Moscú, 16 de agosto. La cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) –integrada por Rusia, China y cuatro ex repúblicas soviéticas de Asia central: Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán– sirvió para ratificar hoy que este grupo de países mantiene su intención de crear un contrapeso a la expansión de Estados Unidos en la región, estratégicamente importante y rica en hidrocarburos.
Celebrada en Bishkek, capital de Kirguistán, en esta reunión se dieron cita los jefes de Estado de casi la mitad de Eurasia. Asistieron con carácter de observadores los presidentes de Turkmenistán, Irán y Mongolia, sin faltar representantes de India y Pakistán y hasta el mandatario de Afganistán, cuyo gobierno apenas se sostiene con los soldados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Sin ser ese su propósito declarado, la OCS –que ya suma a más de la mitad de la población del planeta–, organización creada para impulsar esencialmente la confianza recíproca y la cooperación económica en la zona, de unos años para acá empezó a desenvolverse como una agrupación con agenda más política y aún podría evolucionar hacia una alianza militar para contrarrestar a la OTAN.
No en vano, la semana anterior, la OCS realizó grandes ejercicios militares en China que este viernes, con participación por primera vez de todos los países miembros, se repetirán en Cheliabinsk, en los Urales rusos, en presencia de los jefes de Estado e invitados a la cumbre de Bishkek.
Para estas maniobras, bajo la denominación de Misión de Paz 2007, se movilizaron cerca de 6 mil 500 soldados, mayoritariamente rusos y chinos, así como 36 cazabombarderos, artillería pesada y otros equipos de guerra.
Oficialmente, se trata de ensayar una operación conjunta para neutralizar un eventual “ataque del terrorismo internacional”, pero en el fondo se busca reforzar con argumentos militares el mensaje político que lanzó hoy la OCS a Estados Unidos, en el sentido de que las “acciones unilaterales no pueden ser una respuesta a los desafíos contemporáneos”, tesis que se refrendó en la declaración final de la cumbre.
Al hablar ante sus colegas, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que, en el cambiante siglo XXI, en el cual surgen nuevos centros de influencia y crecimiento económico, “estamos convencidos de que ningún país, por sí solo, está en condiciones de resolver los problemas globales”.
Y también en respuesta al unilateralismo que practica Estados Unidos, agregó: “Rusia, como los demás miembros de la OCS, está en favor de robustecer un sistema multilateral, que asegure igual seguridad y posibilidades de desarrollo para todos los países”.
El presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, ante la mirada aprobatoria de Putin y del presidente chino, Hu Jintao, desmintió una vez más que su país sea el peligro que Estados Unidos afirma querer prevenir al instalar componentes de su escudo antimisiles en Europa del este.
“El verdadero peligro es el escudo antimisiles de Estados Unidos y lo peor es que un proyecto de esa magnitud va más allá de la amenaza a un país. Afecta a la mayoría del continente, a toda Asia”, reviró.
Los dirigentes de los países miembros de la OCS suscribieron en Bishkek un amplio Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación, el cual servirá de marco de referencia para proyectos de largo plazo en distintas áreas.