¿También se ha corrompido, como lo está la política, el periodismo, la abogacía, la religión, la banca, la economía, el deporte…y todo lo demás en diríase todo el Occidente, en unos países más y en otros menos?
Pues no otra cosa parece cuando ha llegado al punto de obligar a vacunarse al individuo cuyo principio rector de conciencia rechaza cualquier vacuna y con mayor motivo una que propiamente no lo es al no estar, ni mucho menos, suficientemente contrastada que, en la jerga médica, es "testeada"…
Al menos eso es lo que ocurre en Argentina donde, según su principal periódico "La Nación", con una argucia semántica, se busca "casa por casa" a quienes no se han vacunado,…
Conozco de antemano la respuesta a la pregunta: "La medicina no obliga a la vacuna. La medicina no obliga nunca a nada". Son los gobernantes quienes deciden la obligatoriedad. Y lo hacen sin sentar (de momento) a la fuerza en una silla a los ciudadanos para ser inyectados de un suero desconocido para todo aquellos ciudadanos del mundo que no están en la onda de los fármacos y de los Laboratorios…
Pero esto es, evidentemente, una trampa. Los políticos deciden lo que sea, además en términos apodícticos, dogmáticos, vinculantes y rotundos en materia sanitaria, en función de lo que han dicho la "Medicina oficial", el médico, el científico, el experto, el "entendido"… con competencia ejecutiva (aun difusa) al pronunciarse. Y ello pese a ser contestados en contra por otros tantos médicos, científicos, expertos y "entendidos" que no figuran en los cuadros de "mando" sanitario…
Así es cómo la Medicina se desmarca y los médicos se lavan las manos sobre su responsabilidad deontológica, trasladando ésta inicuamente al poder político de las naciones. La Medicina nunca dirá: "hay que hacer esto o lo otro". La Medicina dice: "es conveniente hacer esto o lo otro para la salud pública". Y el gobernante convierte en ley lo que no puede, por su propia naturaleza, de ser un consejo, una sugerencia, una recomendación. Así, sin condenar ella a su vez al gobernante por semejante desafuero si toma medidas como las del poder ejecutivo argentino, es como se corrompe. Como se corrompió la Medicina nazi con aquellos horribles experimentos que espantaron al mundo. Por eso no busquéis, ni encontraréis a un médico que os prescriba en uno de sus volantes: "¡vacúnese!"…
Un extenso artículo mío del año 2006 que titulaba "La Medicina puede perjudicar gravemente su salud" contiene reflexiones que no tienen por finalidad si no animar, alentar a la persona a incrementar sus dosis de paciencia frente a la enfermedad que padece, frente al padecimiento pasajero, frente al desaliento. A fin de cuentas, en sus Tratados Hipócrates dice que las enfermedades curables se curan de todos modos y las incurables no se curan de manera alguna. De modo que la paciencia, la alimentación variada y la templanza son la mejor profilaxis y la mejor medicina. Lo que elevo a la categoría de principio universal de conducta individual en el artículo, es que un precipitado acudir al médico y un posible abuso de la medicina pueden ocasionarnos mucho mayor mal que el que se desea evitar o superar. Lo que resalto son los posibles efectos adversos tanto debidos a esa precipitación como a los errores médicos, como al exceso del celo profesional que se le supone a todo buen galeno...
En cuanto a los errores, ya digo en dicho artículo que convendría conocer la estadística (si es que la hay, que lo dudo) de los mismos, en comparación con las sanaciones, y como causa de contraer otras enfermedades distintas de las que al paciente le llevó al médico, y también de fallecimientos por el mismo motivo.
Pero ni mi artículo de 2006 ni este de hoy son, como pudiera parecer, una diatriba contra la Medicina y contra el médico en general, pese a que recuerdo a menudo lo que decía Napoleón acerca de sus médicos... Estoy en contra del exceso, del abuso y de la excesiva confianza que el individuo ha ido poco a poco acumulando en una sociedad, la actual occidental, cuando la salud y la longevidad tienen poco que ver con la Medicina, y sí mucho con la higiene pública y privada, con la alimentación, con la sana actividad física y, sobre todo, como siempre ha sido, con la templanza y moderación en las costumbres.
Pues el instrumental médico y su progresiva precisión de la posible anomalía en un organismo convierten fácilmente en patología desajustes y disfunciones que si no fuese detectados de ese modo, serían pasajeros. De modo que, a partir de ese utillaje, se hace mucho más posible que una persona este enferma aunque orgánicamente no lo esté de manera duradera; eso, o bien es una enfermedad que se cura sola. Gregorio Marañon decía: "la Medicina es psicosomática. Lo demás es Veterinaria". Y el propio Hipócrates en sus principios se pronuncia sin lugar a dudas: las enfermedades curables se curan de todos modos, y las no curables no se curan de ninguna manera. Lo que significa es que si hemos contraído una enfermedad curable, lo que necesitamos es esa paciencia tan poco conocida hoy día, en grandes dosis, en contraste con nuestra impaciencia, atizada por muchas cosas y entre ellas por la propia Medicina por curarnos cuanto antes... Eso cuando no es por todo lo contrario: por prolongar un tratamiento de acuerdo a las conveniencias de un determinado Laboratorio que costeará al celoso médico un crucero ese verano...