En lo personal hemos tocado el tema desde hace más de dos años por esta tribuna de Aporrea. Algunos ingenuos piensan que estamos del lado de la contra por hacer autocríticas a un proceso que defendemos a capa y espada y en el cual tenemos cifradas todas nuestras esperanzas por una Venezuela mejor, solidaria, soberana y, quien sabe, socialista. En verdad me motivé a retomar el asunto después de leer el interesante artículo del camarada Eliécer Alvarado referido a la “Teoría del Desgaste” enunciada por el señor Mario Silva.
En la naturaleza todo gira en torno a ciclos y períodos muy específicos con matices muy recurrentes. Las cuatro estaciones se repiten cíclicamente, el sol y la luna se turnan en la órbita de nuestro sistema solar para darnos luz y noches frescas. En síntesis, estamos inmersos y nos desenvolvemos en una vida que gira en espirales ascendentes y descendentes. Los criminales y su casi infinita gama de afines, viven en espiras descendentes. Nosotros, los que nos consideramos gente “decente”, vivimos en el filo de la navaja y a veces ascendemos y muchas veces descendemos. Cada quien debe rendir cuentas por sus actos, por sus efectos.
Cuando una persona accede al poder ministerial, llamado por nuestro líder presidente, tiene la oportunidad de ascender en su labor o descender al abismo para encontrarse con los personajes muy bien descritos por Dante Alighieri. Si no hay CONCIENCIA del deber social para dedicarse sin cortapisas al servicio del pueblo soberano, entonces ese ministro, alcalde, diputado, gobernador, presidente de alguna institución bancaria o similar, estará condenado al fracaso, que al final es una traición al propósito que lo llevó a esa investidura oficial. Se convierte en un traidor de la causa revolucionaria y tenemos muchos ejemplos de esa tragedia.
El poder de cerca quema y de lejos ilumina. Nuestro querido presidente se mantiene cada día al borde del filo de la navaja y hasta hoy se encuentra invicto gracias a su pasión por el bienestar del país y a su desapego a las riquezas materiales. Hasta hoy ha demostrado que es más sano que un yogurt, con todo y los errores que ha cometido.
La oposición toma y se afinca con los casos de corrupción, ineficiencia y burocratismo como arma para atacar a la revolución bolivariana. Y tiene todo el derecho de hacerlo si lo hace como debe ser, sustentada (la oposición) en la soberanía nacional y el respeto por la majestad presidencial. Pero actúa en sentido contrario, apoyando gobiernos vecinos belicistas y asesinos e insultando la investidura del presidente de forma grotesca y asquerosa, por lo tanto no tiene moral para cuestionar los desvaríos de funcionarios gubernamentales al ubicarse en opuestos intereses a la nación. Son gentuza que se alegra por los males que nos aquejan en cualquier momento y eso significa vivir psíquica y emocionalmente en espirales descendentes.
Para contrarrestar esa continua crítica a las fallas del proceso bolivariano, lo más sabio sería establecer parlamentarismo de calle con los alcaldes y gobernadores para que escuchen la viva voz de un pueblo que confía plenamente en su presidente pero que contempla con tristeza y agonía cómo pasa el tiempo y sus necesidades básicas no son resueltas por la desidia de los gobernantes de turno que se ciegan con el poder y descienden a los abismos de lo que ya tod@s sabemos. Los canales de Tv que controla el gobierno y las emisoras de Radio son la mejor palestra para ventilar los reclamos y alabanzas de la obra de gobierno. Pero no lo hacemos por miedo, pensando que le damos armas a la oposición asesina y lacaya. ¿Por qué el señor Mario Silva dejó de darle cabida en su buen programa a los reclamos que el soberano le hacía llegar? Porque los pseudorevolucionarios infiltrados en Miraflores lo amenazaron con sacarlo del aire y hasta el mismo señor presidente se ruborizó más de una vez. Tenemos la solución al problema pero no la queremos aplicar. Lo dicho por el Dr. Eliécer Alvarado es rigurosamente cierto en relación al turulato ministerio de la salud, y así podríamos describir las fallas en otros ministerios que podrían enderezar el rumbo de una revolución que marcha a paso de tortuga si fuesen tomadas en cuentas las críticas que en realidad nos harían crecer en espirales ascendentes.Si los gobernantes le dedicasen una media hora a leer algunos artículos en Aporrea, muchas cosas buenas pasarían. El tiempo sigue pasando.