"¿En qué tipo de ciudad queremos vivir? ¿Qué imágenes de esa ciudad queremos tener? ¿Por qué tenemos que someternos a las que sean dictadas desde la política del dinero y el control?". La artista y activista neoyorquina Beka Economopoulos está inquieta. Sus preguntas son las mismas que estos días rondan en la cabeza de miles de fotógrafos, cineastas o simplemente ciudadanos de Nueva York, como la cantante Patti Smith o el músico Michael Stipe, unidos contra una propuesta de ley que amenaza con prohibir tomar fotos y filmar en las calles de esa ciudad a quienes no soliciten un permiso oficial de rodaje y no tengan dinero para pagar un seguro.
La medida, impulsada desde el New York City Mayor's Office of Film, Broadcasting and Theater (MOFTB) afectará a todo grupo de más de cinco personas que aspire a tomar fotos o filmar durante más de diez minutos. Si se trata de sólo dos personas, el máximo permitido serán treinta minutos. Pero los precios de un seguro de rodaje que cubra indemnizaciones por valor de un millón de dólares (el standard que se utiliza en el cine) no bajan de los 1.000 dólares por semana, una cifra inalcanzable para muchos de los artistas que han contribuido a que Nueva York se convirtiera en la capital del cine 'indie', en el decorado de miles de videos musicales y en la ciudad donde la prolífica producción fotográfica, improvisada y espontánea, seguramente haya dado algunas de las mejores imágenes de la historia de la fotografía.
"Están intentando regular un problema que no existe. Nadie se ha quejado de que la gente tome fotos en la calle. ¿Cómo esperan procesar las miles de peticiones que les pueden llover encima? ¿Esperan que los turistas también pidan permiso para sacar fotos en Times Square? Si se llega a aprobar, esta ciudad perderá una de sus fuentes de creatividad más importantes: la imagen de sí misma que cada fotógrafo y cada cineasta es capaz de sacar de la propia ciudad. Además, es completamente anticonstitucional porque vulnera nuestro derecho a la libertad de expresión".
Economopoulos es una de las portavoces del grupo Picture New York without pictures of New York (Pinta Nueva York sin fotos de Nueva York), una plataforma fundada hace apenas dos semanas para intentar alertar a los neoyorquinos de lo que se les viene encima a menos que la unión haga la fuerza y sean capaces de frenar una ley contra la que se pueden presentar quejas hasta el próximo viernes. "De momento hemos recogido más de 15.000 firmas en contra y hemos conseguido que se hable del tema en la prensa. Quizás den marcha atrás". Y para que la alerta surja precisamente a través del medio que está siendo amenazado, este colectivo ha invitado a todo neoyorquino a enviar fotografías y vídeos" como forma de comentario público ante esta ley".
Observados sin poder observar
En una ciudad donde pronto se instalarán 3000 cámaras de seguridad como parte de un plan de lucha contra el terrorismo, la prohibición de filmar también viene motivada, en parte por ese mismo miedo. Este invierno el cineasta Rakesh Sharma, de origen indio, fue arrestado en Manhattan por tomar imágenes de un rascacielos sin permiso del Ayuntamiento. Sharma contratacó a través de la ACLU (American Civil Liberties Association), que alegó que no hay una norma escrita que diga que son necesarios los permisos y el seguro. De ahí que la oficina que gestiona los rodajes haya impulsado esta medida, que es la que hasta ahora se le exigía unicamente a las grandes producciones pero no a los fotógrafos de bodas, a los fotógrafos de moda o a los ciudadanos periodistas que cuelgan sus videos en YouTube.
"Es necesaria una norma pero ésta es ridícula. Abre la puerta a que la policía pare a quien le de la gana, virtualmente a todo el mundo", afirman desde la ACLU. Esta organización que defiende los derechos civiles ha advertido que se querellará contra el ayuntamiento si la ley se llega a aprobar. Hace dos años los responsables del metro de Nueva York intentaron prohibir la fotografía en sus instalaciones. No tuvieron éxito. "La explotación del miedo se utiliza como excusa para cambiar nuestras formas de vida y controlarnos. No lo podemos permitir. Hay gente a la que no le importa, pero yo creo que tenemos que defender nuestros derechos por encima de todo", concluye Beka Economopoulos.