En la guerra multifactorial que debe soportar la especie humana la industria cultural de EEUU es el mejor instrumento de dominación.
Tal barbarie desempeña un papel sustancial en la reproducción simbólica del capitalismo salvaje y su sostenimiento como sistema, garantizando el triunfo de los estereotipos como forma superior del fascismo.
La gran fábrica del entretenimiento, la industria del espectáculo frívolo, que reproduce estrellas y celebridades sin esencia y sin alma, es la matriz del esclavo alienado que pulula en las urbes superpobladas.
El producto cultural estadounidense y sus sucedáneos, científicamente elaborados, causan placer y entretenimiento.
Productos televisivos creados en laboratorio, invaden hogares, el espacio de la familia y esos seres irreales, tontos y frívolos, comparten las vidas. La distancia cada vez se acorta más. La voluntad está siendo tomada por nuevas e invisibles fuerzas de ocupación sin que usted sospeche nada.
Las balas de esta guerra asimétrica ya no apuntan al cuerpo, sino a las emociones, las contradicciones y vulnerabilidades de las personas.
La saturación de información, chatarra fabricada en laboratorios de los grupos y fuerzas de tarea de los centros de guerra cultural y sicológica, actúa sobre la mente de los individuos objeto de este bombardeo, sobrecargando de imágenes e ideas preconcebidas, capaces de crear conceptos triviales sobre la política, la economía y la vida cotidiana.
La mentira, la manipulación y el engaño movilizan al colonizado cultural, cuya máxima ambición es vivir en los grandes centros consumistas, ese que niega su bandera y su historia, diestro en fingir y mimetizarse. Al capitalismo del siglo XXI, le caracteriza una indiferencia absoluta por la verdad; el hombre posmoderno se ha transformado en un hombre desvinculado de casi todo aquello que le rodea, menos de su smartphone y de una decena de productos que consume vorazmente. Es esto lo que ofrece el capitalismo salvaje.
La lectura libera. Lee, contextualiza y analiza, sobre todo la historia de nuestros días, para que no seas víctima de la industria cultural del fascista régimen del capitalismo salvaje.