30 de Ene. 2009 (Por Juan Marrero).- El 23 de enero, Fidel Castro
inició una visita a Venezuela. Era su primer viaje al exterior luego
del triunfo de la Revolución. Y durante su estancia de cinco días fue
aclamado como un héroe continental, tal como tituló un reportaje
gráfico la revista Bohemia.
El viaje tuvo un motivo principal: expresar agradecimiento al pueblo de
Venezuela por su valiosa contribución moral y material a la causa por
la libertad de Cuba. Durante los años de la lucha en la Sierra Maestra
fueron muchos los gestos y acciones de solidaridad de la patria de
Bolívar con el Movimiento 26 de Julio.
Fue a Venezuela –dijo Fidel en una masiva concentración en la Plaza el
Silencio, de Caracas— en primer lugar, por un sentimiento de gratitud;
y, además, por un deber elemental de reciprocidad con las instituciones
que lo invitaron a participar en la alegría de Venezuela por el 23 de
enero, al celebrarse el primer aniversario de la caída de la dictadura
militar de Pérez Jiménez, quien al igual que Batista tuvo relaciones
amistosas con Estados Unidos y recibió armas para reprimir al pueblo y
condecoraciones del gobierno de Washington.
Bolívar estuvo muy presente durante esta visita del líder de la
Revolución Cubana. Y en distintos discursos Fidel recordó que el
Libertador no se olvidó de Cuba y que entre sus planes estuvo libertar
a Cuba.
Fidel llegó a Caracas en un avión venezolano que fue enviado a La
Habana por la Junta Patriótica que asumió el poder al ser derrocado
Pérez Jiménez. Fidel y su comitiva: Celia Sánchez, Pedro Miret, Paco
Cabrera, Violeta Casals, Luis Orlando Rodríguez, Jorge Enrique Mendoza,
Orestes Valera y otros compañeros, realizaron la travesía en la nave de
matricula venezolana, según contó Luis Báez, uno de los periodistas
cubanos que acompañó al líder de la Revolución. En Venezuela acababan
de celebrarse elecciones presidenciales en las que resultó triunfador
Rómulo Betancourt, del Partido Acción Democrática.
Treinta mil personas esperaron a Fidel en el aeropuerto de Maiquetía.
Entre los que asisten a darle la bienvenida al héroe de la Sierra
Maestra estuvo el contralmirante Wolfgang Larrazábal. Para él es un
gran día. Hacía exactamente un año que sus navíos de guerra entraron en
acción coordinada con la huelga general que precipitó el derrocamiento
de Pérez Jiménez. Formaron parte de la marea humana Fabricio Ojeda,
presidente de la Junta Patriótica que contribuyó a forjar la victoria
del 23 de enero, Luis Beltrán Prieto, a nombre de Acción Democrática
(AD), Jovito Villalba, máximo dirigente de la Unión Republicana
Democrática (URD) y otras personalidades.
En el trayecto hacia Caracas decenas de miles de personas lanzaban
flores a su paso. Muchos lloraban por la emoción. Una buena parte del
camino, el pueblo venezolano lo llevó en hombros. Estuvo en una
ceremonia de bienvenida que le ofreció el Congreso, y también en la
Universidad Central, en el Consejo Municipal de Caracas y en la
concentración en la Plaza El Silencio.
Una queja tuvo Fidel: las constantes peticiones que le hacían para que
firmase autógrafos. Firmó más de mil cada día. En un discurso dijo:
¿Ustedes quieren que me dedique a la Revolución o a firmar autógrafos?
Yo no soy artista, soy revolucionario.
Allí en Caracas, en la Universidad Central, conoció a un gran poeta de
América, al chileno Pablo Neruda, quien habló en un masivo acto de
estudiantes y leyó su Canción a Bolívar. Luis Báez reseñó lo expresado
por Neruda: “En esta hora dolorosa y victoriosa que viven los pueblos
de América, mi poema con cambios de lugar, puede entenderse dirigido a
Fidel Castro, porque en las luchas por la libertad cada vez surge el
destino de un hombre para dar confianza al espíritu de grandeza en la
historia de nuestros pueblos”.
A la llegada de Fidel, Rómulo Betancourt se encontraba de
recorrido por las guarniciones militares de Venezuela. El domingo en la
noche llegó a su quinta Marítmar en Caracas. Fidel Castro acudió allí.
Fue una visita de carácter privado, expresaron ambos. Betancourt citó
para tal encuentro a los medios de comunicación. Según Báez, al ver
tanta prensa, Celia Sánchez comentó con el embajador cubano: “Que es lo
que busca Rómulo, una entrevista o un show”. Fidel y Betancourt
charlaron en privado por espacio de dos horas. Fue, en realidad, un
encuentro amistoso, aunque tenso. Mucho tiempo después se ha dicho por
analistas venezolanos que Betancourt le expuso a Fidel la imposibilidad
de otorgarle un crédito a Cuba para la compra de petróleo “debido al
control de las transnacionales de Estados Unidos sobre la producción y
comercialización” de ese producto.
El día del regreso a la patria la delegación cubana tuvo una gran
pérdida: el comandante Paco Cabrera cuando accidentalmente fue golpeado
en la pista del aeropuerto por una hélice de una nave que estaba a
punto de despegar.
Aquella primera visita de Fidel a Venezuela fue profética. Fidel, en
sus declaraciones, prometió a los estudiantes venezolanos que les iba a
conceder numerosas becas y que en Cuba se iban a hacer numerosos
centros universitarios. En la Escuela Latinoamericana de Medicina
(ELAM), creada en Cuba en 1999, ya se han graduado médicos venezolanos.
Y no solo eso: ya en Venezuela ha nacido la segunda ELAM como parte de
un proyecto de formación de médicos comunitarios para América Latina.
La Plaza El Silencio, de Caracas, se llenó totalmente. Allí Fidel
pronunció un medular discurso que “Venezuela debe ser país líder de la
unión de los pueblos de América” y que “Venezuela tiene asegurado un
formidable y brillante porvenir en América”. El actual presidente Hugo
Chávez Frías lo está haciendo, y lo hace muy bien.