Estamos muy lejos de ser un país productivo y autosuficiente, eso significa: producir y satisfacer en un alto porcentaje la demanda interna de productos esenciales para la vida de la población.
Aún somos una economía estructuralmente importadora –economía de puertos– y monoexportadora: es del petróleo de donde provienen los mayores ingresos del país.
“De las exportaciones totales, que casi llegan a 97 mil millones de dólares, 95% las produce Pdvsa. El sector privado produce apenas 3 mil millones de dólares, pero demanda 30 mil millones”.
Los medios de comunicación, la oligarquía importadora y comercial tienen años construyendo la percepción de que el bolívar fuerte es débil, dolarizando la mentalidad del venezolano.
Es vox populi que existen empresas privadas que recurren a mecanismos delictivos, a todo tipo de engaños (importar containers vacíos o llenos de piedras) para hacerse con dólares de Cadivi y Sitme, que luego entran al “mercado” como “dólar de guerra o paralelo, para dañar y destruir nuestra economía.
Que bueno sería ver a Carmen Meléndez, ministra del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia y de Seguimiento de la Gestión Presidencial, presidiendo una comisión de alto nivel y autonomía: CICPC, Sebim, auditores, etc. para trabajar conjuntamente con la Fiscalía y Asamblea Nacional para combatir el delito cambiario.
No podemos olvidar que la guerra de cuarta generación incluye la “guerra económica”; que sin castigo ejemplar –con todo el peso de la ley– contra el crimen organizado o delito cambiario llámense: grupos financieros, contratistas o funcionarios corruptos, la impunidad seguirá reinando y el socialismo será más que una utopía; una fantasía.
Acabemos con la especulación y el delito cambiario. ¡Qué se publiquen las listas del Sitme! ¡Basta de impunidad!
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