La mayoría de los que hoy critican ferozmente al gobierno son unos hipócritas. Mientras más desaforadas e histéricas son sus aseveraciones, más hipócritas son. Tratan de tapar con su gritos sus propias tropelías.
Muchos de los que hoy se dan golpes de pecho y aparecen en los medios tratando de que les crean que son los adalides de la defensa de los derechos humanos, son cómplices y coautores de las mayores violaciones que se hayan cometido en este país, a lo largo del siglo XX.
Es bueno recordar también que esos, que se disfrazan de objetivos, diciendo que sus análisis los hacen como simples periodistas, fueron parte de los gobiernos más corruptos y asesinos que ha tenido Venezuela. Tuvieron cargos públicos, algunos hasta fueron ministros, otros, recibieron concesiones de radio y televisión en agradecimiento a sus servicios.
¡Hipócritas! ¡Periodistas hipócritas! ¡Políticos hipócritas!
“DIOSITO, POR FAVOR, MÁNDANOS OTRO CARACAZO”
Con motivo de la conmemoración de los hechos perpetrados en Febrero de 1989, han surgido algunas de estas voces cínicas tratando de buscar algún tipo de paralelismo entre aquella situación, que llevó al pueblo a alzarse en contra del neoliberalismo, y lo que se vive en nuestro país en la actualidad. En su fuero interno, darían lo que fuera porque hubiera protestas, saqueos y asesinatos, porque son unos inmorales a los que no les importa la vida, los principios, ni nada.
Uno los escucha todos los días, por los medios de comunicación, metiendo miedo, angustiando a la gente, diciendo que se acabaron los carros, las medicinas, los alimentos y lo que sea.
LAS DIFERENCIAS
Aunque las distancias son del cielo a la tierra, vale la pena, sobre todo para los que no recuerdan bien los hechos terribles de ese febrero del 89, explicar las inmensas diferencias que existen entre una situación y otra.
Pérez acababa de ganar la presidencia con una campaña en la que engañó a la gente, jurando que no aplicaría las medidas del Fondo Monetario Internacional, sin embargo, veinte días después, anunciaba el paquete que le era dictado desde el norte, con imposiciones al pueblo que eran imposibles de sobrellevar de manera digna, todo esto engañando a los que habían votado por él.
Chávez, por el contrario, siempre ha dicho lo que va a hacer. Más bien explica las cosas en exceso. Ofreció un proyecto socialista antes de las elecciones y, una vez que recibió el respaldo mayoritario de la gente, simplemente se ha dedicado a ejecutarlo.
Otra importante diferencia está en el problema del desabastecimiento. En aquel febrero no se encontraba nada. Ni leche, ni aceite, ni carne, ni harina, ni nada. Los especuladores vendían por debajo de cuerda los productos de primera necesidad a precios de artículos de lujo, bajo la mirada complaciente de las autoridades.
Mientras esto pasaba en la calle, en los medios de comunicación se presentaban las bodas más fastuosas, con detalles de las exquisiteces que habían degustado los ilustres invitados. Además, la toma de posesión de Pérez, irónicamente llamada “la coronación”, expuso ante las cámaras de televisión cómo se despilfarraban los recursos públicos.
Muy por el contrario, Chávez es un hombre que se ha caracterizado por su austeridad. La toma de posesión de su segundo mandato se hizo de madera sumamente modesta. Y en cuanto a los acaparadores, el gobierno no sólo no los alcahuetea, sino que los desenmascara y hacen que cumplan la ley.
Y para combatir a la inflación, se hace lo contrario de lo que recomienda el FMI, no sólo no se reduce el gasto público, sino que el Presidente acaba de anunciar nuevos aumentos para los programas sociales, los que benefician directamente al pueblo.
Hipócritas, yo sé que ustedes no tienen amnesia, por lo tanto, es caradurismo.
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