Iturriza no es un analista político más en un país donde los practicantes de tal “oficio” crecen como la verdolaga. Claramente ubicado en el campo revolucionario, este sociólogo de 38 años, natural de Puerto Ordaz, utiliza un enfoque autocrítico que se ha convertido en su marca de fábrica, en especial después de un crudo análisis que hizo sobre los resultados de las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010.
En esta oportunidad, comenta los resultados de otro proceso electoral: las elecciones primarias opositoras y el escenario que se ha definido con Henrique Capriles Radonski como candidato presidencial, con una campaña basada en la oferta de la reconciliación política y la paz.
—¿Aquí cabemos todos?
—Sí, aquí cabemos todos, a condición del reconocimiento mutuo de la fuerza de los iguales y del adversario. El problema esencial de la política venezolana es que a la oposición le costó demasiado tiempo reconocer la legitimidad, la dignidad y la fortaleza del chavismo, en tanto fuerza política.
—¿Ya la reconoció?
—Parcialmente, a partir de 2006, después de las elecciones presidenciales. No estoy muy seguro de si han tratado de ponerse a la altura del chavismo o han hecho un esfuerzo por reconocer sus propias debilidades y actuar en consecuencia.
—¿Un presidente de derecha podría, si quisiera, hacer un Gobierno con sentido social o, por su propia naturaleza, la derecha se lo impediría?
—Habría que ver qué se entiende por sentido social. Si hablamos de planes destinados a mitigar los efectos de políticas económicas, sí sería posible. Pero si hablamos de reducir la brecha entre pobres y ricos, claro que no. Es imposible que un Gobierno de derecha haga algo parecido a lo que está haciendo la Revolución Bolivariana en materia social. Absolutamente inconcebible.
—¿La campaña de Capriles está tratando de imitar el discurso del chavismo?
—Absolutamente. Sin una mímesis del discurso chavista no habría campaña de Capriles. Ellos nunca lo van a reconocer, pero vienen en eso desde hace tiempo. Desde que la facción más lúcida de la oposición comenzó a recomponerse, la imitación de los códigos chavistas ha ganado cuerpo. Copian la simbología, las ideas-fuerza y hasta ciertos vocablos, como el caso del poder popular. Recuerdo a (Carlos) Ocariz, después de las elecciones legislativas, diciendo que él era el verdadero líder del poder popular de Petare, porque el de Chávez era pura paja. Claro, copian solamente el espíritu, no el cuerpo porque en el fondo, sus ideas son las del neoliberalismo. Saben que la única manera de vencer es hablándole a los chavistas para convencerlos de que voten por su candidato o, al menos, de que no voten.
—El temor a perder la propiedad –aunque no se sea propietario de nada– funcionó en 2007, en el referendo de la reforma constitucional. ¿Po- dría funcionar en 2012?
—El equipo de campaña de Capriles cree que sí; y por eso, uno de los temas fuertes es el de las expropiaciones. En general, lo vienen trabajando hace tiempo, a través de campañas ligth sobre la propiedad privada y los pequeños empresarios. Es posible que eso se conecte con las aspiraciones de un segmento social, la clase media popular, que es bastante numerosa. Pero no pasa de ser un elemento de campaña más. Yo diría que ni siquiera cuando la reforma eso fue lo determinante.
—Pero, entonces, ¿es viable un Gobierno de derecha con paz social, luego de todo lo que ha pasado en estos años?
—No. Si un hipotético gobierno de Capriles aplicase, aunque sea, la mitad de lo que está planteado en el programa de gobierno, sería absolutamente inconcebible que haya paz social. Esto siempre se interpreta como un chantaje, sobre todo cuando lo dice el Presidente. Se afirma que es típico de los liderazgos carismáticos decir que “después de mí, el caos”. Pero no es un chantaje, pues el programa opositor es privatizador, implica un retiro del Estado de la economía en general, un desmontaje de todo el aparato jurídico que sostiene a Pdvsa. Tendría unos efectos inmediatos tremendos, por ejemplo, en los costos de los servicios básicos: el agua, la electricidad, todo. Además, la paz estaría amenazada porque hay muchos indicios de que vendría una arremetida bastante fuerte contra el chavismo. Por cierto, lo que sucedió cuando Capriles resultó electo gobernador de Miranda es un buen indicio de lo que podría pasar en materia de desmantelamiento de misiones. Claro, todos esos son supuestos negados. Para vivir ese escenario tendríamos que darle la oportunidad a la oposición de llegar allá. Y es mejor no dársela.
—Ahora, viéndolo desde el ángulo opuesto: ¿tiene Chávez alguna posibilidad de incidir en la clase media y restarle votos a Capriles en su feudo?
—El Presidente no puede dejar de dirigirse a todos los sectores de la sociedad, incluso, a los ricos, porque es el Presidente de todos. Yo creo que él lo hace, pero indudablemente su compromiso fundamental es con los sectores populares. A mi juicio, allí debe seguir centrando sus esfuerzos porque son la mayoría y porque hay malestar en ese segmento. Si esa gente se abstiene puede decidir las elecciones presidenciales. En evitar la abstención de los sectores populares chavistas debe centrarse la atención, no sólo del Presidente, de todos los revolucionarios.
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Crítica leal
Fue el mismísimo Hugo Chávez quien convirtió en celebridad a Reinaldo Iturriza, al elogiar su artículo del 2 de octubre de 2010: “Parlamentarias 26-S: un análisis preliminar” (http://www.aporrea.org/actualidad/a108909.html).
El Presidente destacó el valor de esa crítica leal.
Le preguntamos a Iturriza si aquel gesto fue un hecho aislado o marcó una tendencia a la autocrítica.
“La institucionalidad sigue siendo bastante refractaria a la crítica –respondió-. Si en nuestros medios se asumiera esa actitud del Presidente, no serían como son. No digo que no sirvan, pero necesitan más crítica rigurosa y responsable.
Lo que más me marcó del episodio con el Presidente fue lo que me dijo la gente.
Alguien me escribió: ‘Tremendo compromiso tienes: decir lo que decimos los invisibles y no nos escuchan, no te conviertas en otro burócrata’. Estoy en contra del pernicioso desbocamiento de la crítica, pero la realidad que predomina en las instituciones es el rechazo a la crítica y eso no le hace ningún favor a la Revolución”.
Para aprovechar su vocación autocrítica, le pedimos que evalúe la respuesta dada a las primarias. Dijo:
“Si se iba a cuestionar las condiciones acordadas con la MUD, debió hacerse antes de las elecciones. No le encuentro sentido a hacerlo después. Fue contraproducente centrar la política comunicacional del Gobierno en la denuncia de fraude. Está muy lejos de ser lo medular y arroja, se quiera o no, un manto de dudas sobre el CNE”.