En diciembre del 2001, durante el gobierno de Fernando De la Rúa, que era un continuador de las polícas neoliberales de los años 90, tuvo lugar una revuelta popular que se extendió por todo el país y contó con muchos sectores sociales. Si bien la mayoría estaba compuesta por los sectores populares, cuya situación estaba de mal en peor, una gran parte de esa movilización la componía la clase media, a quien la retención de su dinero por parte de los bancos la obligó a salir masivamente a la calle.
La movilización estuvo caracterizada por cacerolazos; la gente salió a las calles a golpear sus cacerolas y a pedir "que se vayan todos". Así, el presidente renunció a su cargo y se escapó, siguiéndole a ese hecho una serie de presidencias continuadas, hasta el año 2003, donde se volvió a votar y ganó, aunque por un porcentaje muy bajo, Néstor Kirchner.
Pasados 11 años de esos hechos, hoy la derecha de nuestro país vuelve a usar las cacerolas, pero con otra intención. Desde el gobierno de los Kirchner, la derecha más reaccionaria no ha podido hasta ahora homogeneizarse y constituir una oposición real, agregándose a esto el enorme apoyo popular que el kirchnerismo adquirió, apoyado en políticas sociales que si bien no cambian estructuralmente la situación de los trabajadores y los sectores populares, sí mejora sus condiciones materiales de vida, de trabajo, de salud. Paralelamente, molesta a los grupos de poder económico del país, con medidas que a los sectores privados les quita algunos privilegios que siempre han tenido.
La derecha representada en personajes como Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Francisco De Narváez y Eduardo Duhalde, está transitando un claro intento de poder presidenciar a alguno de ellos para las elecciones del 2015, después de haber sido aplastados el año pasado por Cristina, que obtuvo un 54% de los votos.
Los medios más hegemónicos plantean una falsa polarización entre el Gobierno y ellos, y se puede ver en los canales de televisión más masivos, un periodismo que tergiversa información y la manipula para oponerse al Gobierno. Un claro ejemplo de eso, en el programa "Periodismo para Todos", conducido por Jorge Lanata, un periodista que formaba parte del progresismo y que se pasó a la derecha radicalmente.
Desde esos sectores de derecha, incluídos estos medios de comunicación, este año han convocado a los sectores que comparten su orientación a hacer una demostración de fuerza en la calle. Y por primera vez después de muchos años, lo lograron. En el mes de Junio y en Septiembre, miles de personas se movilizaron a la Plaza de Mayo en Capital, y a otros centros en otras ciudades importantes del país, a mostrar una oposición al Gobierno, criticando por ultraderecha sus políticas sociales, y con consignas que asustarían al progresista más tibio del país. Simulando una movilización espontánea, esta gente estuvo convocada por la derecha que busca adquirir una fuerza social en la calle.
En las declaraciones, se escuchan desde reclamos por poder comprar dólares, hasta las más atroces reivindicaciones de las dictaduras que vivimos en la Argentina, particularmente la última que dejó un saldo de 30.000 compañeros desaparecidos. Parodias a la Madres de Plaza de Mayo, incansables luchadoras en la búsqueda de sus hijos y nietos desaparecidos, referentes de la lucha por los derechos humanos; amenazas de muerte a la presidenta; simbologías nazis, son algunas de las cosas que pueden verse en las imágenes que los medios progresistas, y cercanos al gobierno, pudieron tomar.
Sin embargo, uno de los factores distintivos de las declaraciones de la gente, están en la comparación acusatoria de este gobierno con el de Venezuela, Cuba, Ecuador, y otros. Y es que el rumbo que están tomando estos gobiernos, que apuestan a una integración latinoamericana, y en mayor o menor medida, desplazan del poder a todos los sectores que mantenían a nuestro continente sucumbido en la miseria y lo vendían, literalmente, a Europa y Estados Unidos, molesta a las derechas que tienen miedo del "fantasma comunista" y de perder sus preciadas pertinencias privadas.
Así, podemos ver cómo en Abril del 2002, la movilización golpista en Venezuela, mandaba a Chávez "para Cuba", y en el 2012, en Argentina, mandan a Cristina "para Venezuela o Cuba". Impresiona, lo parecido de las declaraciones en ambos momentos, y nos marca que la integración continental de la derecha es un camino que necesitan y vienen construyendo de a poco estos años. La demostración más clara de esto, es el viaje que hizo a la República Bolivariana el PRO de Mauricio Macri, gobierno de la capital federal de Argentina, para expresar su apoyo incondicional a Capriles Radonski.
Las más de 5 contundentes victorias del comandante Chávez, la clara victoria de Cristina Kirchner, obliga a estos sectores a acusar a nuestros gobiernos de "dictaduras", ya que sólo esta confusión hasta teórica les sirve como recurso después de haber sido aplastados.