29-04-14.-Dos zafiros azules se ven a través de la máscara antigas que porta la mujer. Una herida de disparo en la frente dispersa el miedo por la mente de quienes la observan mientras caminan por la avenida Francisco de Miranda, en Chacao.
Ella había posado para la campaña publicitaria de una marca de teléfonos móviles, pero algunos manifestantes desviaron la finalidad: ahora es modelo de quienes violan las ordenanzas municipales de Chacao.
Según la Ordenanza sobre Normas de Convivencia Ciudadana en los Espacios Públicos Municipales de Chacao la cultura ciudadana es el conjunto de normas, valores y principios que, compartidos entre los miembros de la comunidad, generan sentido de pertenencia con su entorno, impulsan el progreso, facilitan la convivencia, conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos. (Foto: Franklin Rodríguez).
En los kioskos de la avenida, la empresa Huawei invirtió en publicidad, pero manifestantes contrarios al Gobierno del presidente Nicolás Maduro desvirtuaron la campaña que pretendía vender el teléfono más delgado de la marca. Ahora la muchacha vende violencia.
Kioskos y paredes rayadas, alcantarillas dañadas, pipotes de basura colocados en medio de las calles, quema de cauchos e instalación de campamentos en espacios públicos son algunas de las acciones que se han realizado en municipios del este de la capital de Venezuela. Todas ellas violan las ordenanzas municipales de convivencia ciudadana.
Comportamiento bárbaro y rigidez de pensamiento
Es el municipio más pequeño de los cinco que conforman Caracas, pero el más rico. En Chacao se concentran grandes centros financieros: bancos, empresas privadas, negocios, agencias de información, centros de esparcimiento, restaurantes y embajadas.
Ahí, en una de las zonas más privilegiadas del este capitalino, los mismos vecinos se han dedicado a arruinar todo el mobiliario urbano que conforma la urbanización donde coexisten.
En Bello Monte, urbanización del municipio Baruta, también han removido alcantarillas y para evitar la libre circulación ciudadana. La Policía Municipal no hace nada para impedir dichas acciones. (Foto: Franklin Rodríguez)
El alcalde de Chacao, Ramón Muchacho, ha manifestado su compromiso con el comportamiento cívico en la zona de la cual es responsable.
Danellys Colmenares ha vivido en Chacao durante ocho años y sus vecinos siempre habían mostrado cordialidad y respeto, pero desde febrero de 2014 ella asegura que han sido totalmente contrarios a lo que demostraban.
“Un día mi esposo y yo llegamos a Chacao a las siete de la noche. La calle Guaicaipuro, donde vivimos, estaba bloqueada con basura y jóvenes manifestando. Nosotros les pedíamos permiso para poder llegar a nuestro hogar y en vista de que no nos dejaban entrar, mi esposo subió el carro por la acera y pasó la barricada. Un grupo de 30 muchachos se acercó al vehículo con objetos contundentes en sus manos. Yo me bajé a conversar con ellos porque me dio miedo, estaban mis tres hijos en el carro”, narra Danellys Colmenares.
Según esta habitante de Chacao los vecinos del municipio apoyan las manifestaciones violentas que se han generado en la zona: cuando la Guardia Nacional Bolivariana o llega a abrir paso en las vías, desde los edificios lanzan piedras, botellas y bombas molotov. “Ven a los cuerpos de seguridad como sus enemigos, trancan las calles para que vaya la guardia, su finalidad es agredir a los efectivos”, dice Danellys.
Danellys ha sido testigo de la evolución de las demostraciones violentas de descontento: “Al principio incendiaban basura y añadían químicos como formol, luego pusieron guayas en la avenida que sube hacia el centro comercial San Ignacio, después identificaban a los vecinos que no los apoyaban y los amenazaban por redes sociales, finalmente llegaron a la violencia física”.
La barbarie tocó la puerta
La cerradura violentada, la reja llena de excremento y un cartel con una amenaza no impidió que Danellys y su familia abandonaran la casa, pero tres disparos que dieron a la ventana de su sala sí lo lograron.
Reja de la casa de Danellys Colmenares. Luego de sufrir asedio y violaciones a su espacio de convivencia ciudadana, decidió abandonar su hogar por razones de seguridad familiar. (Foto: Danellys Colmenares).
“Estamos ahora en una casa de resguardo, esta situación nos ha afectado de muchas maneras. Es fuerte no poder ir a tu propia casa, mi hijo de cuatro años un día pensó que la quemarían”, cuenta Danellys con los ojos vidriosos.
Según las Normas de Convivencia Ciudadana en los Espacios Públicos Municipales de Chacao las personas deben actuar pacífica y armoniosamente. Esto debería llevar a un reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos evitando cualquier acción o manifestación contraria al respeto, la consideración, la tolerancia y las buenas costumbres, pero las mismas personas han hecho caso omiso a la norma y peor aún a la reflexión y a la conciencia moral.
Las acciones que se han desarrollado en contra de Colmenares violan el artículo 12 de la ordenanza en la cual se establece como deber asumir conductas que permitan mejorar relaciones entre miembros de la comunidad, solucionar de manera pacífica los conflictos y proceder con respeto a las demás personas y bienes.
En Chacao también se han violado al menos siete de las 14 obligaciones que tipifica la ordenanza municipal para preservar los espacios públicos municipales. Haciendo todo lo contrario a lo establecido en este reglamento los manifestantes han quemado residuos, desechado cachivaches, abandonado enseres, rayado paredes y kioskos, usado bienes municipales para fines distintos al previsto y pernoctado en parques y plazas.
Violación en Las Mercedes, municipio Baruta. Caracas. Se empapeló un mobiliario urbano destinado a publicidad. (Foto: Franklin Rodríguez)
Autopista cerrada, derecho violado
En Prados del Este abundan las casas, la mayoría de los vecinos son gente de clase alta que ha podido construir o comprar quintas en ese sector del municipio Baruta.
Steffani Hernández tiene 23 años y acaba de finalizar estudios en la Universidad Católica Andrés Bello, su familia vive en Prados del Este y ella transita por esa zona con frecuencia para ir a su trabajo y retornar a casa.
En Prados del Este también se desató la anarquía, según expresa Steffani: “Los mismos vecinos se reunían a partir de las seis de la mañana para que la gente no pudiera salir de la urbanización hacia sus trabajos. En las noches volvían a bloquear el paso para que uno no pudiera entrar a casa”.
En la avenida principal de Prados del Este sacaron las tapas de las alcantarillas, colocaron basura y un cartel da la bienvenida con la frase “Héroes de Prados del Este”.
A diferencia de otras urbanizaciones, en Prados del Este no se han rayado demasiadas paredes, quizás porque dichas construcciones son los frentes de las casas de los mismos vecinos que bloquean vías. (Foto: Franklin Rodríguez).
La Ordenanza de Reforma a la Ordenanza de Servicio Básico de Aseo Urbano y Domiciliario de Baruta estableció como obligación a todos los habitantes facilitar el logro de los objetivos sanitarios ambientales y de calidad de vida ciudadana.
Sin embargo, en Baruta los vecinos desconocen la norma: “Después de bloquear las calles se pusieron más radicales, quemaban cauchos, abandonaban cachivaches en las vías, atravesaban pipotes de basura y sacos de arena”, dice Steffani.
La policía municipal ha ignorado la violación a la ordenanza municipal cuyo artículo 38 establece una multa de 50% del salario mínimo a quienes abandonen chatarras en lugares públicos, arrojen residuos de cualquier índole en las aceras, calzadas, jardines, plazas, parques, terrenos, puentes, monumentos, ríos, cañadas, laderas de cerros y cualquier lugar de uso público.
Redoma en Manzanares, municipio Baruta. Al pasar Prados del Este solo se ven carteles con pensamientos opositores al Gobierno de Nicolás Maduro. En la fotografía se aprecia el bloqueo de una vía en Manzanares con escombros y basura. Foto: Franklin Rodríguez.
Los vecinos de Prados del Este y Santa Fe también han bloqueado la autopista de Prados del Este, vía que conecta varias zonas del este caraqueño con el oeste y con el norte.
Steffani cuenta cómo eso la ha afectado: “A veces no puedo salir o entrar a mi casa, siempre tengo que usar vías alternas y tardo demasiado tiempo en las colas por el bloqueo de la autopista. Además he perdido citas médicas y la Policía de Baruta no hace nada más que tratar de controlar el tráfico. Ni siquiera dialoga con los manifestantes para que abran el paso en la autopista”.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra el derecho al libre tránsito en su artículo 50, no obstante algunos ciudadanos no la respetan y algunos policías municipales tampoco la hacen respetar.
Más árboles talados, menos oxígeno para los humanos
Las plantas respiran y los árboles también. Las hojas de los árboles, seres vivos como los humanos, absorben el dióxido de carbono y con la luz solar, hacen el proceso de fotosíntesis para generar oxígeno. Oxígeno que respiran los seres humanos para poder vivir.
Debería ser indiscutible el que las personas cuiden los árboles, pero muchas veces se talan indiscriminadamente con fines comerciales; sin embargo en Venezuela se desató una tala de árboles con fines políticos.
Desde febrero de 2014 en 18 municipios de los 335 que hay en el país se han trancado calles para protestar en contra del presidente Nicolás Maduro, según cifras de Gobierno. En algunas de esas guarimbas se han utilizado troncos de árboles, talados de las vías públicas, para incendiarlos y cerrar vías.
El presidente Maduro denunció el ecocidio y aseguró que en Venezuela se talaron 5 mil árboles entre febrero y abril 2014. Gabriela Molina, integrante del Movimiento Ecologista de Venezuela, rechazó dichas acciones y sostuvo que atentan contra la vida.
En El Cafetal, urbanización del este de Caracas perteneciente a Baruta, hay vestigios de lo que fue una fuente de vida para el hombre: en plena avenida principal los troncos de árboles acostados en el piso tienen la marcha del hacha que los derribó.
Al fondo la base de un árbol que fue talado en la avenida principal de El Cafetal. También se ve un cartel que junto con cachivaches fueron colocados en el canal lento de la vía para evitar la libre circulación vehicular. (Foto: Franklin Rodríguez.)
Giomar Rodríguez, integrante del Frente Nacional Ecosocialista por la Vida, afirmó que el ser humano debe estar siempre unido con la naturaleza porque de esa manera se preservará el bienestar para toda la comunidad, pero en El Cafetal no pensaron en eso antes de derribar los árboles y violar la Ordenanza sobre Poda, Transplante y Tala de Árboles.
Quienes derribaron los árboles que yacen en las aceras de El Cafetal deberían pagar una multa de quince unidades tributarias, según el artículo 24 de la ordenanza. Esto si no tenían permiso para hacerlo, pues la ordenanza establece ciertas condiciones para permitir la tala de árboles.
En dicha ordenanza, el artículo 28 expresa que todo aquel que destruya la cobertura de las áreas verdes públicas, deberá participar obligatoriamente en actividades de reforestación. Pero eso no se cumple en Baruta, siendo el Ejecutivo quien ha enfrentado la reforestación mediante la Misión Árbol.
Arboles talados en la avenida principal de El Cafetal, en Caracas. La Alcaldía no ha recogido los restos de las plantas que fueron cortadas de raíz. Foto: Franklin Rodríguez.
Conciencia y civismo
Solo la conciencia de cada venezolano sembrará y desarrollará un mejor país. Cada acción en contra de un bien público no es sino un ataque contra sí mismo, pues todos convivimos en esas áreas.
En un país que requiere del civismo de cada uno de sus habitantes para poder mantenerse y crecer, es imprescindible acatar las normas y mantener un comportamiento enraizado en la moral y las buenas costumbres ciudadanas. Solo así seremos mejores.