Lo que identificamos como guerra económica es parte de un plan para crear una crisis de gobernabilidad. Es una estrategia perversa que busca impedir el control político sobre el cambio social y al mismo tiempo romper la coherencia interna de los procesos dirigidos a la transformación estructural de la sociedad venezolana.
La guerra económica hoy se expresa en especulación, desabastecimiento de productos básicos por el acaparamiento y la parálisis premeditada de la producción nacional. Los grupos económicos paralizan y controlan la producción a su antojo e imponen un mercado financiero paralelo donde se cotiza el dólar al precio que ellos deciden. Ningún país puede resistir un ataque tan desproporcionado contra su economía, la impunidad tampoco garantiza la resistencia necesaria.
La guerra económica condujo al golpe de estado de 2002 y al paro petrolero de 2003. Paralizaron la producción nacional y provocaron desabastecimiento. Fueron derrotados y el país comenzó a recuperarse poco a poco. Hubo un crecimiento durante 22 trimestres consecutivos y el Comandante Chávez impulsó programas para garantizar una redistribución de esos recursos. Nacen las Misiones Sociales y comienza un proceso de definición política que marca el rumbo al socialismo. En 2006 Chávez es reelecto y profundiza los cambios, la oligarquía también profundiza sus ataques.
La crisis estructural de Europa y EEUU (año 2008) golpea la economía mundial. Venezuela resiste aunque nuestra economía sufre una desaceleración y en el 2009 el precio del petróleo baja de 140 a 40 dólares por barril. A finales de ese año Venezuela entra en recesión y la economía se contrae en un 3,3% con una inflación de 25%. El Comandante Chávez reivindica el carácter social de nuestra economía y mantiene las Misiones Sociales resistiendo los ataques de una oligarquía parasitaria que presagiaba el fin de la Revolución Bolivariana.
En el contexto de la crisis de la economía mundial, Venezuela tuvo 5 trimestres sin crecimiento. En 2010, aunque la CEPAL predice una contracción de 3%, nuestra economía comienza su recuperación y en el último trimestre se registra un crecimiento de 0,6%. Este síntoma de recuperación económica estuvo acompañado de una dura batalla contra los grupos económicos que, a partir de este momento, profundizaron todas las acciones de una guerra económica que, como dijimos al comienzo, busca crear una crisis de gobernabilidad que conduzca a la desestabilización del país.
La muerte del Comandante Chávez aceleró los planes desestabilizadores y la guerra económica adquirió una nueva dimensión para una oposición que sufre derrota tras derrota. El desconocimiento de los resultados electorales con la intención de deslegitimar la institucionalidad no consiguió eco en los sectores populares. La oposición no logró aislar a Venezuela del contexto internacional y, en su desesperación, no encuentra otro atajo antidemocrático que la guerra económica como gran estrategia desestabilizadora.
El persistente desabastecimiento, la desmesurada especulación con productos de la cesta básica, el acaparamiento, la premeditada paralización de la producción, la especulación financiera con el dólar paralelo solo sirven para nutrir una inflación que devora el poder adquisitivo generando desconfianza y desesperación en la población.
La respuesta del Presidente Nicolás Maduro con la creación del Órgano Superior para Defensa Popular de la Economía a cargo del M/G Hebert García Plaza constituye, sin lugar a dudas, una decisión que busca atender el problema y diseñar soluciones inmediatas y mediatas. Sin embargo, el éxito de esta instancia depende de su capacidad para incorporar a los sectores populares organizados y lograr el concurso de los distintos ministerios que hasta ahora solo han brindado respuestas burocráticas intrascendentes.
Si consideramos como variables determinantes: la producción nacional, la importación solidaria y complementaria, la comercialización, el transporte y el abastecimiento debemos prepararnos para una batalla que requiere políticas innovadoras y al mismo tiempo deberá enfrentar la impunidad, la corrupción y la ineficiencia de una burocracia que luce desvinculada de los grandes problemas del país.
Ante circunstancias similares, el Comandante Chávez depositó su confianza en la fuerza indetenible de un pueblo en movimiento…se la jugó con el pueblo…