Indetenible los incrementos de precios. Aumentaron el arroz y apenas la gente de la Polar despegó los labios para decir que se debía revisar el valor de la harina precocida, el Gobierno consideró verificar la estructura de costos del popular alimento y no nos pongamos con eufemismos ni nos caigamos a razonamientos tontos, eso implica aumento, nadie salva a la población venezolana de ese otro latigazo al bolsillo.
Andrés Eloy Méndez, superintendente de precios “justos”, lo dijo bien claro: “Estamos conscientes de que es necesario aumentarlo (el maíz), pero las empresas tienen el inventario que compraron a cuatro bolívares. Eso permite soportar el precio anterior por lo menos 77 días”.
Y cualquiera diría que ese aumento de la harina es insignificante, 24,50 bolívares el kilo, además la mayoría de los bodegueros la venden a 30 desde hace mucho, pero el problemas de este país es que en similar situación andan los industriales del pan, del queso, de la leche, de la carne de res, de la carne de cerdo, del pollo, del pescado y del resto de los alimentos y otros productos como medicinas, ropa, calzado, electrodomésticos, repuestos de vehículos, materiales ferreteros, en fin, todos quieren incremento, billete y más billete, al punto, que ahora si quisiera saber yo que cargaba El Gigante en el morral de los sueños, porque si es cierto que es necesario adecuar, por ejemplo, la harina al nuevo costo de la materia prima tal cual lo afirman los empresarios y el mismo Gobierno, también es verdad que el salario mínimo no alcanza ni para comprar la cuarta parte de la cesta básica.
Imposible que una familia regular con 4.200 bolívares adquiera la comida de un mes y de paso cancele los servicios públicos que por cierto, son costosos y se han puesto bastantes malos. Lo más barato es el agua y, en Maracaibo, casi no hay, según las declaraciones del presidente de Hidrolago, Freddy Rodríguez.
Todo está caro, hasta lo que antes no valía nada como los fósforos, las sardinas, están por las nubes. Los pobres pierden su capacidad de compra de manera asombrosa. Ni siquiera con el incremento de 45 por ciento al resto de los trabajadores igual que a los militares, esa plata alcanza, por eso quisiera saber que cargaba Chávez en ese bolso, porque yo no puedo pensar que el morral que sacó a relucir a última hora Adán Chávez supuestamente propiedad de El Gigante a propósito de su desaparición física, portara una escalada salvaje de aumentos semejantes a los que se están dando en detrimento de la gente. Jamás lo creeré de un hombre insigne, de un héroe, que dejó la vida luchando por la libertad y el bienestar del desvalido, del que más necesita, de los excluidos, de los que nunca tuvieron voz, de los invisibilizados por los adecos y los copeyanos.
Y estoy diciendo que los industriales pujan por incrementos en los precios de sus artículos, porque a fin de cuentas me aferro al discurso general, pero la realidad es que ya aumentaron, es que cuando en este país los empresarios dicen que van a aumentar, aumentan, no hay quien los detenga, si no, esconden los productos y logran en la V República los objetivos como lo hacían en la IV: presionando al Gobierno.
De modo que no veo la situación fácil para diciembre, bueno en realidad desde hace rato no está fácil, pero lo que quiero decir es que no hay duda de que ahora en Navidad la gente quedará atrapada entre exponer su exiguo poder adquisitivo al saqueo de los comerciantes que tienen autorizados los precios “justos”, y las terribles y humillantes colas de las jornadas revolucionarias comprando un pernil u otros insumos subsidiados propios de la fecha.