Rafael Cabrices: un Señor Pistolero

Era 11 de abril de 2002 en la noche. El golpe de Estado contra el gobierno constitucional y revolucionario de Hugo Chávez, estaba en su clímax. La cuenta regresiva avanzaba velozmente.

La televisión conjurada brillaba de calumnias, infamias y mentiras. Las imágenes que horas antes habían capturado tanto a revolucionarios como a contrarrevolucionarios, eran manipuladas segundo a segundo: “Vean al del chaleco negro; al que tiene la franela del MVR (Movimiento Quinta República), vean cómo le dispara a la multitud pacífica que marcha hacia Miraflores”, decía un inmoral periodista que inexplicablemente es contratado aún como profesor de Comunicación Social; periodista que exponía “al de la franela del MVR” a una condena moral cantada; a la muerte súbita sin derecho a la defensa. El pistolero mencionado, perdón, el Pistolero (con P mayúscula) era Rafael Cabrices.

Tuve el honor, el distinguidísimo honor de ser de los pocos que se atrevió a darle espacio periodístico, luego de que lograra librarse de la persecución judicial de la que fue víctima junto a Henry Atencio, Richard Peñalver y Nicolás Rivera, compañeros suyos en Puente Llaguno, sitio desde el que expusieron su vidas en defensa de la Revolución. Hasta comunicadores que se decían aliados a la causa roja, le negaron el sagrado derecho a la libertad de expresión.

Al aire, por la emisora YVKE Mundial, conversamos varias veces. Le di incontables minutos y también a su abogado Antonio Molina, para que expusiera su versión. El pueblo tenía todo el derecho a saber, directo de la fuente, qué había ocurrido aquel fatídico día abrileño.

Me gané su confianza como periodista. Conocí de cerca su proyecto habitacional endógeno en la parroquia El Paraíso, para beneficiar a decenas de familias; acepté la invitación que me hizo para disertar ante muchas de ellas, el papel de la comunicación por aquellos tiempos.

Mañana 30 de agosto se cumplen seis años de la llegada del madrugador infarto. Es cuando quisiéramos ser creyentes y desear que esté a la diestra del mejor cuidador. Un abrazo Señor Pistolero. Honor y gloria a su memoria, a su valentía.


ildegargil@gmail.com


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Ildegar Gil

Comunicador social

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