1. El Decreto de Amnistía constituye un movimiento táctico. No por eso deja de demostrar la sensibilidad humana y la solidaridad que, desde siempre, han caracterizado la revolución democrática bolivariana.
2. Con esta medida, el presidente Chávez reconoce tácitamente que los órganos de seguridad del Estado, el Ministerio Público y el Poder Judicial no han cumplido sus obligaciones. Si lo hubiesen hecho todos los protagonistas del golpe y del paro terrorista habrían sido condenados y encarcelados, y hoy no se estaría dictando una amnistía parcial, sino que el Presidente de la República tendría la potestad de otorgar indultos a cada uno de ellos, por separado, con mayor discrecionalidad y dependiendo de las circunstancias y de la evolución de cada reo. Por ello, asume la responsabilidad de dictar una “sentencia absolutoria” a los que no pudieron o no quisieron escapar (la minoría, por cierto) durante estos 5 años de inacción de nuestras instituciones.
3. Con esta medida, el presidente Chávez busca descargar a estos organismos estatales de las tareas que no realizaron en el pasado, y les impone la obligación de hacerse eficientes en lo sucesivo (de pronto, anticipa su intervención política).
4. Los jerarcas de la conspiración del 2002 huyeron; por lo tanto, no son beneficiarios de la amnistía dictada: Enrique Mendoza, Carlos Ortega, Pedro Carmona Estanga, Carlos Fernández, Juan Fernández y los jefes de “Gente del Petróleo”, los “militares de Altamira”, etc. Tampoco lo son los jefes de cuerpos policiales que enfrentan cargos por delitos de lesa humanidad: Simonovis, Forero y Vivas, ni los que asaltaron la embajada cubana por que no fue contemplada esta situación. Con este decreto se envía un mensaje muy claro: en tiempos de la cuarta república podíamos permanecer en las cárceles durante décadas sin un proceso justo y sin sentencia. Ahora, así los organismos competentes naufraguen en la ineptitud y la corrupción, quienes se sometan al orden jurídico de la República Bolivariana de Venezuela conocerán la justicia(?).
5. “Pasar la página” es una expresión dirigida, fundamentalmente, a los propios revolucionarios. Quiere decir: entendamos que nuestro adversario es mucho más poderoso que sus títeres cuya sustitución será permanente. No nos distraigamos recordando alguna batalla ni persiguiendo solamente a los batallones que ya derrotamos. Dejemos atrás las victorias y las derrotas del pasado, agarremos mínimo porque el 2008 nos depara otras confrontaciones.
6. Cuando equilibremos el cerebro y las vísceras, la arrechera se transformará en ganas.