Empezaremos con una pregunta: ¿Por qué comenzó la “guerra económica”?
Saber el motivo que originó la tan cacareada guerra es importante y hasta vital para comprender su evolución y analizar el comportamiento de los bandos involucrados en el conflicto. Se originó porque PDVSA, la piñata llena de dólares, cambió de dueños. En sus primeros embates el poder oligárquico-burgués creyó que con enviar a su infantería (empresarios y comerciantes) a la confrontación con el “régimen” resolvería el conflicto a su favor y recuperarían lo que históricamente han considerado suyo, el negocio petrolero. Se equivocaron y salieron trasquilados, el paro patronal se les fue de las manos y aún estamos esperando que anuncien su suspensión. Es que los venezolanos somos así, algunos olvidamos por conveniencia, otros olvidamos por comodidad y otros, afortunadamente, NUNCA olvidamos.
Lo que pasó después de ese primer evento es lo que tenemos que analizar concienzudamente porque actualmente estamos pagando las consecuencias. No en balde nuestro eterno Comandante en su primer consejo de ministros después de la victoria en las elecciones de octubre de 2012 dijo unas cuantas verdades que estoy seguro incomodó a más de uno de los que estaba sentado en esa mesa ovalada. Se planteó un nuevo ciclo en la Revolución, un Golpe de Timón... Este planteamiento, era necesario dado el fracaso de las tentativas anteriores por instaurar el Socialismo como sistema político, económico y cultural en la sociedad venezolana. Obviamente los asuntos de la nación llevaban un rumbo incierto y se imponía en ese momento como hoy un replanteamiento ante la evidente mimetización del enemigo; que algunos crean que es el Capitalismo, que otros crean que es el estado imperial norteamericano y que muchos no tengan la más mínima idea de quién es el real enemigo de la Revolución, es lo que efectivamente mantiene viva la fulana “guerra económica”.
El carácter económico de esta guerra debería decirnos mucho acerca de quiénes son los que la patrocinan y por qué. Hemos visto como el aparato productivo nacional se ha venido al suelo a pesar de la ingente cantidad de dólares inyectados por el gobierno a la economía del país. Esos recursos no los maneja el pueblo ni los ha manejado nunca por la sencilla razón que no se ha capacitado efectiva y eficientemente para manejarlos. Pero sí hay quienes están capacitados para manejar efectiva pero no eficientemente esos recursos: el poder oligárquico-burgués. Su voracidad no tiene límites, son como camaleones que se adaptan a las nuevas circunstancias y se mimetizan, están entre nosotros y no los percibimos, han estado desangrando la patria y no les importa, porque esta no es su patria, su patria es la riqueza mal habida, su patria es cualquier rincón del mundo donde puedan disfrutar esa riqueza. Ante el fracaso de la “infantería” escuálida en su primer combate con la Revolución, se replegaron, lamieron sus heridas, se recompusieron y volvieron al ataque, pero esta vez no de frente... sino aplicando los viejos principios que aplicaron sus ancestros coloniales: dividiendo, infiltrando, saqueando y hasta asesinando a sus rivales de forma brutal y cruel, para generar terror en sus enemigos, descuartizar a un rival y esparcir sus restos por los cuatro puntos cardinales es lo mismo que volar en mil pedazos con una bomba de C-4 a alguien y esparcir sus restos a los cuatro vientos, empalar a un enemigo públicamente en la plaza mayor es lo mismo que clavarle cien o mil puñaladas y sacarle los ojos a alguien, los tiempos cambian, los métodos también, pero producen el mismo efecto: terror.
Todas las debilidades y fallas de la Revolución han sido explotadas y maximizadas por un enemigo que no da la cara, que como las muñecas rusas llamadas “matrioskas” se oculta en empresas de maletín tras empresas de maletín tras empresas de maletín y se ha enquistado como un virus malicioso dentro del sistema estructural de la Revolución y la está minando desde adentro. Sólo así se puede explicar por qué la Revolución se ataca a sí misma, no acepta crítica, no se hace autocrítica, silencia e invisibiliza a la “disidencia”, dice sentirse “bien” como un enfermo que no quiere tomar medicinas pero los síntomas que padece dicen lo contrario. El gobierno debe echar mano de todo el aparato de inteligencia del estado para identificar y ubicar a este “enemigo invisible”, sólo así podrá combatirlo y derrotarlo. Sino lo hace, el pueblo salvará al pueblo, y la “guerra económica” terminará a un precio que este gobierno ni ninguno querrá aceptar pero que al pueblo no le importará saldar. La escasez, la especulación, el acaparamiento, el contrabando de extracción, las compras “nerviosas” y la improductividad son mecanismos generados por ese enemigo para mantener viva la tan mentada “guerra económica” pero que mañana mismo se terminaría si el gobierno anunciara contundentemente que no habrá ni un centavo de dólar más para la oligarquía ni la burguesía, ni para los “empresarios” importadores, ni las comunas, ni para nadie. El dinero que ingresa por la explotación de nuestros recursos naturales debe ser INVERTIDO, no gastado de forma rentista, se debe generar riqueza a partir de esos recursos desarrollando infraestructura industrial y tecnológica que le de valor agregado a nuestro petróleo, nuestro hierro, nuestro aluminio, nuestro oro, y todo lo que la madre naturaleza nos dio como regalo, pero no para regalarlo.
Se regalan nuestros recursos más allá de nuestras fronteras, se regalan nuestras ganancias fronteras adentro. Seguimos sosteniendo un estado rentista, como si dispusiéramos de recursos naturales infinitos, se pretende pagar una Deuda Social heredada de la nefasta cuarta República de forma rentista, con dinero, y luego despotricamos contra el Capitalismo, ¿es que acaso esa es la única forma de saldar esa deuda? todos los venezolanos somos acreedores de esa deuda, tarde o temprano la vamos a cobrar, ¿es sólo con dinero que se debe saldar esa deuda? No pretendo decir que NO se debe pagar esa deuda, se debe pagar, pero no es dentro del presupuesto de la nación que debe contemplarse ese asunto. Los recursos económicos que maneja el estado son de todos los venezolanos, por lo tanto al disponer de ellos se deben afectar directa e indirectamente a todos los venezolanos, no a un sector específico de la población. De hecho, paradójicamente, una minúscula porción de la población es la que se ha beneficiado mayormente de los ingentes recursos que ha manejado la Revolución durante estos últimos 15 años: oligarcas y burgueses que no representan más del 5 % de la población. Lo que es más grave para la Revolución y el país, este 5 % de “venezolanos” es el que alienta y aviva inmisericordemente la mal llamada “guerra económica”, tiene al país dividido en dos bandos que se tratan como enemigos irreconciliables, echándose la culpa los unos a los otros de lo mal que está nuestra economía, cuando los culpables son ellos, que celebra entre copa y copa de líquidos dorados los desaciertos de los revolucionarios, que clama que el petróleo vuelva a costar 10 dólares el barril, para ver morir de hambre al 80 % de la población, que el dólar rompa todos los límites de lo imaginable para ver como se desangra con sus venas abiertas un país entero, total, para ellos esta no es su patria, es simplemente un lugar donde buscan prevalecer a toda costa acumulando riqueza.
En fin, esta “guerra económica” se acaba como comenzó: CON UN DECRETO.
VIVA BOLÍVAR, VIVA CHAVEZ, VIVA EL ESTADO COMUNAL, VIVA VENEZUELA...!!!!
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