A diferencia
del indígena venezolano, de cultura más que precaria, el negro africano
trasladado a nuestro país en calidad de esclavo apenas tenía un rezago
de uno o dos siglos respecto a los europeos, aunque algunas tribus estuviesen
sumergidas en la prehistoria, Había pueblos africanos que sorprendieron
a los primeros navegantes portugueses por su organización social, su
desarrollo técnico y elevada expresión artística. Muchos de ellos
eran de religión islámica y tenían una buena estructuración de la
familia, de la propiedad y el estado. Eran significativas y complejas
sus historias y creencias. La sociedad se dividía en clases y hubo
príncipes y reyes que vivían en fortalezas de piedra que en poco o
nada diferían de las existentes en Europa. En un comienzo fueron los
de mayor evolución y desarrollo los que iniciaron la trata de esclavos
vendiéndole a los portugueses sus hermanos de raza. Con el tiempo fueron
a su vez víctimas de los terribles negreros, quienes haciendo caso
omiso de rangos sociales, estatura intelectual y nivel de conocimientos
los esclavizaron como a los otros.
Se estima en
más de sesenta millones el número de africanos arrancados de sus hogares
para ser vendidos en el Nuevo Continente. (J. Suret-Canale, libro África
Negra) Apenas un 10% de los cautivos llegaban con vida a su destino
por obra de los malos tratos, epidemias y suicidios en masa que se producían
durante una penosa travesía de tres meses. Entre ellos vinieron, entremezclados
con bárbaros y caníbales, príncipes y reyes que hasta su captura
eran dueños y señores de naciones enteras, lo que sin duda explica
la vitalidad cultural del negro ante los embates de la cultura española
y la importancia que como esclavos y hombres libres tuvieron en la conquista
y colonización de América.
Fueron negros
y mulatos libres los que capitaneados por el Capitán General de Venezuela
fundaron la ciudad de Nirgua en 1626, luego de arrebatársela en recio
combate a los aguerridos jirajaras. Los negros esclavos, por su proximidad
cultural al español, fueron en un comienzo sus aliados y amigos contra
los terribles indígenas de Tierra firme, aunque esta alianza fuese
siempre precaria y explosiva por el carácter levantisco y los abusos
del Conquistador.
Hacia 1561
vivía en Barquisimeto un negro llamado Miguel, esclavo del conquistador
Damián del Barrio. Era un hombre inteligente y audaz que a duras penas
resistía su condición de esclavo y los malos tratos que su amo le
prodigaba. ¿Era Miguel uno de esos africanos civilizados? La historia
no lo dice; pero son tantas las cosas que la historia guarda por omisión
voluntaria o por ignorancia... A lo mejor era un príncipe, hijo de
reyes de los que describe Mariano Picón Salas en su libro sobre San
Pedro Claver. Como rey se condujo apenas se liberó de los españoles.
¿Qué hizo este negro Miguel? Mató al amo que lo maltrataba, insurreccionó
a los esclavos de Barquisimeto y luego de rechazar a sus dominadores
se internó en las selvas de Buría donde fundó un reino con rey y
reina, obispo y príncipe heredero. ¿Había entonces una mujer? ¿Cómo
se llamaba? Se llamaba Guiomar y ha debido ser muy guapa y hermosa para
que Miguel le ofreciese un reino y hasta le inventase un obispo negro
para ponerle un hijo.
Los negros
vueltos a su libertad, y teniendo por rey a este Espartaco nuestro,
disfrutaron sin duda de efímera y profunda felicidad con sus remedos
de corte, palacios de paja, corona de flores y fornidos nobles de calzón
corto con el pecho desnudo. Como Nefertiti, la faraona; ya me imagino
a Guiomar con el cuello alto y las facciones finas... Alerta: ¡Gente
viene! Son jirajaras, los feroces guerreros... Venimos en tu busca,
rey Miguel. María Lionza, nuestra diosa, nos ha dicho que sumemos esfuerzos
para expulsar al español... Los españoles entre tanto los habían
cercado con el mayor sigilo. Así hablan Diego de Lozada “Caballero
de Río Negro” y el Cautivo. ¿Habéis oído, don Diego, lo que traman
estos malditos? Callaos, amigo mío, que nos pueden escuchar... Poco
nos importa si nos escuchan o no, le dice el Cautivo. Los tenemos rodeados
con los arcabuces a punto. Tenéis razón, Cautivo. Salgamos de esto
de una vez: ¡Santiago y Cierra España! (Descarga cerrada de arcabuces.
Gritos de terror y furor, ayes de agonía.) Y así terminó el breve
reinado de nuestro primero y último rey, un negro esclavo que a lo
mejor fue realmente un príncipe de algún minúsculo feudo del lejano
continente. De su paso apenas quedan vagas referencias históricas,
muy hermosas leyendas y un sitial significativo en los que en Sorte
adoran a la diosa de la montaña. Como Negro Miguel se le reconoce y
se invoca su ayuda en casos de necesidad. Es muy probable que muchos
de sus devotos desconozcan que el Miguel milagrero y el Rey Miguel son
la misma persona. (Tomado de Don Francisco Herrera Luque)
Francisco Guerrero
(a) El Cautivo, era natural de Baeza, en Andalucía. Tenía sesenta
años cuando se unió al Caballero de Río Negro. Estuvo como mercenario
en el sitio de Viena, “ganando sueldo con Solimán”.
Salud Camaradas:
Hasta la Victoria Siempre.
Patria. Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net