INTROITO
Desde los albores de la humanidad se ha buscado no la fuente de la juventud, no. Se ha buscado algo, lo que sea, para disociarse, es decir, para vivir en un mundo paralelo donde todo sea bueno, bonito y barato. Y se descubre el efecto tranquilizante del alcohol, en particular el del etílico, con los males necesarios: vómitos, dolor de cabeza, diarreas, apendejamiento, pero con gusto. Sarna con gusto no pica. El que se pica es porque ají come. Ratón, resaca, guayabo, hangover, uno sabe que a lo mejor lo agarra, pero prefiere disociarse aunque sea unas horas. El problema es de algunos y algunas que prefieren vivir en ese mundo disociado forever. Y algunos se mueren. Otros, insatisfechos, buscan algo de mayor “intensidad”. Y aquí entran las drogas “ilegales”: cocaína, morfina, heroína, etc. Todas permiten unos viajes al universo paralelo, pero crean adicción. Y aquí viene el problema.
NARCOTRÁFICO
El problema de la adicción ha creado un inmenso, gigantesco, monstruoso, mercado, rentable como el que más. Y el consumidor compulsivo, el adicto, paga lo que sea, léase bien: lo que sea, para adquirir la droga. Son capaces hasta de matar, y de hecho muchas de las muertes violentas de nuestra sociedad “moderna”, en particular los asesinatos, tienen el tufito de la droga. Cuando un drogadicto necesita su dosis la busca como sea. Por eso es que en algunos países del primer mundo, como Inglaterra u Holanda, a los drogadictos en proceso de rehabilitación el estado le suministra la dosis, pero como en la homeopatía al revés, cada vez la dosis es menor. Y de esa manera el tipo no se ve obligado a robar, a asaltar, a matar a alguien, para conseguir su “medicina”. Esta dependencia involuntaria es la que aprovecha el narcotráfico. Un mercado cautivo. Y no hace falta decirles los recovecos hasta donde ha llegado este flagelo. Veámonos en el espejo de la Hermana República. Donde no solo presidentes (César Gaviria, por ejemplo) ha puesto, sino que tienen hasta un ejército paralelo; los paramilitares.
ADICCIÓN
Existe suficiente información científica, médica, sobre el por qué la dependencia a esas drogas. Y por eso es que esa adicción es curable. En principio cualquier adicción es curable, sobre todo si es del tipo fisiológica. Cuando digo “sobre todo si es fisiológica” me refiero al hecho de que hay otras drogas que causan adicción sicológica. Y estas drogas tienen el mismo efecto en la gente: la disocian. Esto está bastante estudiado por sicoanalistas, sicólogos, siquiatras, pero la cura es más difícil. La mercadotecnia neo liberal, capitalista, se fundamenta en cómo “inyectar” las drogas virtuales producidas en sus laboratorios y crear adicción, generalmente involuntaria. Y así la gente compra refrescos, come hamburguesas, adquiere ropa y zapatos, de marcas específicas. Inducidos subliminalmente. Y funciona. Nadie come huevo de gansa, pero si de gallina porque ésta cacarea, es decir, “avisa”, “hace propaganda”, cuando pone uno. La gansa ha pelado bolas porque se queda muda. Estos principios de mercadotecnia para productos de consumo masivo se han aplicado, con mucho éxito, a productos de tipo “sicológico”, virtuales. Y así la CIA, en conchupancia con la oligarquía venezolana, desde meses antes de que ganara Chávez (1998), comenzó su, inicialmente disimulado, trabajo de inyectar a través de los medios de comunicación social, en particular la TV y la radio, esa droga anti chavista. Y funcionó. En la televisión: Martha Colomina y Carlos Fernández (Televén), Napoleón Bravo (Venevisión), el ratón Miguelito (RCTV), el matacuras Leopoldo Castillo, Kico Bautista, Nitu Pérez Osuna (Globovisión). En los diarios impresos: Teodoro Petkoff (Tal Cual), Miguel Enrique Otero (EL Nacional), Andrés Mata (El Universal), el clan De Armas (2001, Meridiano), los Poleos (Rafael y Patricia, El Nuevo País), Ibeyise Pacheco (Así es la Noticia). Y en las innumerables radios comerciales de todo el país. Administraron la droga, y crearon cientos de miles de adictos.
PROBLEMA
Los montones de anti chavistas adictos, disociados, todos los días, bien temprano, prenden su televisor y/o radio, compran su periódico y se “inyectan” su dosis. Pero uno de los problemas graves con estos sicóticos disociados es que al igual que con las drogas fisiológicas cada día exigen, demandan, más. Y más. Y cuando ven que alguno de sus proveedores comienza a bajar la dosis, se cambian para otro que por lo menos se la mantenga en el nivel mínimo necesario, y así el “rating” se fue construyendo. Y los proveedores se reventaban las neuronas buscando mantener esa audiencia, ese mundo de adictos, de disociados. Y por eso es que vemos cómo Martha Colomina, Napoleón Bravo, Kico Bautista, Carlos Fernández, el mata curas Leopoldo Castillo, Nitu Pérez, Osuna, Ybeyise Pacheco, Isa Dobles, cada día se esfuerzan más y más en ver quién bota más mierda anti chavista por esa boquita.
DESESPERO
A través del programa “La Hojilla”, especie de antídoto y calmante para los chavistas, me enteré que dos de los vomita mierda más desquiciados, Martha Colomina y Napoleón Bravo, se irían de “vacaciones” por un tiempo. El primer lunes, muy temprano en la mañana, de esas merecidas vacaciones se comenzó a notar el desespero en los disociados anti chavistas. Mi vecina, escuálida y disociada, profesora universitaria, siempre aseadita y olorosa, salió a la acera tempranito en la mañana y echó la basura pa’ la calle. Cosa que nunca había hecho. Hablando sola y en voz alta. Le cayó a palos a un Labrador Dorado bellísimo que tiene. Y salió en sostenes negros al jardín, con una gorra tricolor, cantando “se fue, se fue”. El marido me dijo (por supuesto a ustedes que me leen no lo vayan a repetir) que cuando prendió su TV gigante para inyectarse de Martha Colomina le dio un soponcio. No estaba Martha. No sabía (o no creyó) que se iba de vacaciones. Se cambió para Napoleón y éste logró tranquilizarla (¡¡¡menos mal¡¡¡), y en la tarde el matacuras reforzó la disociación. Y en muchas casas y apartamentos de Prados de Este, en Caracas, pasó algo similar, por supuesto con las variaciones de cada caso (una mujer, por ejemplo, se hace pipí en la balcón que da pa’ la calle, y usa como falda la bandera tricolor) Pero ¿qué hacer cuándo estos proveedores se vayan? Porque se van. Mi vecino me dijo que le sugirió a su mujer (él encerrado en el baño y con el seguro de la puerta pasao, por si acaso) que viera a Carlos Fernández o a Kico. Lo que sintió fue el coñazo de algo en la puerta del baño. Y no salió hasta que la mujer se fue para la plaza Altamira. Cuando un drogadicto exige su dosis, hay que dársela, carajo¡¡¡
CODA
Así que le exijo al Gobierno Nacional que hagan como Inglaterra y Holanda: cuando estos vomita mierda se vayan, tendrán que pasar en el canal de TV del Estado (VTV) segmentos de sus programas más “ardientes”, y así tranquilizar a ese montón de disociados y disociadas que en su desespero son capaces de cualquier cosa. De cualquier cosa. Que el Estado venezolano provea las dosis mínimas necesarias de los videos respectivos. He dicho.
LUIS RIVERO BADARACCO.
LGRIVEROB@CANTV.NET
Maturín, 27 de Septiembre del 2004
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