Si en verdad estamos en una guerra, ¿que impide la suspension de las garantias economicas constitucionales?

En la  IV República y sin que nadie digiera o declarara  una guerra  económica  contra  el país, el gobierno  de Rómulo Betancourt lo primero que hizo fue suspender las garantías constitucionales y entre ellas las  económicas.  Durante  40 años  el país  vivió  con las garantías suspendidas y Fedecamaras apoyó  durante  todo ese tiempo esas medidas  que atentaban contra la libertad  de comercio, de  empresa, de inversión, producción, etc. etc.

Cuando  en una  situación  de conflicto, una de las partes le declara la guerra  a la  otra, entonces dejan  de ser adversarios   y  pasan  a  ser  enemigos y  las reglas  del juego cambian.  En el caso venezolano una  de  las dos partes   ha declarado la guerra a  la  otra , y ninguno  de los dos  se atreve  a reconocer  que el otro  es su enemigo al cual hay  que  destruir.  Es  una guerra muy atípica, pues los  enemigos (gobierno y oposición) no sufren bajas y  son los pobres los  que  ponen  los muertos.

Ya pienso  que llegó  la hora  de poner  las cosas  en blanco y negro y asumir  que estamos verdaderamente  en una guerra, donde hay víctimas producto  de las batallas  que están librando dos  enemigos  antagónicos  que  sólo  cederán cuando uno venza al otro.  No se le puede  dar más vuelta a lo que históricamente es una ley  universal  producto  del desarrollo  de la humanidad que se expresa  a través  de la lucha  entre  clases sociales.   No es  posible la  convivencia  del lucro personal y la felicidad  social.  De la  competencia y la cooperación.  Del  odio y el amor.  

Al  Estado venezolano, con todas  sus expresiones e instituciones, le corresponde  la  tarea de hacerle  frente  a la  guerra  económica  que  está haciendo la derecha oligárquica venezolana e internacional contra el pueblo venezolano, el cual ha  apostado  a una revolución socialista  para construir  otro modelo  distinto  de sociedad.  Debe hacerlo  utilizando  los instrumentos jurídicos  que les da la Constitucion Nacional, so pena  de perecer como esperanza de este  irredento pueblo rescatado por el comandante Chávez.

El gobierno no puede continuar  acusando  a sus  enemigos  de  la  existencia  de una  “guerra  económica”  en  su contra  y no tomar  las medidas  pertinentes  para  hacerle  frente y  derrotarlos  en el campo  de batalla de  la economía  nacional.  Lo  primero  que  tiene que hacer  es  suspender  las garantas  jurídicas y  económicas  que le permiten al enemigo  mantener  esa guerra;  o sea debe  quitarles  el oxígeno.   Mientras  el enemigo  siga  funcionando  como pez en el agua  y  las medidas  para  combatirlo  sean multas, cierres  temporales de negocios   y  expropiaciones  de  productos  contrabandeados  ésta  guerra  no  cesará  y cada  día  aumentaran los suplicios  en contra  de los mas débiles, que para nosotros  son la mayoría   de  nuestra  población, -  que  para  bien o para  mal es la  que decide  en los procesos  electorales que  se  realizan en el país-. 

Nada  impide  al gobierno  declarar  el Estado  de Excepción  y suspender  las garantías constitucionales  referentes  al comercio, producción, importación  y distribución  de bienes  y servicios.  Eso  no lo hace  ni más ni menos  democrático  de  lo que ya  es.  De todas maneras los EE:UU. y la oligarquía  criolla lo van a sancionar y acusar de ser un gobierno forajido.  Mientras  el gobierno  siga actuando apegado una falaz paz social con  los sectores  enemigos,  que sólo quieren su  derrocamiento, no habrá forma de acabar  con esta guerraen la cual sólo están en juego la renta petrolera y el hambre del pueblo.

Los Sandinistas  nicaragüenses nunca imaginaron que una señora, ama de casa  y  sin cultura política, pudiera  derrotarlos en unas elecciones democráticas,  siendo  ellos  gobierno.  Eso  pasó y  fue  el pueblo nicaragüense quien durante 20 años  sufrió las consecuencias.  Algo  debemos  aprender  de la experiencia  de los  demás y hacer caso de la sabiduría  popular  cuando expresa que “cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.  No hay  enemigo pequeño y  los resultados  de las últimas elecciones presidenciales deben quitarnos un poco la prepotencia  que  a veces exhibimos y tomar las medidas necesarias y suficientes para extirpar  ese “te espero en la bajadita” que  pudiera estarse  acumulando  en el inconsciente  de  un pueblo que arrecho rume,  por  sentirse  frustrado,  al  ver  que  sus  naturales defensores  no se atreven hacer realidad las  promesas  que  les hizo el Comandante  Chávez. 

Ya vimos  que las leyes habilitantes, lucha  contra  el contrabando, Ley  de Precios Justos, diálogos  y demás parafernalia para evitar  el enfrentamiento frontal, fracasaron:  llegó  la hora de la verdad expresada  por el General Pedro Zaraza  en Aríca:

“O SE ROMPE LA ZARAZA O SE  ACABA  LA BOVERA”

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Juan Veroes


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