnetización de la UCV, hecho de una forma muy inteligente ya que se está implementando de facultad en facultad, una a la vez, para evitar así protestas masivas que generaría el implementar esto en las once facultades simultáneamente.
¿Qué sigue ahora?
Esas bibliotecas... nunca se consiguen los libros que se necesitan, sino puras ediciones de hace 20 años. ¡Los computistas necesitamos libros actualizados! Así que... ¡entreguémosle la biblioteca a una empresa como McGraw-Hill! Así tendremos lo último en libros... claro, habrá que pagar "un poco" más, pero ¡qué importa!
El comedor de la UCV es malo (ya de eso se ha encargado el rectorado, recortando fondos cada vez más y más). Así que... ¡privatizémoslo! Entreguémoscelo por concesión a una empresa privada que nos haga menús ricos, variados y balanceados, hasta con postre. Claro, habrá que pagar Bs. 4.000 por comida, pero en una universidad de clase media, eso se considera barato.
Los computistas no necesitamos ver materias teóricas viejas y aburridas, sino cosas más actuales... por ejemplo, lo que se da en los cursos de Cisco, de Sun o de Microsoft. ¿Por qué no hacemos que algunas electivas las den estas empresas, y que los créditos tengan valor en el pénsum? Claro que tendrán algún costo, ¡pero Cisco / Sun / Microsoft nos cobrarán sólamente 40% de lo que cuestan los cursos en la calle, nos darán certificados y valdrán como electivas en el pénsum!
Resultado: se privatizan las electivas. Y los profesores.
Creo que luego se privatizarán los servicios como OBE, transporte, odontología, etc. Luego, los bebederos serán reemplazados con máquinas dispensadoras de Coca Cola. ¿Y los baños, siempre tan sucios y sin papel tualé? También se privatizarán, y se colocará a una empresa que te cobrará alguito por usarlo.
En efecto, tal y como predice Luis Britto García... ¡se privatizará hasta el agua!
En conclusión amigos, no soy partidario de una estatización de la banca. Pero el problema es que, si me quedo sentado esperando, ¡la banca sí va a terminar privatizando todo lo que veo en el horizonte! Tal vez esto sea como en un juego de ajedrez en el cual no quiero realizar determinada jugada porque perderé fichas valiosas, pero me doy cuenta de que, si no la hago, me harán jaque mate.
Seguiré meditando en el asunto.