Me ha sorprendido que un par de funcionarios de CADIVI, que presuntamente ayudaron a crear unas 30 empresas de maletín, estafando a la nación, fueron condenados a 5 años de presentaciones periódicas ante un tribunal, razón por la cual he decidido escribir este breve artículo, movido por la indignación que me causa tal noticia. No por el presunto robo, sino por la complacencia en el castigo. Inescrupulosos como éstos, en caso de demostrarse su responsabilidad, no deben quedar impunes o ser “castigados” con caricias de pétalos de rosas. No son sólo dos delincuentes, porque el desfalco ha sido de sumas tan grandes que los implicados deben ser muchos. Debemos llevar esa historia hasta el final y aclarar también quién es el responsable de y cuáles son los argumentos para tan suave castigo. Valdría el mismo comentario para las multas impuestas a grandes comercios, que son irrisorias en comparación con lo que han robado con sus precios inflados durante tanto tiempo.
En las últimas semanas, el Presidente Nicolás Maduro y el equipo de gobierno en general, han demostrado una gran firmeza que ha rendido extraordinarios resultados. Hemos pasado de la palabra a la praxis en cuestiones sensibles de la vida nacional, donde sólo el gobierno puede tomar decisiones trascendentales. Sólo así continuaremos recobrando la credibilidad en nuestro sistema de justicia, estabilizando con ello el comportamiento social. ¿Cuántos millones de dólares están desaparecidos? Necesitamos desenmascarar a los responsables, necesitamos sentir que se hace justicia, independientemente de su tendencia política, así como se está haciendo con los acaparadores, especuladores y usureros. Como ha sido comentado en múltiples oportunidades por los profesores Vladimir Acosta y Luis Britto García, aclarar esta situación con premura es urgente. Con esos dólares estafados a la nación pudimos haber creado escuelas, espacios culturales, deportivos, científicos y turísticos, dotar ambulatorios y hospitales, aumentar los salarios, etc. Un sólo dólar robado por un hampón de CADIVI (o por cualquier otro), puede cegar la vida a un paciente en un hospital o ambulatorio, donde a veces ni guantes hay.
Escribo esto desde la Universidad de Copenhague, donde, a través de la investigación, tratamos de ampliar nuestros conocimientos sobre un problema de Salud Pública que lleva a la muerte a muchos niños en Venezuela. Y lo comento porque CADIVI, la misma institución responsable directa o indirectamente de inmensas sumas de dinero extraviadas o pésimamente distribuidas, me negó de la manera más absurda 4000 euros para venir a hacer esta investigación de tres meses, alegando necesitar recaudos inaplicables en mi caso, que yo expliqué con claridad en los documentos exigidos. De tal manera que me vine como un turista, con 3000 dólares y 400 euros, a trabajar en una ciudad costosa con poco más de 1000 dólares mensuales, pagando un alquiler de casi 800 dólares mensuales, pero sin poder retirar más de 300 dólares al mes del cajero. ¿Cómo no indignarse y escribir entonces? ¿Quién resarce el desgaste que significó entregar todo lo exigido por CADIVI? más las colas interminables, la angustia, la pena de tener que explicar situaciones bochornosas como ésas a investigadores serios de otras universidades que le están brindando a uno una posibilidad extraordinaria, sin incluir los 4 meses de burlas frecuentes, irrespetos, riesgos corridos, tiempo perdido, angustias y dinero gastado para obtener el pasaporte en SAIME o para pagar multas y cambios de boletos aéreos esperando por una respuesta negativa de CADIVI, para luego venir a rendir frutos en un país nórdico comiendo pan con mortadela y haciendo malabares.
Especialmente si lo multiplicamos por la cantidad de personas honestas que han pasado por situaciones similares y si añadimos el beneficio del dineral robado. Y así como CADIVI, situaciones similares en –por lo menos– el Fondo Chino-Venezolano, donde otros mafiosos acostumbrados a la impunidad estafaron como si nada a una nación que literalmente flota sobre petróleo, pero que aún requiere con urgencia una sabia inversión de sus recursos.
Los millones de dólares extraviados JAMÁS volverán. Robados nos quedamos. Y después de poco tiempo, los ladrones de dólares ya tienen una vida de lujos acomodada. ¿Si el sujeto que irrumpió en la Asamblea Nacional en la toma de posesión del Presidente está preso por aquel delito, por qué delincuentes como éstos no merecen por lo menos pasar el resto de sus días en una cárcel?
Apoyemos a los honestos y preparados, que somos suficientes para desarrollar nuestro país, hundamos para siempre a los corruptos, deshonestos y equivocados, que no nos dejan hacerlo.
El autor es: Docente UCV Maracay
aerg58@gmail.com.