El espititu navideño 2013 no le entró a los comerciantes del Litoral en Vargas (Parte I )

Escribo esto el 24 de Diciembre en la madrugada. Estoy pasando unos 10 días de vacaciones en un desarrollo habitacional de la Gran Misión Vivienda, en construcción en Catia la Mar, Estado Vargas. No estoy pagando por alojamiento y casi todas las comidas la hacemos mi compañera y yo en la casa, o sea las propias vacaciones a las que puede acceder un gran sector de la población venezolana.

Aspiro a echarme unos tres bañitos de playa y a comerme un pescado frito con tostón en cada oportunidad. El prologo anterior es para ubicar al lector en el entorno social en el cual me encuentro y poder justificar la afirmación que hago en el titular de este articulo-crónica, que dejo al análisis de mis fieles lectores.

Con los cuatro meses de aguinaldos (dos a cada uno) que nos dio el seguro Social logramos reunir unos Bs. 12 mil (12 millones de los viejos) y como no íbamos a pagar por el alojamiento y a la playa mas cercana se puede ir en buseta, pagando Bs. 5,oo el valor del pasaje, pensamos darnos la gran vida en estas navidades. Una cosa piensa el burro y otra quien lo va a montar y No contaban con mi astucia parecen ser los dichos populares tomados como estrategia de los comerciantes de estos lares para arruinar los sueños de cualquiera que intente vacacionar.

Parece que el hampa común encontró su verdadero derrotero y se hizo comerciante. Ya no es necesario aprender a ser carterista, ni asaltar a nadie con una pistola en la mano. Ahora se puede atracar impunemente y además le dan protección policial; sólo hay que montar un tarantín, obtener unas mercancías y exponerla a la vista del público y ya eres comerciante. No hay que hacer ningún esfuerzo por vender, pues la futura victima llega solita y ansiosa de ser atracada. No regatea y aunque el comerciante le ponga cara e cañón y no se digne ni a mirarle, el pobre infeliz comprador, hará todo lo imposible para ser atracado por su victimario quien le espetará: apúrese que hay mucha gente haciendo cola Les cuento que el día siguiente de habernos instalado nos pasó buscando con su carrito, un hijo que vive en Caracas, para llevarnos a dar un paseo y llegar hasta Los Caracas (colonia vacacional hecha para los trabajadores en tiempos de Pérez Jiménez) y que pensamos valía la pena reconocer, pues tiempos atrás era muy atractiva y apetecida como destino turístico del litoral.

En verdad que las vías y el ornato navideño están bien; el gobernador García Carneiro le ha echado un camión de voluntad al Estado Vargas. Los que vimos como quedó, después de la tragedia de hace 15 años, tenemos que reconocer que si se ha hecho por reconstruirlo y hacerlo vivible. Sobre todo en los últimos cinco años el esfuerzo ha sido titánico. Llegamos a la ciudad vacacional y pum, nos llevamos tremenda decepción: abandono, desidia, prohibiciones de poder ver las casas, instalaciones destruidas, restaurantes que parecen cuevas destartaladas de Ali Babá con los 40 ladrones adentro.

Una muestra de los precios y la calidad de los alimentos que allí expenden: tostones viejos de plátano que parecen de cartón, trozos de pescado sancochado hace varios días y sacado de la nevera para echarlos en un olla donde han cocinado yuca y presentarlo como hervido de pescado Bs. 95 . Pescado frito con tostón Bs. 245. Ración de calamares con tostón y ensalada Bs. 300,oo. Polarcita, la única que hay, Bs. 20 por unidad.

Además de estos precios te clavan el 10% por el servicio y si no dejas propina te taladran con una mirada de desprecio. Cuando uno compara esos precios con los de Mérida, comienza uno extrañar a la ciudad de los antiguos caballeros, donde también atracan, pero en menor medida y con mucha afabilidad. (Continuará,,,)



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Juan Veroes


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