La Revolución Bolivariana se ha venido apuntando muchos éxitos en su corta existencia. Para los efectos de una Revolución, realmente diez años es poco tiempo, que han servido para profundizar los fundamentos de la soberanía nacional. De manera que son notorios los progresos y alcances de los sistemas educativos y salud, por ejemplo, mereciendo el reconocimiento de los organismos internacionales que se encargan de su seguimiento. Cada día hay más y más venezolanos que sienten la preocupación del gobierno Bolivariano por mejorar su calidad de vida, motivo suficiente para apoyar y defender la gestión patriótica del Presidente Chávez.
Pero como se ha dicho, vivimos un periodo de transición. Siguen vivas las condiciones que nos caracterizan como país capitalista, y la dependencia no deja de ser un grave problema para nuestra economía y demás órdenes culturales. Los sectores oligárquicos internos y populares influenciados por la propaganda de sus medios siguen siendo factores que en nada contribuyen con los propósitos establecidos en la Constitución Nacional, que proyecta un país profundamente democrático. libre y soberano. Desatado de cualquier yugo imperial.
Una prueba de cuánto hemos cambiado en tan poco tiempo lo expresa el desfile del 19 de abril. Clara y convincente muestra de participación, solidaridad y diversidad cultural que conmovió el sentimiento y las fibras de la venezolanidad. El orgullo patrio recorrió toda nuestra geografía como signo afirmativo de los nuevos tiempos que ahora vivimos. Y aunque las dificultades como consecuencia de la incomprensión y desatino de algunos persisten, no queda duda que la insistencia presidencial de aceleramiento del proceso debe convertirse en bandera de cada uno de los venezolanos comprometidos, sobre todo de quienes tienen funciones de gobierno.
La hora y el momento nos dicen que seguirán soplando vientos desestabilizadores por parte de quienes poco les importa el bienestar de la mayoría, para seguir con su enfermizo afán de no reconocer que este pueblo se cansó de sus políticas demagógicas y entreguistas. Pero también hora y momento de un pueblo que cada día se convierte en poder popular para construir el Socialismo… ¡NO VOLVERÁN!
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