Suena como demasiado fuerte. Pero, según las Escrituras, es la cruda realidad. El “amor” desenfrenado al dinero, a la riqueza, es la raíz de muchos males contrarios a la voluntad Divina, a la moral, a la ética. Por “amor” al dinero y a todo lo que con él se puede obtener, el hombre/mujer es capaz de: prostituir/se; matar; corromper/se; robar; traficar; dañar; destruir; provocar desastres económicos, guerras…
Ese “amor” al dinero, de actores “politiqueros” y “empresariales”, “propios y extraños”, amplificados por medios de comunicación que anuncian muchas veces con anterioridad lo que va a suceder o a escasear, ha causado males como: ataques sistemáticos al gobierno para deslegitimarlo; desacredito a instituciones, políticas sociales, proyectos; sabotajes; manipulación del mercado financiero; disminución de la actividad económica y acaparamiento, especulación y contrabando de extracción, que pescando en rio revuelto aprovechan vividores de oficio, bachaqueros, civiles, militares, funcionarios…”la guerra económica”.
El contrabando de colombianos y venezolanos en la frontera inspirados por ese “amor” de elevar sus “ganancias” por encima de las necesidades colectivas del pueblo, trae consecuencias nefastas al país. Las toneladas de productos que se extraen ilegalmente de Venezuela son introducidas con la connivencia de las autoridades vecinas. Es fácil, y sin colas, comprar en “Mercoles”, abastos y bodegas colombianas, alimentos subsidiados y regulados para los venezolanos, claro, con sobreprecio. Según vecinos de Táchira y Zulia, “La mercancía es llevada en camiones custodiada hasta la frontera. Igual pasa con los combustibles hace años”. Negocio redondo.
Por ahora, la gran voluntad que ha tenido el gobierno para frenar estos males que forman parte de la estrategia imperial para impulsar el descontento del pueblo, no ha bastado y siguen generando temor, compras nerviosas y acaparamiento doméstico. El estado realiza esfuerzos para garantizar alimentos, incluso, a través del Órgano Superior de la Economía, “exhorta a los sectores comerciales, formales e informales, a trabajar juntos para construir una Venezuela prospera, frente a la guerra económica”, producto de ese “amor” enfermizo, que sueña con un estallido social, otro caracazo.
No obstante, la fiscala, Luisa Ortega, advirtió que quienes estén incursos en acaparamiento de productos serán sancionados severamente e instruyó a fiscales del MP a solicitar medidas privativas de libertad.
Es de aplaudir la labor de las autoridades en la captura de contrabandistas y acaparadores. Pero, se requiere más contundencia, se desangra el país por culpa de desalmados antipatrias y su “amor” siniestro por la riqueza fácil, el poder, la corrupción, el vicio.
"Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende", Arturo Jauretche.