Los hondureños y los gobiernos de América Latina y el Caribe han recibido con incredulidad y sin mayor interés la denuncia hecha por el presidente impuesto de la República de Honduras, de que un sector de su oligárquico Partido Nacional, preocupado por sus supuestas concesiones al derrocado presidente Manuel Zelaya, está fraguando un Golpe de Estado.
La denuncia pareciera una opera bufa del tinglado trágico-cómico que hoy controla los Poderes Públicos de la nación catracha, si tomamos en cuenta que la supuesta víctima del Golpe de Estado, Porfirio Lobo, señala la responsabilidad de tres importantes dirigentes “nacionalistas”, sin atreverse a identificarlos mientras, sin denunciar los hechos, reclama una investigación de la Fiscalía General, (la cual está presidida por una de las principales responsables del derrocamiento de Zelaya) y, por si fuera poco, como muestra de la seriedad de sus acusaciones y de la sincera preocupación que tiene por tan graves hechos, se fue de “rumba” con cien de sus familiares, funcionarios y amigos, a disfrutar los partidos de la Selección Honduras en los 16avos de final del Campeonato Mundial de Football Suráfrica 2010.
Pero más allá del sainete montado por este pintoresco personaje de la picaresca política hondureña, devenido en presidente gracias a unas elecciones condicionadas por un Golpe de Estado, lo cierto es que el agravamiento de la crisis social y política hondureña por la profundización de la crisis económica, ha generado, inevitablemente, tensiones y conflictos entre las diversas fracciones de los grupos oligárquicos que controlan la economía hondureña y sus aliados de los partidos Nacional y Liberal, la cúpula de la Iglesia Católica; las cuales se ven acrecentadas por la preocupación del gobierno imperialista de los Estados Unidos por la persistencia de la crisis política, el aislamiento internacional del gobierno posdictatorial de Lobos y las iniciativas políticas del Frente Popular de la Resistencia.
Aún no dándole crédito a la denuncia de “Golpe de Estado” hecha por el golpista Porfirio Lobo, dos elementos parecen indicar la existencia de un posible propósito tomar iniciativas políticas dirigidas a resolver la crisis de gobernabilidad generada a partir del derrocamiento de Zelaya; la primera de ella, fue su sorprendente declaración, el pasado mes de mayo, de que no temía la convocatoria de una Constituyente promovida por la resistencia y, la segunda, su propuesta de traer de vuelta a Tegucigalpa a Manuel Zelaya, garantizándole todos sus derechos políticos.
Tales posiciones, sin duda no pueden gozar de la simpatía de sectores oligárquicos que la perciben como una maniobra de Porfirio Lobo dirigida a sacrificar a los responsables directora del Golpe (Fiscalía, Corte Suprema, Fuerzas Armadas y P0olicia Nacional), en favor de la creación de una nueva situación política que pudiera conducir a un verdadero ” Gobierno de Unidad Nacional “, aprobado por el presidente Zelaya, en medio de las arduas negociaciones y presiones antes de las elecciones del 27 de febrero, fecha de la terminación del mandato constitucional del presidente José Manuel Zelaya Rosales, mejor conocido por sus seguidores como “Mel” Zelaya.
En la política nada es definitivo, sobre todo si ella está en relación con prácticas de Poder en donde los intereses de individuos y grupos no necesariamente expresan los intereses generales de los pueblos, por lo que no es descartable que, de persistir la actual crisis en la República de Honduras, pueda construirse un nuevo realineamiento de sectores políticos y sociales, dentro y fuera del aparato del Estado, que decidan abrir un proceso de tránsito de la dictadura a la legitimidad democrática en el que se consideren las aspiraciones de ambas partes.
Ese proceso, que pareciera estar siendo considerado por el sector político que lidera Porfirio Lobos, requiere el apoyo político y diplomático del gobierno imperialista usamericano, por un lado, y la disposición a la negociación del núcleo duro del Frente Nacional de Resistencia, reacio a la negociación con los golpistas e impulsor de la iniciativa refrendaria por la Asamblea Nacional Constituyente.
Las maniobras promovida desde el sector liderado por Porfirio Lobo, seguramente con la anuencia de los Estados Unidos, tendría por objeto, salvando el “articulado pétreo constitucional” y la permanencia transitoria de los titulares de los Poderes Públicos, construir un espacio institucional en el que se puedan elaborar fórmulas políticas que “refresquen”, sin transformar inicialmente, las actuales estructuras institucionales hondureñas, favoreciendo con ello, la reinserción internacional de Honduras y el mejoramiento de la difícil situación económica y social del país, así como la normalización del funcionamiento del Sistema de Integración Centroamericano, SICA, una de las víctimas de la crisis abierta con el Golpe de Estado ejecutado por el general Romeo Vásquez y el empresario Roberto Michelleti en la madrugada del 29 de junio de 2009, hace casi un año. “Amanecerá y veremos.”
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