El 4 de octubre de 1982 a las 5.30 am, aviones Canberra y Bronco de la Fuerza Aérea Venezolana, cuatrocientos hombres de la Fuerza Armada Nacional y decenas de efectivos de la Disip procedieron a atacar un campamento donde 40 ciudadanos efectuaban una reunión del Frente Américo Silva del partido Bandera Roja, para ese entonces revolucionario. La reunión se efectuaba cerca de Cantaura, en el estado Anzoátegui, oriente de Venezuela. ¡Fue una emboscada que acabó con la vida de hombres y mujeres de entre 16 a 30 años!
Investigaciones posteriores revelaron que este hecho fue una operación de exterminio, a pesar de que el movimiento guerrillero armado venezolano ya estaba prácticamente extinguido. La mejor prueba de esto es que, de los 23 cadáveres, 14 presentaban tiros en la nuca: habían sido rematados estando heridos. Un modus operandi que también se repitió en las masacres de Yumare, Caño Las Coloradas y el Caracazo.
Aquel horrendo genocidio fue llevado a cabo durante el gobierno del socialcristiano Luis Herrera Campins, quien avaló la masacre llevada a cabo por la Disip, capitaneada por Henry López Sisco, quien se ufana de tener más de 200 muertos en su haber. Contó con el vistobueno del ministro de Relaciones Interiores de entonces, Luciano Valero, del gobierno estadounidense de ese momento -presidido por Ronald Reagan- y de los organismos internacionales, incluyendo a la Iglesia Católica. López Sisco hoy está imputado por la justicia venezolana pero huyó de ésta.
Testimonios
* Incluye una entrevista con el periodista Alexis Rosas, autor del libro "La masacre de Cantaura", quien indica que estos hechos permanecen impunes aún cuando otras masacres, como la de Yumare, están en plena investigación. Opina que el entonces director de la Disip, Henry López Sisco, está altamente involucrado. Cree que la principal finalidad de esta masacre era intimidad a los movimientos de izquierda de aquel entonces, que estaban perfectamente legalizados, y que el asunto pudo resolverse pacíficamente dada la poca cantidad de guerrilleros que aún quedaban en armas en aquel momento de la historia. Afirma que este hecho impactó profundamente a la colectividad del oriente del país, debido a la forma tan bárbara como se realizó. "Hubo mucho rechazo por ese crimen; se creó el efecto contrario al que se buscaba". En el hospital de El Tigre, donde fueron llevados los cadáveres, los médicos insultaron a los efectivos de las Fuerzas Armadas al ver lo ocurrido.
* También es entrevistado Rafael Hurtado Bravo, directivo en aquel entonces de la Federación Nacional de Defensa de los Derechos Humanos en Venezuela (Fedanev) y autor del libro "Cantaura: La masacre anunciada", quien explica que muchos de los fallecidos, que habían quedado heridos o mutilados tras el bombardeo, fueron ajusticiados con tiros en la boca o en la nuca. No se les permitió rendirse. Señala que en su libro hay imágenes y fotos que demuestran esto. Está seguro de que los efectivos de la Brigada de Intervención de la Disip son altamente responsables. Denuncia que algunos de quienes participaron en el bombardeo siguen en las Fuerzas Armadas hoy, con altos cargos. "El caso fue reabierto por la Fiscalía, pero no se le está dando el tratamiento necesario". Está seguro de que son culpables el ex ministro Luciano Varelo, el fallecido general de división Vicente Narváez Churión (quien dirigió los ataques), Remberto Uzcátegui (director de la Disip en aquel momento) y al propio Luis Herrera Campins, entonces Presidente de la República.
* Se incluyen entrevistas a Alejandro Velásquez (combatiente y sobreviviente de la masacre, quien narra como el campamento fue bombardeado y ametrallado) y a Manuel González Meyer, dirigente de Bandera Roja cuando ocurrió la masacre, quien explica el contexto histórico y señala: "Es la acción represiva de mayor magnitud desde finales de los años setenta y ochenta", tomando en cuenta la magnitud, la cantidad de ajusticiados y el ensañamiento con el que se produjo la masacre. Pide se reivindique la memoria de jóvenes que fallecieron, gente proveniente de los sectores campesino, estudiantil y obrero que dejaron sus casas y sus familias para incorporarse a la lucha armada.
Meyer señaló en una entrevista posterior en el programa "En Confianza" del 4 de octubre de 2007 que, durante la operación, un grupo de soldados fueron capturados por guerrilleros del frente. Uno de ellos intenta desarmar a los guerrilleros y resulta muerto, pero los demás soldados simplemente son desarmados y dejados en libertad por los guerrilleros, ello a pesar de que muchos de sus compañeros ya habían sido asesinados, lo que demuestra la actitud de los combatientes de Bandera Roja en contraste con los del Ejército de ese entonces.