Cuesta creer que no sea así, que no sea un saboteo en contra de Maduro lo que ocurre en el Banco Bicentenario; no es posible que tengamos a un Presidente obrero haciendo de “tripas corazones” con un barril de petróleo a 37 dólares, para incluir a los ancianos y ancianas en la Pensión en Amor Mayor, y ahora en esas instituciones financieras se den el tupé de decir que no hay libretas ni plásticos con que abrir las respectivas cuentas.
Conozco el caso de una señora que lleva cuatro días madrugando en los dos Bicentenario, ubicados en la segunda etapa de la zona industrial de Maracaibo, sector de Nasa, y no ha podido obtener estos documentos. La abuela oriunda de la Villa del Rosario, Perijá, quiso ir a su tierra natal, pero en la sucursal de su pueblo fueron más lapidarios todavía, le dijeron: No hay promotores que entreguen libretas. ¡¿No hay promotores que entreguen libretas?!
¡No puede ser!, si este es un Gobierno donde los más necesitados son prioridad.
Aunque desde hace tiempo alrededor de los bancos (Bicentenario y otros públicos y privados), los viejitos y las viejitas cada vez que son incluidos en el IVSS y en la Misión en Amor Mayor, se exponen a unas condiciones de verdad infrahumanas.
Sabemos que esa subvención que legó Chávez a la población de tercera edad, produce una emergencia en las instituciones financieras, no dan abasto cuando se hace incontenible la alegría y la necesidad de las personas que quieren hacer efectivo el beneficio de inmediato, y desbordan las entidades.
Pero también es inconcebible que no se prevea esa contingencia, que no haya nadie en esos bancos como Bicentenario con voz de mando conscientes del problema, que sea capaz de ordenar operativos extraordinarios, horarios especiales, que habilite personal, que sepa que se puede trabajar sábado y domingo, que hay wi fi, internet, laptos; que hay toldos, estacionamientos, filtros de agua fría, sillas, en la que los viejitos y viejitas se puedan sentar, y de esa forma brindarles una atención respetuosa, digna y acorde con su edad, a la altura de esta revolución de la que tanto nos ufanamos.
¿O será que no son ni capaces de organizar una entrega de pensiones? ¿O sencillamente están saboteando y conspirando contra Maduro? Por si los directivos de los bancos y empleados en general, se tratan de chamos y no lo saben, los señores y señoras que cobran ese beneficio, son seres humanos mayores de 60 años y a esa edad, generalmente, se sufre de alguna enfermedad, de allí que merecen un trato considerado, tolerante, delicado, especial.
En la IV República entregaban ayudas de miseria y trataban a la gente como los animales, porque aquellos eran gobiernos de oligarcas, burgueses, capitalistas rapaces, que despreciaban al pueblo, ¿pero y ahora qué?
La entrega de pensiones debería ser uno de los momentos de mayor felicidad de las personas de la tercera edad y eso, por supuesto, podría traducirse en un valioso reconocimiento al esfuerzo del presidente Maduro, pero con ese trato, aún con el beneficio que representa esa ayuda en medio de la guerra económica opositora, los viejitos y viejitas no pueden evitar indignarse. ¿Y quién no?
De ese maltrato se percata mucha gente, no es posible que no lo vea nadie del Gobierno. Creo que se hacen los locos, son incapaces o están en contra del presidente Maduro.
Bueno, a estas alturas no podemos chuparnos el dedo. Muchas, sino la mayoría de las instituciones revolucionarias, se encuentran infiltradas por empleados de diferentes rangos que odian y detestan a los chavistas.
Si en mis manos estuviera la posibilidad de alguna solución, me inclinaría porque los beneficiarios no cobraran el primer mes, y esa plata quedara para el pago de una logística que les permitiera un trato digno, deferente, con materiales en los bancos, agua potable, sillas, toldos, refrigerio, horarios que les eviten levantarse a las dos de la mañana y coger el bus e ir a comenzar la cola de pie.
Porque peor sería que uno de esos señores y señoras, cansados, sofocados, trasnochados, enfermos, les dé un soponcio y pierdan la vida por una pensión.