“En la órbita de las clases dirigentes hay unos políticos “maduristas” que no es un proveedor más de tópicos adocenados, sino ingenio original, que busca y rebusca una interpretación de nuestra Historia, de nuestra ‘esencia nacional’ sí se quiere, para proporcionar ropajes nuevos a las estructuras viejas”.
La situación actual presenta anomalías sin precedente. Un golpe de mano, si así puede decirse, produce una crisis que no explica ninguna razón aparente, política ni parlamentaria. Este es, en síntesis, el vaivén de la política oficial durante estos cuatro años. Los discursos altisonantes y las trapacerías de pasillos podrían, tal vez, caracterizarlo. Sin embargo, Venezuela es algo más que eso. Junto a sus problemas económicos, ya examinados, ofrece entonces un desarrollo del movimiento socialista, la irrupción en la vida pública de un movimiento obrero cada vez más importante, un renacimiento que se anuncia de indiscutible empuje, luchas políticas y sociales al aire libre de la calle.
En el fondo de más de una reivindicación moderna de justicia, resuena un tono de rencor y de envidia. Inconscientemente, más de un burgués moderno de extracción modesta o humilde ha concedido un sentido y un valor desproporcionados a ciertas generaciones morales: odio envidia, rencor y deseo de venganza, que se producen en los que han sido subyugados por mucho tiempo.
Ni por un instante el Sr. Presidente, se ocupa del estado social durante el cual la venganza desempeña un papel sólo de derecho penal, porque la venganza sangrienta no es la expresión del odio trabajador contra el patrono, sino una cierta noción del honor entre iguales. Se detiene únicamente ante la oposición entre una casta (el dominio de la moral no quiere de ningún modo predicar la obediencia. Por el contrario, para un hombre de su temple, la debilidad y la bajeza de nuestra moral actual consisten en que impone la obediencia como precepto moral esencial, en lugar de dejar a cada uno libre de escribir su moral.)
Cuanto más familiarizados estemos con la idea de sacrificar a un país entero, a una gran agrupación humana, tanto más insensato nos parece que un hombre sólo pueda existir para provecho de otros hombres determinados, que pueda ser considerado para consagrar su vida a servir al pueblo. Y, sin embargo, a la pregunta: “¿cómo la vida individual adquiere su mayor importancia para el pueblo?”, sólo se podrá dar la respuesta siguiente: “con el hecho de que haya vivido en provecho de los ejemplares más raros y más preciosos del pueblo”. Y, por esto mismo, el pueblo hace igualmente lo posible por enriquecer la vida del mayor número.
Por esta razón, y a pesar de los rápidos e innegables progresos en todos los dominios técnicos y especiales de la ciencia, las condiciones de existencia de los grandes hombres son poco mejoradas. Sí; se puede decir que el resentimiento hacia todo lo que es genial ha aumentado en vez de haber disminuido.
—¡Pobre Venezuela!, gobierno de incapaz, analfabeto, malandro; desfalco por todas partes. No encontramos medicinas por ninguna parte, están en manos de los “bachacos maduristas”. No hay comida: harina de arepa (pan), harina de trigo, leche, café, azúcar. Pollo entero a Bs. 2.500, cartón de huevos a Bs. 5.500, arroz a Bs. 4.750 el kg., pasta a Bs. 7.860 el kg., aceite para uso doméstico a Bs. 4.850 el litro; papa y cebolla a Bs. 1.250 el kg., el pimentón a Bs. 2.850 el kg.; pavo y pernil, por las nubes, y, para de contar. ¿Qué sucede con Venezuela, Sr. Presidente?
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!