En Venezuela a nivel estatal, el órgano al que le corresponde recoger, procurar y procesar la información estadística (demográfica, social, económica, entre otros) es el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Otros entes estatales de acuerdo a su competencia deben proporcionar información dentro de su ámbito. Para escribir esta nota consulte de manera minuciosa la información disponible en el portal web de INE, resultando que presentan escasos informes y datos desactualizados. Si esta pesquisa la hacemos extensiva a cualquier otra entidad pública y por cualquier otra vía, lamentablemente constatación no tendrá variación, además de otras limitaciones para el acceso a la información.
La ausencia de información estadística oportuna no es causada por razones técnicas, pues en todas las organizaciones estatales hay personal e infraestructuras que recogen, procuran y procesan datos. Igualmente, el INE tiene condiciones para realizar lo que debe. Asumo en consecuencia que quienes son electos en cargos de gobierno, ocultan de manera deliberada información que consideran que pueden perjudicar su imagen o de la gestión ante la opinión pública. Esto último es un signo propio de las crisis, dado que el comportamiento de los indicadores suelen romper con los referentes a los que estamos habituados.
Esta realidad nos obliga a preguntarnos ¿Qué sabemos de Venezuela?, y lamentablemente la respuesta es: muy poco. Venezuela estadísticamente es una caja oscura, por lo cual ignoramos los principales indicadores nacionales, entre otras informaciones relacionados con el comportamiento político, social, demográfico, económico y cultural por decir lo menos. Agrava esta situación la indiferencia que existe en la sociedad en general en relación a esta temática, puesto que la gestión pública no se considera o percibe contradictoriamente pública, por lo tanto, se valora poco el escrutinio. Esta indiferencia es una de las herencias del modelo de desarrollo rentista en el cual nos incorporamos como país.
La consecuencia en el campo político es la especulación y la propaganda. Frente a esta ausencia oportuna de información estadística, nos encontramos con la privatización de la fuente de esta. Por un lado, tenemos las empresas encuestadoras, quienes brindan sus servicios al mejor postor y este decide que parte de la información se publica (como Hinterlaces y Datanalisis). Por otro lado, Asociaciones Civiles sin fines de lucro, pero con intereses claros y que de acuerdo a ellos generan información como es el caso del Cendas y algunos “Observatorios”.
En ámbito de la gestión pública el no contar con información estadística confiable, hace que las capacidades contraloras de los diversos actores sociales y políticos esten limitadas. Por otro lado, la misma acción estatal es miope, pues uno se pregunta ¿Cuáles son los términos de referencia para la planificación?. Finalmente, en el campo de las ciencias esta situación limita creación de nuevos conocimientos y tecnologías que permitan estudiar o resolver problemas de diversa naturaleza.
Consolidar la democracia participativa y protagónica implica que los ciudadanos y ciudadanas tengan disponible información estadística de calidad para generar juicios fundados. Hoy es imperativo que la ciudadanía accese de manera oportuna no solo a los principales indicadores de la realidad nacional, sino también a la información de los temas de su interés o sector.
[1] Agradezco a mi estimada amiga Marisol Guedez, quien hace algunas semanas me propuso este tema y me animó a escribir sobre el mismo.
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