La historia no tiene fin. Porque en esta época comienza un tipo de inversión más sinuosa. Ya no es la sociedad extranjera, con nombre y gerentes extranjeros, domiciliada en Gringolandia, que trata a los venezolanos como a los indígenas de una colonia. Se trata ahora de “asociarse” con capitalistas criollos, de buscar testaferros, de tener en la mano un paquete de acciones decisivo, etc. Este tipo de penetración es mucho más difícil de comprobar. Tiene, al menos, la ventaja de no permitir una exportación ostensible y en masa de los beneficios, pero no por eso deja de hipotecar la economía del país.
Venezuela debe importar grandes cantidades de productos alimenticios, maquinaria. No sólo se trata de una economía agraria sino de una economía agraria muy desigual con mucho “postre” y poco “alimento básico”. Inútil recordar que la producción es presidida por la anarquía más total. La única transformación técnica en la agricultura fue la introducción del tractor y los equipos para arar la tierra. Con el mismo espíritu que la vieja Venezuela obtenía las ganancias de las colonias americanas con la mano derecha para gastarlas con la mano izquierda en los mercados gringos, sin hacer una inversión ni preparar el porvenir, con ese mismo espíritu los terratenientes criollos obtienen las rentas de sus haciendas, para costear en Miami y Nueva York las propiedades inmobiliarias.
No ha bastado, pues, a nuestro juicio, la protección para elevar el stock de los capitales circulantes que los tiempos y los adelantos demandan. Mientras el cultivo extensivo tiende a favorecer la industria que allí se desarrolla, aprovechando condiciones especialísimas de suelo, clima y aún de constitución de la propiedad, al subsistir y predominar tiene fatalmente que quedar organizado su capital agrícola con gran mobiliario vivo, escaso material mecánico, pobrísimo capital circulante y absoluta falta de capital de reserva.
Mientras tal sea la característica, fijará el precio de los alimentos, la débil renta segura de la gran propiedad irá a consumirse a los centros mercantiles e industriales de gringolandia y no mejorar al pueblo venezolano; toda iniciativa de adelanto en los métodos de producción luchará con la dificultad de no poder transformar fácilmente su capital fijo en circulante. Tan poca brillante situación tenía que influenciar desfavorablemente las cotizaciones del bolívar (y esto nos recuerda una de las causas principales del mantenimiento de precios altos).
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!