Existen académicos de toda ralea, alta, baja e imprecisa forma. Notables por su capacidad asociativa propia de logias cripto incomprensibles y diríamos pronto conspirativas. En sus afanes son capaces de crear espacios adonde de manera autoritaria y dictatorial disponen, para colmo, y no poca insensatez, sobre el sentido hasta de nuestra historia. No estudian la historia sino que la decretan. No someten sus posiciones al lógico dialogo y al juego dialéctico, sino que todo lo pontifican. Divinizan, desde una sede que solo pertenece al poder popular por ser espacio del patrimonio cultural de la nación; desde ese bastión de la decadencia exhalan sus particulares y ensombrecidas opiniones sobre nuestra nacionalidad y soberanía.
Sus actos secretos para celebrar la historia de Venezuela, según leo, no se reseñan en la página editorial o cultural de El Universal, sino en la Sección de Sociales. Allí padecimos la reseña de una fiesta llamada “La Academia y el verdadero 19 de abril”, más cercana a la frivolidad de un juego de canasta o un panguingue que a un acto de la Academia. Las fotos parecen copiadas de Hola, adornadas con muchas señoras de rostro azotado por el bisturí y vestimenta de crinolina propia de aquella que la clase media y media alta utilizaba los domingos para ofuscar con tafetanes a los paisanos en sus visitas a las galerías de arte. De los caballeros nada que decir a ellos solos los alumbra la pesadumbre de un contubernio mal concluido con olor a azufre por el odio de saberse fuera de un poder del que tanto abusaron y mucho añoran. En ese cotolengo celebraron a su manera el 19 de abril. Fiesta en un espacio cerrado, de espalda al mundo social que los rodea, ajenos al pueblo e inclusive a sus mismos congéneres. Se veía como una verdadera guarimba o aquelarre histórica.
Muy mal deben estar pasándola los respetados maestros Miembros de la citada Institución, Mario Sanoja y Pedro Cunnill, entre otros, al ver lo que están haciendo los otros cofrades de la Academia de la Historia al convertir este honorable espacio, que nos pertenece a todos, y trocarlo en tribuna de ofuscados, terrosos e insepultos cadáveres políticos.
Más doloroso saber, que muchos de estos señores con presupuesto asignado por el Ministerio del Poder Popular para la Educación ahora viajan incesantemente a España para asociarse allá, con la organización que ejecuta la celebración del Bicentenario de nuestra independencia. Basta solo imaginar su despectivo tono metropolitano y desdeñosa forma de interpretar el sentido de nuestro fechas patrias. Con presupuesto oficial van a rendirle culto a su condición de “libre asociados” del Ex-Imperio español; para estos días, por cierto, en graves crisis financiera. Así cual Doña Malinche, se inclinan, bajan la cabeza, ante socios de potencias extranjeras en contra de nuestra manera de explicar la historia y voluntad de ser independientes. Quienes fundaron esta academia el 28 de octubre de 1888, hoy deben estar retorciéndose en sus tumbas al sufrir la conducta impropia de quienes hoy con 11 “once votos duros” en manos de los representantes de la derecha, todo lo pueden y todo lo aprueban, y mejor aún, si va en contra de nuestra real historia y maltratada integridad nacional. En esa Academia nunca hay elecciones, ellos, se autoerigen entre ellos reciben sus cargos a perpetuidad en ritual que solo la muerte puede interrumpir. Democracia de lo extraterrenal y extra Constitucional, armatoste creado, imagino, “con el favor de Dios”.
PD: Favor buscar en el diccionario de palabras en desuso, las marcadas en negritas en el texto, son propias historiadores de poco oficio y marchita imaginación.
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