"Stat sua cuique diez, breve et inreparabile
Tempus ómnibus est vitae: sed faman extenderé
Factis, hoc virtutis opus". Vergilii Maronis,
Aeneidos. Lib. X.
Los Andes merideños un reino constituyen cuyo monarca su orografía se nomina: sus serranías, sus cordilleras, sus montañas, sus riscos, sus páramos, sus bosques —aún—. Abarca su dominio el país de las nubes, ellas lluvias, aguas, ríos, fertilidad, verdor, villa significan. Sus humanos habitantes nativos —y también los amorosos foráneos— el empinado Ande han preservado con su trabajo, con su celo, con su religión, con sus labores materiales e intelectuales. Se ubica en este último sector mencionado Don José Rafael Febres Cordero (Mérida: 1898-1974), un hacedor de Mérida.
Definió la vida creativa de Don José Rafael Febres Cordero la herencia de una responsabilidad: sistematizar, para darle permanencia, el pensamiento de su padre Tulio Febres Cordero. Dedicó a esta primera exigencia Don Pepe la plenitud de su madurez. Pudo él con claridad precisar —tal vez por la constante cercanía, la siempre convivencia doméstica con su progenitor—, la substancial reflexión depositada en los abundantes escritos de Don Tulio, la iluminó con certeza: la concepción de la Idea de Mérida, de la urbe junto a su entorno andino, el ser de esta ciudad, de su gente, de sus paisajes, de sus aconteceres, de sus costumbres, de su eticidad, de su etnicidad.
Vinculó además José Rafael Febres Cordero este pensar de su padre con el devenir de la historia de Venezuela, la inserción del ser de los Andes merideños en la existencia de la Patria, en la venezolanidad. Así lo hizo comprender Don Pepe en sus muchas páginas periodísticas publicadas en diarios y revistas regionales entre los cuales a la memoria arriban la revista Síntesis fundada por él (Mérida, de 1954 en adelante), en los periódicos: Albores, Mosaico, El Vigilante, Patria, Cuatricentenaria, Libertador, en el famoso diario El Universal de Caracas. Impulsado por este reto de conceptuar, cohesionar la esencia de Mérida junto con su ámbito andino le llevó a participar en faenas institucionales objetivas: Fundar, estatuir la Asociación Venezolana de Periodistas (capítulo estatal), de la Unión Protectora de Mérida, del Ateneo de Mérida, y de la Junta Protectora y Conservadora del Patrimonio Artístico e Histórico de la Nación.
La segunda gran exigencia de Don José Rafael Febres Cordero, determinada por la herencia del compromiso intelectual con su padre, y con su estado natal, concluyó con la preparación, organización, de la primera edición de las Obras Completas de Tulio Febres Cordero, impresas en 1959 por la Gobernación del estado Mérida, en seis volúmenes, siendo gobernador el Dr. Carlos Febres Pobeda. Resultará, sin lugar a dudas, preparar, estampar, la totalidad de los libros de un autor una tarea titánica, inclusive si se le asigna para tal fin un equipo especializado, mucho más trabajosa cuando el cumplimiento lo asume una persona sola cual sucedió con Don Pepe…
Agotada la primera colección de los libros de Don Tulio consideró impostergable José Rafael Febres Cordero armar la segunda edición, a la cual sumó tres volúmenes, con textos recuperados; dicha nueva impresión en 1991 salió, en Mérida, por el Banco Hipotecario de Occidente, publicada lamentablemente, diecisiete años después de la muerte de Don Pepe.
La tercera gran experiencia impuesta por el imperativo designio íntimo, o tal vez por una vigilante angustia existencial, lo manifiesta el propósito de salvaguardar el valioso acervo bibliográfico, hemerográfico, documental acumulado por Tulio Febres Cordero a lo largo de sus exhaustivas faenas de estudio, de escritura.
Organizó, pues, este complejo, rico fondo de impresos y manuscritos, José Rafael Febres Cordero, con sorprendente logicidad: Primero ordenó la biblioteca con criterios adoptados a la singular condición de libros casi exclusivamente donados no sólo de Venezuela sino de otros países hispanoamericanos, de EE.UU., también de Europa. Luego la hemeroteca con un perfil diseñado de acuerdo a la procedencia de los volúmenes. Requirió especial atención la abundante "papelería" dispuesta en concordancia con la naturaleza del documento: cartas, hojas sueltas, recortes de prensa, manuscritos, en fin. A partir de este fondo bibliográfico, hemerográfico, documental nació la Biblioteca Tulio Febres Cordero de la ciudad de Mérida, cual dependencia adscrita administrativamente a la Biblioteca Nacional.
Expresa la cuarta gran escogencia de Don Pepe, la escritura de su propia obra de contenido histórico, conformada por más de diez opúsculos contentivos de importantes investigaciones y divulgaciones de aconteceres regionales. Señálase de inmediato el registro de nueve de ellos:
Discurso de orden pronunciado de la sesión solemne de la Sociedad Unión Protectora de Mérida, Mérida, Tipografía El Lápiz, 1921, 18 p. Discurso en la inauguración del monumento a Rivas Dávila, Mérida, Editorial Patria, 1930. Discurso, Mérida, Imprenta del Estado, 1954, 18 p. Discurso pronunciado en el acto de la inauguración oficial del mármol conmemorativo dedicado al capitán Santos Marquina, Mérida, Tipografía El Lápiz, 1925, 12 p. Excerpta, Mérida, 1951, 27 p. Homenaje patriótico ante la casa que habitó El Libertador en 1813, Mérida, Editorial Patria, 1930. La palmera del prócer, Mérida, Imprenta del Estado, 1953, 8 p. Pontífices gloriosos, Mérida, 1950, 21 p. Sobre los orígenes del Llano Grande y del Monte Zerpa, Mérida, Editorial Multicolor, 1943, 22 p. En 1973 se hizo una segunda edición por el Concejo Municipal del Distrito Libertador.
Ilustran otros espacios temporales del transcurso de su vida civil las siguientes sucintas informaciones: Nació en la ciudad de Mérida el 23 de diciembre de 1898, también en esta villa sus restos en 1974 enterraron. Cursó estudios de primaria en el colegio del profesor Rafael Antonio Godoy, luego la secundaria en el liceo de Mérida. Al concluir su bachillerato se incorporó a colaborar con su padre en la Tipografía El Lápiz. Aprendió allí el arte de la encuadernación, la imagotipia, la folografía, la tipografía.
Comienza desde 1920 a participar en la vida política de la urbe: Ocupa cargos administrativos en la gobernación del estado, en el Concejo Municipal, en la Asamblea Legislativa. Fue electo por estado Mérida senador principal al Congreso Nacional el 6 de enero de 1945, obtuvo la misma designación en las elecciones generales de 1947. Mirando hacia lo íntimo de la persona en su horizonte existencial, siempre mantuvo actitudes altruistas: hombre pío, radical defensor de la venezolanidad; entendió a Bolívar como la tierra que somos. Mostró, además, una sólida identificación con las raíces e instituciones salvaguardas de la civilización occidental a la cual nos debemos; a los tales principios con convicción precisó: la democracia, el republicanismo, la libertad, la justicia uncida a la verdad, el cristianismo.
Deja en nosotros, sus lectores, Don José Rafael Febres Cordero, la dádiva del desolvido, del recuerdo revelador afirmado en las concisas pero sugestivas historias de sus opúsculos, de sus discursos, de sus páginas en periódicos o revistas, flotando en el viento de los días. Memorar a quienes transmutaron sus cenizas, sus huesos en episodios útiles, en obras hermosas, resucitar al través de certeras palabras a los buenos idos, ello gratitud se nomina.
*Versión del epígrafe Lubio Cardozo: "A cada quien sus días, breve e inmodificable su parte de tiempo en la vida: pero la prolonga la fama lograda con las obras de virtud". Virgilio, Eneida, lib. X.