El extranjero

.......o de esos caprichos y negocios de tu extraordinario ministro de la cultura, el extranjero Farruco Sesto, ese, que en la página donde tu pretendes insultarme y que cada martes zahieres a cuanto no se incline a tus despropósitos, veneras en “tu mensaje con destino”; no conozco en la historia de la humanidad un extranjero que sea el rector de la cultura de un pueblo que no conoce... y que no tiene sembrados sus muertos sobre esa misma tierra...
(Carlos Vicente Torrealba, en el Diario El Progreso, Ciudad Bolívar, 11 de Marzo de 2006)

Se trata de una furibunda arremetida de odio y fanatismo, disfrazada de consigna revolucionaria, que no sabemos a dónde va a parar.
El mayor sarcasmo de todo esto es que quien impone el uso del grafismo preterido de los indígenas de Venezuela (en menoscabo del diseño gráfico moderno del país), es un funcionario que desembarcó adulto en estas costas....
De ser otra la circunstancia, que un nacionalizado venezolano fuese el ministro de la Cultura, sería la confirmación de lo que esta Tierra de Gracia ha sido siempre...
(Editorial de El Nacional, Caracas, 17 de Marzo de 2006)
¿Qué puedo decir? En menos de una semana, he recibido dos ataques en sendos medios de comunicación, sacando a relucir, para recordármelo, que no nací aquí, en esta, mi patria amada, Venezuela.
Cuando no se tienen argumentos, aparecen ese tipo de cosas. Ahora intento escribir una respuesta y se me aguan los ojos de la rabia.
¿Rabia? Tal vez no. Más bien lo que siento es una cierta vergüenza y, desde luego, sorpresa. Digo vergüenza, porque me da pena por mi país, que no es así, que no merece que en él aparezcan estos signos de xenofobia.
Y digo sorpresa porque es la primera vez en cuarenta y cuatro años que alguien utiliza ese argumento en mi contra. Hasta ahora nadie, jamás, en ninguna circunstancia, lo había hecho.  
Pero la verdad es que no debería sorprenderme viniendo esas agresiones de quienes vienen. Porque esa enfermedad de la xenofobia, en primer lugar desacredita a quien la sufre, a quien la lleva en su corazón. Como el racismo o como cualquier otra forma de exclusión, hace más bien daño al que la enarbola como bandera. En este caso es El Nacional el que se sigue deshonrando. Continúa cayendo un poco más cada día en ese abismo por el que se desliza.
A mi en lo personal no me hace daño. Dolor sí, en lo íntimo, en lo profundo, no puedo negarlo, pero no daño.
Y vuelvo a la primera frase de esta nota ¿Qué puedo decir?
¿Tendría sentido que yo argumentase ahora mi amor, mi compromiso de vida, mi profunda pasión, mi entrega total y absoluta, a este pueblo, a sus luchas que son las mías, que son las nuestras, a sus sueños, a sus proyectos prodigiosos?
¿Tendría sentido que hiciese un recuento de mi existencia, que llamase a quienes me conocen para que den testimonio, que trajera pruebas de lealtad o que repitiese juramentos que ya hice?  Yo no puedo ni quiero someterme a eso. No me apetece. De modo que, con estas pocas líneas, abandono el tema.
Sólo afirmo lo que ya todos saben. Que no soy extranjero. Que haber nacido en otro lugar del mundo no me hace extranjero. Que el que alguien como yo (nacionalizado venezolano, como se encarga de recordar El Nacional) pueda ocupar el cargo de ministro no es una gentileza, sino un acto revolucionario de justicia que llevó a cabo nuestro pueblo al aprobar la Constitución Bolivariana. Pues, es cierto, yo no podía ser ministro en la Cuarta República.  Pero ahora sí, por voluntad del pueblo soberano, a quien pertenezco y al que me debo. Solamente a este pueblo y al Presidente Chávez que me nombró, tengo que rendirles cuenta de mi trabajo. No me debo a El Nacional ni a ese tipo de gente.
De modo que aquí me tienen. Mientras sea ministro, me verán haciendo mi tarea lo mejor que pueda. A plena conciencia. Tomando las decisiones que haya que tomar para cambiar el paradigma de la gestión pública de la cultura. Cuando ya no lo sea, andaré por ahí por la calle, como un venezolano más, disfrutando de esta maravillosa Venezuela que se rehace a sí misma para dejar atrás la injusticia, la exclusión y la miseria material y espiritual.



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Farruco Sesto

Arquitecto, poeta y ensayista. Ex-Ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas. Ex-Ministro de Cultura.

 @confarruco

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