Una de las más profundas arengas libertarias contenidas en el Himno Nacional de Venezuela está contenida en su III Estrofa que reza “Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”.
La más profunda y la de mayor vigencia pues el despotismo constituye una de las peores manifestaciones del abuso de poder con las que se ejerce dominación, humillación, vejación, degradación a las personas que de una u otra manera dependen de las decisiones de aquellos que ejercen el poder en alguno u otro aspecto de las relaciones sociales.
El despotismo se ha definido como: “el abuso de poder o de la fuerza que un individuo o un grupo ejercen contra otros en inferioridad de condiciones”
En Venezuela los gobiernos de la IV República fueron ejemplo del abuso de poder y por supuesto, la práctica despótica de sus gobernantes que llegaron a extremos tales como el Gobierno de Rómulo Betancourt, Carlos A. Pérez, Rafael Caldera, Jaime Lusinchi por nombrar los ejemplos más elocuentes.
Pero el despotismo es una consecuencia de un modo de ejercer el poder a través de la dominación del pueblo y se expresa en la práctica no sólo por el gobernante, sino también de aquellos que mantienen la opresión en los subordinados, los gobernados.
Los funcionarios públicos, a cualquier nivel son los encargados de ejercer dicha dominación a través del despotismo o autoritarismo, lo que es aplicado, no sólo por parte del Estado sino también de la praxis política y por supuesto, de la cultura de la dominación que requiere de dominantes y dominados, para ello están los funcionarios públicos, el ejército, la policía entre otros.
En la V República, en la cual se supone hay una concepción diferente del ejercicio de poder, de gobernar, los mecanismos de dominación y autoritarismo funciona igual o peor que las anteriores. Basta ir a una institución pública, una oficina del estado, necesitar de los servicios de un empleado público, un servidor público para ver la forma como funciona el poder y por ende el despotismo, la prepotencia.
Las instancias de conexión del gobierno con el pueblo, tales como las Misiones Sociales, los CLAP se han convertido en antros donde el abuso de poder, corruptelas, segregación, discriminación constituyen su modus operandi.
Los conductores de los buses que prestan el servicio a Misión Transporte vejan, humillan, cobran compulsivamente a los usuarios maltratando a personas de tercera edad, discapacitados, al pueblo en general. Los vendedores del gas doméstico además de cobrar compulsivamente al pueblo por el servicio, lo humillan con un trato despótico, ultrajante, agraviante. Incluso aquellas instituciones que prestan atención en salud usan el mismo estilo: solicitar un servicio en un CDI, un módulo de Barrio Adentro o alguna otra misión similar constituye una tortura debido al trato que reciben de sus funcionarios.
Es necesario que el pueblo organizado abandone la sumisión a las que nos han acostumbrado y diseñe mecanismos que obligue al gobierno nacional a corregir dicha desviación,
Pero, si públicamente, aquellos que representan al Pueblo lo humillan incluso mostrando irrespeto por nuestros antepasados aquellos que formaron parte de la historia en la lucha contra los opresores como lo fue el Cacique Guaicaipuro, tal como ocurrió en la reunión que se realizó entre los Comuneros y el Presidente Maduro, o aquella en la cual el Presidente vejó con un trato humillante a los funcionarios de protocolo porque el equipo de sonido presentó fallas, ¿qué podemos esperar de aquellos funcionarios que día a día sufren las adversidades de la situación social de nuestro país?.
La dignidad es un valor que ha sido pisoteado constantemente por los gobiernos de Venezuela y el mundo. El 27 de febrero fue un episodio sangriento en el cual el pueblo salió a protestar contra los atropellos a que era sometido por los comerciantes, los cuerpos de seguridad y los funcionarios del alto gobierno. Hoy día las condiciones están peores.
No esperemos que el pueblo “siga el ejemplo que Caracas dio”. Ojala no.
Hasta la victoria siempre. Venceremos
Carrodcas@gmail.com