Aún, a escasos días de culminar el año y comenzar el 2010, la Alcaldía de Maracaibo amenaza con seguir entre el fuego de las protestas y la complicidad de una oposición, que ahora se cruza de brazos ante las justas demandas de eso empleados y obreros a quienes en noviembre de 2008, bajo engaños y promesas quiméricas, le exigieron de manera vehemente el voto para apoderarse del ayuntamiento y salvar el municipio.
¡Qué barbaridad, salvar a Maracaibo! Qué ironía, si la observamos actualmente… Fíjense lo sucedido: los mismos adversarios del proceso revolucionario que lidera el presidente Hugo Chávez, no han sido capaces de interceder por esa masa laboral presa del pavor sabiendo que la salida más inteligente que su patrono encontró a la burocracia, es poner de patitas en la calle más de cinco mil personas después del Feliz Año.
Y lo que causa mayor incertidumbre es que el alcalde Daniel Ponne no suministra una posición clara al respecto, que no sea más que acrecentar la duda del despido masivo. Además, empleados y obreros están convencidos de que no les pagan porque guardan el dinero para las liquidaciones.
Hay que reconocer que los mismos trabajadores de la Alcaldía se labraron su propio destino. Cayeron en las fauces de esa oposición hambrienta de poder, que está como Shakira: ciega, sorda y muda ante las acciones de los más débiles y en consecuencia, se tiene a grupos de empleados y obreros organizando esas protestas que se pierden en el infinito, como el eco de un ruido en la montaña. Ojalá internalicen la moreleja que les deja la actitud de esos opositores, que es similar a la de todas los adversarios en el país.
Para colmo, están en manos de un sindicato que nunca los ha representado, empleados y obreros lo ubican del lado del patrono. Tienen un discurso a manera de ganzúa, que abre todas las puertas de la negociación, una negociación en la que siempre colocan sobre la mesa el apremio de la gente necesitada y así de un solo zarpazo dan al traste con la dignidad de ese padre y madre de familia que requiere del trabajo con urgencia, a fin de poder subsistir.
La situación es difícil para estas personas, porque los que deberían salvarlos, representarlos, son los mismos que claman por ese “genocidio laboral”, que dicho sea de paso, ya se inició. Son numerosos los casos de gente que han despedido y hecho renunciar mediante una macabra guerra fría, silenciosa y perversa.
En la conciencia de muchos trabajadores de la Alcaldía debe pesar haber dado la espalda a la petición de apoyo que les hizo el presidente Chávez en las elecciones del 28 de noviembre de 2008. Ahora lloran, pues la voracidad implacable de la oposición también los convirtió a ellos en víctimas indefensas, más sabiendo que esos despidos masivos en la que empleados y obreros quedan a la suerte de Dios, no se ven en el proceso revolucionario salvo que los ejecute un opositor tal como lo hizo Antonio Ledezma en el municipio metropolitano y hoy en día Daniel Ponne en Maracaibo, lamentablemente.
*Periodista
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