¿El “no volverán” es una sentencia definitiva? ¿Si es definitiva, por qué volvieron en Miranda? ¿Por qué volvieron en Carabobo? ¿Por qué volvieron en Táchira? ¿Por qué volvieron en el Municipio Sucre? ¿Por qué volvieron en Nueva Esparta? ¿Por qué ganó Ledezma?
En un artículo que publicó Guillermo Almeyra[1] en la edición de este domingo (11/04/2010) en el diario La Jornada de México y en el cual analizaba los resultados de la reciente confrontación electoral en Bolivia; Almeyra precisa esta idea:
“Desde el punto de vista de quienes luchan por un cambio social, ninguna posición está conquistada de antemano y de una vez para siempre. Incluso el apoyo más ferviente y masivo debe ser reconquistado cotidianamente con una política transparente, educando en la democracia, la autoorganización y la autogestión, creando un nuevo Estado en las relaciones autogestionarias y autonómicas en la práctica política de los oprimidos, y reduciendo el papel asfixiante del aparato de Estado heredado, con su poder vertical de decisión, la corrupción y la cooptación de los dirigentes políticos y sindicales educados con valores clientelistas y corporativos”.
Los sucesos del 11, 12 y 13 de abril los conocemos porque han sido objeto de algunas reflexiones que han dado preferencias a ciertas situaciones, más otras, han quedado sueltas y esperan por su respectivo tratamiento. No intento en esta nota cubrir esa deficiencia, pero trato de observar reflexivamente esta confrontación desde este año: 2010. Fundamentalmente, intento preguntarme qué hemos hechos para no hacer viable ese: “no volverán”, porque como dice Almeyra ninguna posición (en política) está conquistada de antemano y para siempre.
Aunque se ha dicho lo contrario desde el lado de la oposición; el proceso no estaba preparado para la confrontación que se abrió ese 13 de abril del 2002, cuando la marcha fue desviada hacia Miraflores. Recuerdo (y recuerden) los llamados casi desesperados que hacía Freddy Bernal a través de los medios públicos de comunicación para que la marcha no siguiera con la ruta a Miraflores. No digo que Bernal no debía hacer ese llamado, era importante hacerlo por las consecuencias, pero el desespero y la angustia dejó ver una cierta debilidad en el momento en que el “nudo crítico” comenzaba a presionar el proceso. Políticamente, la oposición había ganado un espacio mediático y tenía su fuerza para la movilización
Los acontecimientos posteriores también ofrecen elementos para darle sentido a esta hipótesis. Consumado el golpe, se hizo evidente la falta de una vanguardia, porque entregado el líder y motor del proceso, lo que era aparentemente la “organización política” conductora del proceso quedó desactivada. Este aspecto es mucho más difícil de argumentar porque el silencio mediático impuso un especie de cerco, pero visto ahora, toma sentido esa idea. Recuerdo (y recuerden) que sólo la esposa del Presidente y una de sus hijas realizaron un esfuerzo por colocar la situación real en los medios internacionales y ese esfuerzo ayudó bastante. La “vanguardia” casi toda estaba concentrada en Miraflores y después desapareció, para activarse o regresar a Miraflores después que el pueblo lo hizo. Si revisamos los videos, frente a Miraflores había pura “retaguardia”, hecha vanguardia.
La intervención de Isaías Rodríguez, que fue de alguna manera muy oportuna, no estuvo pensada ni realizada como una acción de la vanguardia (partido) que buscaba las opciones de activarse y salirle al paso al Golpe que ya estaba prácticamente consumado. Los que vimos el video o documental “La Revolución no será televisada”, recordaremos que en una parte de ese video, puede verse a todos los altos funcionarios y miembros de la dirección (¿vanguardia?) en Miraflores; los ausentes (pocos) no estaban porque probablemente no alcanzaron llegar.
Una ligera reconstrucción de los acontecimientos, se percibe (desde esta fecha) una falta de conexión entre la zona central y los estados. A pesar de que la confrontación toma sentido en Caracas (fuente del poder) en los estados había una relativa calma y las fuerzas del proceso estaban prácticamente desmovilizadas. No recuerdo eventos serios y claros para animar las fuerzas que estaban un poco desmovilizadas. ¿Se esperaba un golpe de suerte?
La fuerza que desarrollaba la desestabilización tenía claridad sobre sus objetivos e iban con todo en su proyecto político de restaurar su orden y sus intereses. Hay que evaluar entonces, que habiendo claridad de objetivos del lado de la oposición, no existía un centro de poder y las intrigas e intereses no consensuados entre los grupos de poder no les permitió acomodarse o estructurar el mando. Esta evaluación debe revisar y valorar en qué medida esta falta de consenso y ausencia de un centro de poder, fue un evento que compensó la ausencia de una dirección política de este lado e hizo viable el contra-golpe de suerte.
Habiendo sido muy contundente la dirección del golpe de Estado y estando muy claro (antes y después) el sentido fascista de ese evento en el que también hubo suficiente elementos para observar y comprender (sin mucho esfuerzo), cómo los medios escritos y televisivos lo auparon, promovieron y acompañaron, cobra fuerza la hipótesis de que el golpe nos tomó casi por sorpresa y sin una dirección política capaz de compensar la ausencia del líder. Si en este abril del 2010, tenemos dudas de esa debilidad que tuvimos en el 2000, 2001 y especialmente en abril 2002, recordemos la primera aparición del líder del proceso. Si la memoria no me falla, vimos que en su primera aparición oficial, el líder se ve con Cristo en la mano perdonando y solicitando unidad e entendimiento. El 11de abril del 2002 se abordó un 13 absurdamente. El golpe se trató sin criterio político: Un simple y simpático juego de béisbol tipo Caimanera.
Fue un momento crucial en la confrontación de dos proyectos políticos en los cuales podía ser viable el perdón, pero inviable dejar todo como si casi nada hubiese sucedido. Para copiar al secretario de Manuel Rosales (Petkoff), puedo decir que se nos fue un rolincito entre las piernas y desde esta fecha (2010), es posible ver lo costoso de ese error: Falta de Dirección Política
Vino después la sorpresa del contra golpe de suerte. La gente común y corriente con su voluntad (sin más nada) salió a la calle y se la jugó. Vinieron después las “explicaciones” de la activación de esas voluntades y ellas requieren de un análisis porque la emoción de ayer y de ahora, no ha permitido una comprensión adecuada de ese fenómeno.
En algunas cosas hemos avanzado tímidamente. En la consolidación del Poder Popular, disponemos de una normativa, pero aún no cobra sentido práctico ese proceso que revirtió el golpe de estado. La Consolidación de ese Poder Popular es una variable estratégica para ese “no volverán”. La Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno viene a constituirse en un instrumento que abre caminos para fortalecer ese poder, pero es necesario darle capacidad para tomar decisiones. En lo que respecta al partido pienso que en este ámbito no se han dado paso importantes, porque el “partido” se confunde con el gobierno y eso bloque los análisis sobre los cuales debe dársele direccionalidad al proceso. Se ha avanzado en la disminución de la pobreza pero no se han alterado sus causas. Es decir, se ha trabajo sobre los síntomas porque aún con la coyuntura petrolera un poco adversa, la renta sirve para disminuir artificialmente las desigualdades. Se ha avanzado en el fortalecimiento de la fuerzas Armadas, pero las contradicciones y conflicto requieren una organización política pendiente de los riesgos y con los respectivos planes de contingencias.
El “no volverán” es por ahora una opción que responde a una percepción que tienen los simpatizantes del proyecto; no es una posición conquistada para siempre. Esto (el para siempre) dependerá de cómo derrotamos:
1) los excesos burocráticos,
2) la inflación que quita lo que da el Estado y
3) Se decida desde todos los niveles medios de la administración fortalecer el Poder que permitió el regreso del líder.