Chávez y la corrupción

Terminó el carnaval y continúan los disfraces. La ceniza ungida en la frente de los cristianos anuncia el comienzo de la cuaresma. Dicen los llaneros que en este tiempo se sueltan los demonios y buscan a quien crucificar. No queda otra alternativa que enfrentarlos para garantizar la tranquilidad colectiva.

Sirva este preámbulo para ratificar nuestro compromiso de enfrentar la corrupción como un peligroso demonio que se está metiendo en las entrañas del Proceso de Cambios y Transformación Social hasta poner en peligro el avance de la Revolución Bolivariana. Compromiso que ratificamos en armonía con los planteamientos del Presidente Hugo Chávez.

El peligro que representa la corrupción para el éxito del Proceso de Cambios y Transformación Social se pone de manifiesto aquel 25 de abril del año 2.001 (días de demonios sueltos) cuando Chávez, ante la Asamblea Nacional, señala que “la corrupción anda vivita y coleando en mecanismos de todo tipo. Es como un cáncer al que hay que declararle la guerra a muerte” y remata afirmando “me tiene hasta la coronilla esta situación.”

Es evidente que Chávez se está refiriendo a los funcionarios públicos, Diputados inescrupulosos y mercaderes de la política infiltrados en el Proceso. Se está refiriendo a la herencia más nefasta de la IV República. Una herencia que tiene muchos matices y no solo la apropiación directa de los recursos del Tesoro Público.

En ese mismo discurso Chávez identifica a los responsables cuando afirma que “la macolla está por todas partes. Hay gente débil a la que llega alguien con una jugosa oferta y no aguanta dos pedidas. Hay que hacer algo. No basta con la Constitución.”

Esa gente débil a la que se refiere Chávez tiene expresión, precisamente, en aquellos dirigentes que no tienen principios, carecen de compromiso (y formación ideológica), no reconocen ningún valor social y actúan para satisfacer intereses particulares. Son los que se cobijan en la inmunidad parlamentaria para lograr jugosos contratos como ya lo hemos denunciado. Son los funcionarios que se esconden tras injustificados y consecutivos “Decretos de Emergencias” para evadir el control de la Ejecución Presupuestaria, sea por la institución contralora o la Contraloría Social.

Esa gente débil a la que se refiere Chávez la podemos observar en Legisladores que se aumentan groseramente sus sueldos sin acordarse de que hay miles de compatriotas que todavía no acceden a un sueldo mínimo y otros que logran comer gracias a las Casas de Alimentación. Esa debilidad está presente en quienes contratan disminuidos asesores que hasta hace poco tiempo rindieron culto a traidores y enemigos del Proceso como ese macilento ideológico que llegó a crear una organización electoral con las siglas de Rojas Suárez (M.R.S) y hoy cobra escandalosas tarifas para escribir en contra de quienes hemos forjado nuestro compromiso en la lucha y el trabajo colectivo.

Esa gente débil se expresa en Alcaldes que han convertido las instituciones en ineficientes compañías anónimas conformada por familiares (nepotismo: ¿Otra forma de corrupción?), despilfarran los recursos de la Hacienda Municipal y terminan cerrando las dependencias de servicio público como el Matadero Municipal de Ciudad Bolívar. Son los mismos que disfrutan con descarados sobreprecios y disponen de los recursos financieros para beneficios particulares. Son los que adjudican viviendas a sus familiares y amigos burlándose de la necesidad de la gente más humilde. Son los mismos que se atrevieron a trasladar un “Situado Municipal” equivocadamente depositado para gastarlo sin ningún control fiscal.

Esa gente débil a la que se refiere Chávez son los verdaderos enemigos del Proceso de Cambios y Transformación Social. Son usurpadores transitorios del Poder Público que hoy se creen intocables y a quien tenga la osadía de hacer alguna observación lo acusan de contrarrevolucionario, descarriado o enemigo de la Patria. Esas calificaciones constituyen un vulgar ardid de esa “gente débil que le llega alguien con una jugosa oferta y no aguanta dos pedidas”.

A partir de ese discurso del 25 de abril del año 2.001 Chávez ha perfilado una batalla pública contra la corrupción y ha profundizado su planteamiento con precisiones que incluyen la lucha contra el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción en todas sus expresiones.

Son muchas las preocupaciones que despierta en la población los síntomas de corrupción, la evidente ineficiencia de algunas dependencias públicas y el obstruccionismo que provoca el burocratismo improductivo. Son muchas las suspicacias que provoca en el Soberano esta situación. También existe la convicción de que los responsables no representan los intereses del Presidente Chávez, son testaferros del pasado.

A nosotros nos van a seguir atacando. Intentarán desprestigiarnos con mentiras que repetirán con alevosía. Seguiremos en nuestro combate contra la corrupción, la ineficiencia y el burocratismo porque tenemos un compromiso sustentado en profundas convicciones sociales, políticas, culturales e ideológicas. Nadie puede decretar nuestra ubicación político-ideológica. Hablamos con nuestro comportamiento público. Guayana nos conoce, sabe de nuestras luchas. No estamos de paso. No nos entusiasma el aplauso de la canalla. Seguimos siendo la conciencia vigilante del Proceso.

En lo personal reafirmo que no vivo de la política, vivo la política con la intensidad que marcan los acontecimientos y mi mayor aspiración es vivir y morir con dignidad.


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Darío Morandy


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