DIAGONAL: ¿En qué consiste el Afghan Victim Memorial Projet?
MARC HEROLD: Es un intento de humanizar las muertes producidas por el Ejército de EE UU y la OTAN en Afganistán, para que no se queden en una cifra abstracta. Trato de contar la historia de cada víctima, de su familia, del lugar donde se produjo la muerte. Creo que la gente en el mundo entiende mejor las historias concretas que los conceptos abstractos. También es la primera vez que se recopilan las muertes producidas por EE UU y la OTAN y se hace un memorial de víctimas. No existe algo parecido para las víctimas vietnamitas o salvadoreñas.
D.: ¿Son una excepción los daños colaterales?
M.H.: Hace pocos días, en Zabul, las tropas estadounidenses, junto con militares afganos dispararon a una tienda nómada. Creían que había rebeldes dentro. ¿Qué encontraron allí cuando entraron? Un niño nómada muerto y otros cuatro heridos. Nadie más. Fue una noticia que recogió Reuters y algunas agencias más. Nosotros las recopilamos diariamente y esa tarea nos lleva mucho tiempo. Creo que tendremos los datos de un 75% de las víctimas. Aunque, por supuesto, hay víctimas sobre las que no sabemos nada. A veces es porque vivían aisladas; otras, porque el Gobierno estadounidense y el afgano impiden el acceso a la información. En cuanto ocurre algo, se acordona la zona para que nadie pueda pasar. Sobre este control de la información hablo en mi libro.
D.: ¿Qué convierte a Afganistán en el “perfecto Estado neocolonial”? ¿En qué se diferencia de los Estados coloniales del siglo XIX?
M.H.: En las antiguas colonias las metrópolis invertían recursos para levantar infraestructuras y facilitar las exportaciones. Fue el caso de Francia, Inglaterra o Alemania, que construían ferrocarriles o puertos. Pero ¿qué tiene Afganistán? No tiene recursos; es increíblemente pobre. Casi el 70% de la población se encuentra en condiciones premodernas. Viven de la agricultura de subsistencia. No tiene ningún interés como mercado y no tiene recursos. Está vacío. Lo que le importa a EE UU es el espacio que ocupa Afganistán. Igual que le interesaba a Gran Bretaña en el siglo XVIII controlar el espacio de Afganistán, porque hacía de barrera entre el Imperio de los zares y el Imperio británico. Y ésta ha sido la historia de Afganistán desde los intentos de dominación británica. Lo que EE UU está intentando hacer es controlar Afganistán con la menor cantidad de recursos posibles. Han intentado ahorrar recursos incluyendo a la OTAN en 2003 para que la Alianza Atlántica asumiera parte de los costes, monetarios y de muertes de militares. EE UU tiene ahora una grave crisis económica, un problema comercial, de competencia, presupuestario, de deuda pública... La lista es muy extensa. Lo que hace posible estas guerras es la financiación de otros gobiernos, que están compensando ese déficit.
D.: ¿Cuál es el papel de la OTAN?
M.H.: La OTAN sigue estando dominada por EE UU, aunque ahora hay más presión. De hecho, la OTAN se está dividiendo a raíz de Afganistán, no de Iraq, sino de Afganistán: por un lado los países europeos y Canadá, por el otro lado los nuevos miembros. ¿Qué consiguió EE UU en la última conferencia sobre Afganistán? 80 soldados más de Eslovenia...
D.: ¿Qué opinas de que el Estado español retirara las tropas de Iraq, pero, que las mantenga en Afganistán?
M.H.: Al igual que otros líderes europeos,
Zapatero ha conseguido pintar
la guerra de Afganistán como una
‘guerra buena’, mientras que la de
Iraq es mala. Lo que nosotros debemos
hacer es demostrar que la de
Afganistán no es una ‘guerra buena’,
y eso no es tan difícil. Incluso el director
de la CIA entre 1996 y 2001 y
la Unidad de Antiterrorismo han criticado
la estrategia. Según ellos, lo
peor que EE UU podía hacer era lo
que hizo: bombardear Afganistán en
octubre de 2001. Lo que consiguieron
fue descentralizar al-Qaeda, que
antes estaba relativamente localizada
en Kabul, al este y al norte de
Kabul. Ahora, sin embargo, adoptan
una práctica descentralizada precisamente
para evitar su destrucción.
D.: ¿Cómo se ha conseguido que la guerra de Afganistán parezca una ‘guerra humanitaria’?
M.H.: Es un éxito de márketing. Ambas guerras se han vendido a los ciudadanos europeos y estadounidenses y han tenido más éxito con la promoción de la guerra de Afganistán, quizás porque importa menos.
D.: ¿Afganistán puede convertirse en un callejón sin salida, como está sucediendo con Iraq?
M.H.: Está claro que el tiempo juega a favor de los afganos. Un periodista británico entrevistó a un comandante talibán hace tiempo. Probablemente pensando en la legendaria paciencia pastún, el comandante se quedó mirando al reloj del británico y le dijo: “Vosotros tenéis los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo”. ¿De qué le sirven los relojes a la Legión española en el lejano pantano de Badghis, donde el tiempo es premoderno y no lineal?
Uranio empobrecido: 3.000 proyectiles al minuto
D.: ¿Qué consecuencias han tenido los bombardeos con uranio empobrecido?
M.H.:
Aunque todavía no lo podemos saber, seguro que las consecuencias serán
muy serias. Uno de los aviones que más se usó en los bombardeos, el
A-10, tiene un cañón del tamaño de un Volkswagen y dispara 3.000
proyectiles al minuto, todos con uranio empobrecido. Eso nos da una
idea de las magnitudes. Algunas ONG denuncian un mayor índice de
enfermedades ligadas al uranio empobrecido, como el cáncer. En Gran
Bretaña, tanto CASI, la campaña contra las sanciones a Iraq, como Dai
Williams están realizando un trabajo espléndido de investigación. En
cuanto a las cantidades utilizadas, el caso de Afganistán es muy
similar al de la primera guerra con Iraq en 1991. Por otro lado,
también hay que recordar que Afganistán es un país muy pobre, y gran
parte de la población no recibe asistencia sanitaria, particularmente
las zonas donde más han bombardeado, que son áreas muy aisladas.