He tomado del Diario de Federmann traducido por el historiador Manuel Arcaya, titulado "Historia Indiana", que aparece en la obra "Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela", algunos apuntes, que nos ilustran sobre los acontecimientos sucedidos en esta primera incursión bélica, de los conquistadores europeos, en contra de los pueblos aborígenes del territorio centro-occidental de Venezuela. Históricamente, como es sabido, el conquistador welser, Nicolás Federmann, parte desde Coro en septiembre de 1530, en una expedición de guerra, contra los pueblos nativos. Veamos lo que este invasor escribe en el citado Diario:
"… el 12 de septiembre del año treinta partí con ciento diez españoles a pie y dieseis a caballo, con centenar de indios naturales del país, pertenecientes a la nación llamada de los Caquetíos, que llevaban víveres y otras cosas necesarias para nuestra seguridad y abastecimiento.
Podemos notar en estos apuntes, que lleva un centenar de aborígenes caquetíos, como esclavos. Recordemos que el pueblo Caquetío fue sometido, bajo la sumisión del Diao Manaure ante la hipocresía parsimoniosa del conquistador Juan de Ampíes, luego son víctimas de la arrogancia criminal de Alfinger y, ahora Federmann los ha convertido en sus esclavos, para utilizarlos en una expedición de guerra contra sus propios hermanos aborígenes.
El día siguiente, o sea el 13 de septiembre, al entrar al territorio de los Jirajaras, en la legendaria Sierra Coriana, haciendo una travesía de unas treinta millas, donde no encontró hechos importantes que describir; restándole importancia al territorio recorrido sobre el que anota que: "Esta nación no posee sin embargo mucho oro", lo que denota que no buscaban otra cosa, sino expoliar las riquezas naturales. Para el invasor, el territorio de los jirajaras, es de muy poca importancia, ya que en esta tierras no existían minas, "(…) ni comercian con las naciones vecinas, (…) son enemigas, y comen todas carne humana, devorando aquel a quien puedan apoderarse o a quien puedan aprisionar". Es aquí cuando este invasor esgrime la más descomunal mentira, inventada a propósito, para la justificación de la represión, dominación y exterminio de estos pueblos, tildándolos de caníbales, cuando en realidad, la práctica de antropofagia, jamás fue practicada por los pueblos originarios, aunque hay escritores e historiadores que afirman y sostienen tal blasfemia, contra nuestros aborígenes, prestándose de manera servil a los criterios distorsionantes defendidos por las clases opresoras.
A los Welser no les interesaba la agricultura ni las prácticas industriosas, ni desarrollo alguno para los territorios donde ellos desarrollaban la conquista, su interés estaba centrado en la explotación de oro, y hacerse de la fuerza de trabajo gratuita, (la esclavitud) de los aborígenes para su enriquecimiento personal y fortalecimiento de incipiente inicio del sistema capitalista salvaje para el momento y, los hacían a sangre y fuego, veamos lo escrito en el Diario:
"Así atravesé esta nación llamada de los Xideharas que ocupa una áspera y alta montaña de unas treinta millas de extensión. Durante este viaje (…) no me ocurrió nada digno de escribir, (…) Fui recibido por ellos más por miedo que por buena voluntad, y aunque me dieron vituallas y algo de oro fue porque tuvieron que hacerlo".
Y los habitantes originarios tenían que hacerlo, porque eran amenazados y amenazadas de muerte; porque eran reclutados y reclutadas para utilizarlos (as) y venderlos (as) como esclavos (as); porque violaban las mujeres nativas e hijas y las asesinaban; porque matan a los niños y a los ancianos con el mayor descaro e impudicia y, lo hacían por que el oro era su afán, pues era su verdadero dios; y los nativos les entregaban su oro, porque para los ellos, el oro no tenía ningún valor. Y así se inició la larga guerra contra los pueblos originarios en el territorio centro-occidental de Venezuela.
El 23 de septiembre. Las tropas de Federmann arribaron a Hittoua, último pueblo del territorio Jirajara , que según Arcaya se trata de una aldea desaparecida que estaba situada al sureste de Churuguara, (hoy estado Falcón) yo que presumo que puede ser el hoy caserío Quiragua, ubicado al noreste de Churuguara, Veamos las siguientes anotaciones en el Diario del conquistador teutón:
"Habiendo llegado (…) al último pueblo o aldea de esta nación Xideharas,(…) fui advertido por los habitantes o naturales, de cómo, a dos días de camino, había otra nación, llamada los Ayamanes, que era su enemiga, por lo cual durante estos dos días de camino estaría despoblado y desierto. Sería gente de baja estatura y enanos, pero guerreros, que habitan también una tierra áspera y montañosa. Llevé cerca de ciento cincuenta indios o indígenas del pueblo o aldea Hittoua para que nos abrieran camino y paso, y para que ayudaran a los indios que empleábamos para llevar carga y aprovisionamiento, y sobre todo agua, cuya falta en el camino nos había sido anunciada".
En estas anotaciones nos podemos dar cuenta de las cualidades de los habitantes del pueblo Ayamán, que el conquistador determina, para ubicarlos en un estado de minusvalía social y humana, cuando dice que son enanos, que realmente no lo eran, pues eran, sencillamente personas normales, de baja estatura, pero a la vez reconoce que a pesar de su estatura son guerreros, que en efecto lo eran, como se demuestra en estas mismas anotaciones del Diario en estudio, pero también podemos observar cuando dice: "me llevé cerca de ciento cincuenta indios del pueblo o aldea de Hittoua, para que nos abriera camino y paso" lo cual nos indica que fueron reclutados para convertirlos en esclavos, como habían hecho con los caquetíos que traía desde Coro.
También de estas notas se desprenden otras conjeturas hipotéticas, que ya sabemos por las fuentes investigadas, que las naciones indígenas, sí, tenían comunicación y medios para comunicarse entre sí, aunque existieran relaciones hostiles, sobre todo por temas de delimitaciones territoriales y algunos otros asuntos de carácter socio-político y espaciales y, entre los medios de comunicación existentes eran los caminos, que han existido desde tiempos milenarios y que aún hoy, esos mismos caminos están presentes en nuestros territorios y, particularmente yo expongo aquí la relación del llamado "camino ó ruta de la sal", que se iniciaba desde las playas corianas, donde la sal era extraída por los caquetíos de Coro, en las costas de Mitare, Adícora y Guaranao, para ser distribuida y comercializada por todos los pueblo que hacían vida en la Sierra Coriana, del hoy estado Falcón; Parupano, Siquisique, Baragua, territorio del hoy Municipio Urdaneta estado Lara, como lo señala Rojas R.: "Esta ruta aborigen prehispánica que se desarrolló alrededor del comercio de la sal será más tarde el camino de los españoles, de Coro y El Tocuyo y Barquisimeto pasando por Carora". Esta ruta es utilizada por aborígenes del pueblo de los Xaguas, que eran grandes comerciantes, por tiempos milenarios, antes de la llegada del invasor, para el tráfico comercial entre todos estos pueblos, que los Xaguas proveían del preciado producto alimenticio, para canjearlo mediante el método de trueque, por productos concebidos por los habitantes de los pueblos nativos en todo este territorio, como productos agrícolas, locería, tejidos etc. Entonces la pregunta: ¿porque los aborígenes del pueblo de los Jirajaras, en vez de llevar a los conquistadores, a través de ásperas montañas, no los condujeron por el milenario camino de la sal, como lo hicieron las posteriores expediciones invasoras? Es de suponer la hipótesis, de que se trataba de una estrategia muy práctica de los nativos para evitar el contacto con otros pueblos nativos y tratar de desviarlos y producirles desgaste y cansancio, ¿sería una estrategia de guerra de estos aborígenes para provocar fricción a la tropa invasora? La interrogante es válida. Era una guerra. En la guerra todo se vale, y nuestros aborígenes también eran guerreros.
Y en cuanto a la existencia del "camino o ruta de la sal", y la existencia de relaciones comerciales entre las diferentes naciones de la Región centro-occidental, observemos las apreciaciones del historiador Reinaldo Rojas en su obra titulada "La economía de Lara en cinco siglos":
"Es en el año 1530 cuando al llegar al territorio del actual estado Lara los primeros conquistadores europeos. Sin embargo, no se encuentran con un mundo inexplorado y vacío. Al contrario, la hueste española que comanda el Capitán Alemán Nicolás Federman, avanza por un territorio ocupado por diversas comunidades aborígenes, con diferentes lenguas y desarrollo económico-social, que han organizado un intenso intercambio comercial de sur a norte y de este a oeste, donde juega especial importancia la gran nación de los Caquetíos, la cual, desde Coro hasta Caquetá en los llanos de la actual República de Colombia, ha venido desarrollando desde siglos anteriores un movimiento económico y cultural que tiene en las provincias de Variquecemeto (valle del río Turbio) y Vararida (depresión de Yaracuy) dos centros estables de población".
Por ello, la ruta que sigue Federman en 1530 – 1531 por la Region centro-occidental, puede leerse como el trazado de un camino principal que comunicaba en aquellos tiempos remotos a los pueblos del Caribe con las comunidades de los llanos, que desde el sur tenían a su vez un permanente intercambio comercian con los Andes y con el Amazonas. Esa Y que se bifurca en Barquisimeto, cuando observamos la ruta del adelantado de los welser, no es más que la expresión socio-espacial de un movimiento regular de hombres, bienes y valores culturales". Pág. 31.
El 27 de septiembre llega Federmann a Hittoua, último pueblo del territorio Jirajara. Luego de tres días de camino por la montaña áspera y solitaria, llegan al primer pueblo de la Nación Ayamán, que en el Diario se aprecia el siguiente relato:
"Habiendo encontrado al amanecer del tercer día una aldea de seis a ocho casas, que es la primera de esta nación de Ayamanes, la asaltamos, por temor a que huyeran, (…) De este pueblo partí el veintisiete del mes de septiembre del año etc., treinta, dos horas antes del alba, y a dos millas de distancia desde allí, encontramos un pueblo o aldea donde, según nos comunicaron, vivía un rico cacique o señor de la tierra, a quien pensábamos asaltar y atraerlo a nuestra amistad como lo hicimos con otros. (…) Llegamos frente al pueblo y no suponiendo otra cosa sino que el cacique o señor vivía allí con los suyos, despreocupado de nosotros, envié algunos de a caballo y a pie junto con los indios (…) para que, (…) hablasen con el cacique y si no podían hacerlo por las buenas, tratasen de detenerlos por la fuerza, pues yo estaría con ellos apenas comenzasen a hacerlo, (…) Pero cuando los enviados se aproximaron al pueblo o aldea, no encontraron allí ni un solo hombre, (…) Sin embargo, acampamos en este pueblo, ya que encontramos allí en abundancia de maíz, yuca, batata, ahuyama, (…). Pág. 172.
Era el principio de la guerra colonialista, que es al mismo tiempo el principio de la rebelión anticolonialista, cuando los naturales del pueblo Ayamán reaccionan con sus armas, rebelión que aún a más de quinientos años mantenemos, en contra de la opresión imperial, veamos lo que dice Federmann en el Diario:
"Después de permanecer dos horas en este pueblo o poblado con buena vigilancia, nos reunimos en junta (para decidir) el modo de lograr adueñarnos de los naturales o habitantes. De pronto, en una altura frente a nosotros, vimos y oímos un gran número de indios que estimamos unos seiscientos, lanzando grades gritos, soplando con los cuernos, como acostumbran hacer la guerra, y disparando flechas sobre nosotros durante un cuarto de hora más o menos. No pudimos hacerles daño enseguida porque dominaban la altura".
Estas son las primeras acciones de defensa de los pueblos nativos venezolanos, frente a los primeros invasores europeos, que hoy debemos estudiarlas. La guerra había comenzado. Tres días de camino habían recorrido hasta llegar a este pueblo o aldea donde fueron atacados por unos seiscientos guerreros Ayamanes, que no eran poca cosa. Eran seis cientos guerreros aborígenes según el mismo Federman, que luego de aquel cuarto de hora de asedio se retiran, entonces el teutón anota:
"Hice ocupar enseguida la altura con cerca de veinte hombres de a pie, bien adiestrados y entendidos, para que los asechen y examinaran la región. Por ellos supe que habían visto cerca de treinta pueblos o aldeas situadas a nuestro alrededor, tres de las cuales habían sido incendiadas y ardían, incendio provocado por ellos mismos. Todo esto me pareció de buen augurio, porque al incendiar los tres pueblos demostraron que lo habían hecho debido a su desesperación o desconcierto y obstinación y suponiendo que serían asaltados por nosotros; y antes de permitir que gozáramos de sus provisiones y bienes, los quemaban para que no fueran aprovechados por ellos ni por nosotros. …
(…) y envié tres indios que habían venido con migo (…) dándoles regalos destinados a los caciques o señores de los pueblos circunvecinos para que buscasen a estos, (…). Les ordené, (…) que al encontrarles les notificasen la causa de nuestra venida y les dijesen que si llegaban a donde yo estaba y nos trataban como amigos, les perdonaría lo pasado y les recibiría como tales y yo también sería amigo suyo y les ayudaría a defenderse y salvarse de sus enemigos; pero en caso contrario, si rehusaban la amistad ofrecida, los perseguiría, desbarataría y quemaría sus tierras y campos, los aprisionaría a ellos, a sus mujeres y niños, los consideraría y trataría como esclavos o gente destinada a la venta, y en todo me mostraría y viviría como declarado enemigo suyo".
¡Terrible declaración de guerra!.. No era cualquier cosa. Era un imperio que se imponía en contra de un pueblo pacífico, que sabía defenderse como buenos guerreros. Debido a aquel macabro mensaje, el día siguiente llegaron unos sesenta Ayamanes entre hombres y mujeres en son de paz, acompañados de su respectivo cacique. El Capitán invasor después de dialogar con ellos, los mandó a bautizar, seguramente con él marcharía algún cura, (aunque no lo refleja en sus anotaciones) para santificar los crímenes. Federmann cuenta en su Diario que a este cacique, le regaló alguna bisutería de oro, insinuándole a que les hiciera el llamado a los demás aborígenes, de otros pueblos, para que presentasen su disposición de visitarlo y hacer paz. No podía ser más cínico: ofreciendo paz, y a la vez amenazando con inusitada violencia, a unos pueblos tan pacíficos como hospitalarios, que tuvieron que pelear como lo sabían hacer y lo demostraron a lo largo de la guerra de resistencia.
Durante cinco días permanecieron los europeos en este poblado ayamán, que no menciona el nombre, ni ubicación, solo se sabe que estaba a tres días de camino desde Hittoua, último pueblo del territorio Jirajara. Durante esos cinco días, llegaron varios pueblos Ayamanes, de los que pudo sacarle importante información para la prosecución del viaje y dice:
"Habiendo averiguado todo esto y otras cosas que necesitaba para proseguir mi viaje, me puse en camino hacia (el territorio de) los dichos enanos.
Fui de un pueblo a otro, acompañado de muchos indios que nos servían para abrir camino y para otras necesidades, pues mediante ellos hice amigos a muchos pueblos y caciques o señores al atravesar (sus tierras), y no tuve la necesidad de emplear la violencia con ellos; porque al ver que otros de su nación se habían sometido y que yo cumplía la palabra dada, todos se mostraban muy serviciales y me ofrecían lo que necesitaba.
Esta era en parte, el resultado de la tenebrosa amenaza que le había enviado a los caciques, con los tres nativos, que por el momento le surtió cierto efecto logrando la atracción de varios pueblos Ayamanes que le visitaron y, el alemán los utilizaba para incitar el sometimiento "voluntario" y suplantar la violencia brutal, por la violencia psicológica, que también es una formalidad metodológica de hacerla guerra; pero aún no había probado la astucia de los aborígenes, que más adelante sorprenden a los soldados que envió al país que ha llamado de los "enanos", refiriéndose en el Diario dice:
"(…) envié a un capitán con ciento cincuenta hombres a pie, bien pertrechados y con un intérprete de esa nación, para que me trajesen a los enanos con amor y amistad o por la fuerzas, (…) Allí esperé hasta el siguiente día que fue el cinco de octubre.
Llegaron tarde por la noche y trajeron unas ciento cincuenta personas, hombres y mujeres, que habían capturado al asaltar un pueblo distante cinco millas de donde estábamos, pues los habitantes se habían defendido negándose a venir a visitarme voluntariamente. En la
refriega murieron muchos, y algunos cristianos fueron heridos, (…).
Los indios eran todos de baja estatura (…) No pudimos servirnos de esta gente debido a su pequeña talla, (…) Les hice bautizar (…) Les dejé volver a casa (…) exceptuando a diez personas que nos parecieron las principales, (...) Con esto siguieron su camino como prisioneros liberados y yo seguí el mío.
El día 7 de octubre llegaron las tropas invasoras al pueblo de Carohana, que presumimos que es el topónimo correspondiente a la actual ciudad de Carora, que para ese momento, de acuerdo a las narraciones geográficas de distancia y tiempo que hemos estudiado, pudo haber estado situado, este pueblo, en la inmediaciones del territorio donde se ubica actualmente la ciudad de Siquisique y no donde se ubica, hoy día, la ciudad de Carora.
Según el Diario de Federman, en este pueblo había abundante cacería: después de aprovicionarse aquí, de carne de venado y otros productos alimenticios, las tropas invasoras prosiguieron la marcha por territorio ayamán y enviaban a indígenas para anunciar la llegada de las huestes ocupantes; todo para tratar de enmascarar el tratamiento violento, que se manifestaba de acuerdo con el comportamiento de los pueblos por donde pasaba aquella tropa; y así fueron visitando varios pueblos Ayamanes que tampoco menciona los nombres de ningún sitio o aldea, sólo narra que,
"Por esta nación viajé todavía unos cinco días, siendo bien recibido por los indios o naturales, (…). Recibimos pocos presentes o regalos de esta nación, ya que no poseen riquezas o tienen muy pocas; (…). Así llegamos, el doce de octubre, al último pueblo o aldea de la nación de los Ayamanes o enanos, donde comienza otra nación, la de los Coyones que también son enemigos de la citada nación de los Ayamanes, y cuya amistad tuvimos que procurar o ganar de grado o por fuerza, etc".
Federmann llegó a este territorio de los gayones, el día 12 de octubre y atacó al primer pueblo, pero estos, en aquel ensayo bélico se defendieron, como buenos guerreros que eran y siguieron siendo buenos guerreros, por muchos años de resistencia. Federmann usó intérpretes ayamanes para comunicarles su interés y estos, aparentemente, se habrían calmado y les habían proporcionado a los invasores, comida, regalos, objetos de oro, entre otras cosas.
Ante los ataques de las tropas de Federman, los gayones abandonan el pueblo donde estaban los soldados europeos, lo que determinó a Federman atacar, enviando a unos 50 hombres a pie y 4 a caballo, a perseguirlos. En la tranquilidad de la noche, que hacía apacible el sueño de los aborígenes gayones, los soldados europeos amparados por la oscuridad, atacaron un pueblo y capturaron unos ochenta indígenas, entre hombres, mujeres y niños. No dice en el diario a cuantos mataron esa noche. Mandaron a otro grupo de europeos a atacar otro poblado y en la lucha, allí mataron a numerosos indígenas y capturaron a muchos. Según el Diario, en una escaramuza hubo siete heridos por parte de los europeos y un muerto, que fue enterrado en secreto para no terminar con la creencia, que al parecer tenían los indígenas, de que los europeos eran inmortales. Federmann repartió los indígenas prisioneros - unos 43- entre sus soldados. De allí los invasores europeos pasaron al territorio de los xaguas o chaguas. Los aborígenes prisioneros fueron obligados a marchar como esclavos encadenados y obligados a cargar con las pertenecías y víveres de los invasores.
¿Los pueblos jirajaras, ayamán y gayones en realidad fueron una inter-etnia?
Hasta aquí hemos visto el inicio de la guerra del colonialismo europeo en contra de los pueblos del Centro-occidente de Venezuela donde podemos apreciar también según la narración diaria de Nicolás Federman, escasa relación entre los pueblos Jirajara, Ayamán y Gayones, donde es viable descartar la muy trillada hipótesis de la inter-etnia Jirajara-ayamán-gayón, muy defendida por algunos estudiosos de la historia de estos pueblos originarios, ubicados en el territorio de los hoy, estados Lara y Falcón.
Veamos por qué, esta hipótesis de la inter-etnia jirajara-ayamá-gayón, pierde soporte histórico. Al analizar la narrativa de Federman, nos encontramos con varias anotaciones, que podemos leer entre líneas, donde se refiere a la relación entre los habitantes del pueblo Jirajara y el pueblo Ayamán. En el primer contexto encontramos la siguiente nota,donde dice: "ni comercian con las naciones vecinas, (…) son enemigas," y cuando llega a la aldea Hittoua, último pueblo del territorio jirajara, dice:
"Habiendo llegado (…) al último pueblo o aldea de esta nación Xideharas,(…) fui advertido por los habitantes o naturales, de cómo, a dos días de camino, había otra nación, llamada los Ayamanes, que era su enemiga, por lo cual durante estos dos días de camino estaría despoblado y desierto.
Más adelante, al terminar el recorrido por el extenso territorio ayamán y llegar al territorio de los gayones Federman dice: "Así llegamos, (…) al último pueblo o aldea de la nación de los Ayamanes (…), donde comienza otra nación, la de los Coyones que también son enemigos de la citada nación de los Ayamanes," (…). Entonces… ¿Cómo puede configurarse una inter-etnia, con tres naciones aborígenes que son enemigas?.. Que no comercian entre sí; que se encuentran aisladas por amplios territorios montañosos y solitarios, con idiomas diferentes. Lo que significa que antes de la llegada de los conquistadores, al territorio de la Región centro-occidental de Venezuela no existía relaciones armoniosas entre las diferentes naciones, lo que no quita de que en el transcurso de la guerra de resistencia se hayan unido para hacer la guerra en común, o fueron forzados por los conquistadores a reducirse para la fundación de los pueblos y ciudades, donde se desprende la política colonialista de los repartos y encomienda, y fundación de pueblos de doctrina, donde fueron reclutados en diferentes pueblos y de diferentes etnias para esclavizarlos y cristianizarlos. En próximas entregas seguiremos analizando este tema de nuestra geohistoria.