Muchos pueblos crean leyendas, muchos basados en hechos históricos. Así ocurrió con el Coronel Eloy Tarazona, el indio Tarazona, fiel edecán del General, Presidente de la República de Venezuela, Juan Vicente Gómez. Tarazona era un indio colombiano que al servicio de Gómez al poco tiempo propuso a Gómez probar él primero los alimentos que al General traían para su consumo, y era después de su consentimiento que el General los tomaba. El indio Tarazona andaba con Gómez a donde él fuera. Al transcurrir el tiempo se comenzó a difundir que el indio Tarazona sabía de un tesoro enterrado por el caudillo tachirense, y que fue inmediatamente después de este enterramiento que para silenciarlos el indio Tarazona ultimó a todos quienes estuvieron en el lugar.
El Coronel Eloy Tarazona nació en la Guajira colombiana en 1881. Sus padres fueron gente humilde, agricultores de la misma zona, Joaquín Tarazona y Francisca Cáceres. Lo cierto es que Eloy, muy joven entró a trabajar al servicio del General Eustoquio Gómez, hermano de Juan Vicente, en sus comercios y haciendas en San Antonio del Táchira. Así los sorprendió en mayo de 1899 la llamada Revolución Liberal Restauradora y Eloy se alista y anduvo en combates hasta alcanzar el grado de Coronel. En 1902, durante el sitio de La Victoria por las tropas de la titulada Revolución Libertadora, auspiciada por compañías transnacionales en apátrida comunión con el banquero carabobeño Manuel Antonio Matos y los caudillos regionales del país, Eloy Tarazona pasó al servicio del General Juan Vicente Gómez con quien anduvo desde entonces. 17 años después de la muerte de Gómez, en el año 1952 todavía se hablaba del tesoro de Gómez y es en el Teatro Nacional de Caracas en donde un nutrido público se maravillaba contemplando las esotéricas proezas de un enigmático personaje, delgado, de rostro inescrutable y mirada penetrante, su presencia en el escenario atraía casi todas las miradas mientras llevaba a cabo impresionantes hazañas de magia e hipnotismo. El famoso ilusionista mundialmente conocido como Fassman, de mente privilegiada, era capaz de leer a distancia una carta nunca vista. Hipnotizar a cualquier persona haciéndola retroceder hasta le época de su infancia. Adivinaba el contenido de un bolso sin tocarlo. Entre el público se encontraba un alto funcionario público que prestaba mucha atención al artista, al mago, y a cada rato miraban de reojo hacia el palco donde se encontraban dos personajes que sobresalían entre el público. Estos dos personajes se trataban del Comandante Pulido Barreto, Director de Armamento en el régimen de Marcos Pérez Jiménez así como Fortunato Herrera, mejor conocido como El Platinado, testaferro y hombre de confianza del dictador Pérez Jiménez. Ambos estaban allí, no para entretenerse sino a fin de evaluar la personalidad y dotes hipnóticos de Fassman con la idea de hacerle luego una insólita propuesta.
Finalizada la función de teatro, los dos altos personajes, Púlido Barreto y Fortunato Herrera, acudieron al camerino del mago argentino y exigiendo absoluta discreción, le confiaron que requerían de sus habilidades para que hipnotizara a cierto personaje quien por aquellos días se encontraba prisionero en la Cárcel Del Obispo. La idea era que ya magnetizado, revelara dónde había enterrado un fabuloso tesoro. Atónito, Fassman se enteró que el individuo en cuestión era nada menos que el notorio Eloy Tarazona, mejor conocido como "El Indio", principal guardaespaldas y Jefe de Seguridad de Juan Vicente Gómez. Sin salir de su asombro el mago no sabía cómo responder a tan increíble propuesta. Pero si bien dudó algo al principio luego lo pensó mejor tomando en cuenta, no solo una alta suma que le pagarían sino lo peligroso que resultaría negarse ya que era el propio General Pérez Jiménez quien se interesaba en el asunto. Aceptada la misión y rigurosamente escoltado, Fassman acudiría poco después junto con Pulido Barreto a la tenebrosa Cárcel del Obispo. Allí, el Director de ese penal le condujo hasta el calabozo donde se encontraba recluido Eloy Tarazona.
Aquel hombre que durante la férrea dictadura gomecista había sido uno de los más temidos personajes en toda Venezuela, lucía envejecido y encorvado. Un preso más que se paseaba por la estrecha celda murmurando incoherencias, pero Fassman de alguna forma logró captar su atención y media hora después parecía que Tarazona había caído bajo el influjo hipnótico del mago argentino. Empleando todos sus recursos de encantamiento le inducía repetidamente a regresar en el tiempo hacia Maracay de los años 30 con la finalidad que revelara dónde se encontraba enterrado el valioso tesoro. Con voz queda y temblorosa Tarazona finalmente admitió estar en comunicación con el espíritu del difunto General Gómez, dueño de las fabulosas riquezas que se habían ocultado. Mientras Fassman sintiéndose en pleno dominio de la voluntad del otro continuaba interrogándolo, El Indio comenzaría a pasearse de lado a lado musitando palabras ininteligibles en voz queda. Luego tomaría asiento en el piso y con brazos cruzados por sobre las rodillas, en posición que adoptan los "piaches" cuando desean rechazar los malos espíritus, se quedó mirando fijamente a Fassman, éste revelaría posteriormente que aquellos ojos intensos, vidriosos y gélidos como de un reptil, le helaron la sangre.