No es nuevo en el capitalismo salvaje y sus designios malévolos, no respetar sexo, raza, profesión u oficio a la hora de sancionar, castigar y supuestamente con la excusa de enmendar, violar derechos humanos utilizando sanciones, prohibiciones, amenazas, invasiones y homicidios. El deporte en el mundo no escapa a las dictatoriales medidas que por razones políticas, inventa el sistema demócrata representativo que pretende dominarlo todo, sin importar los puntapies que le propinen a la democracia que dicen defender. Una digna venezolana, Alejandra Benítez, deportista desde niña, profesional universitaria, estrella internacional de la esgrima y aspirante a asistir por quinta vez a unos juegos olímpicos, es víctima de la intolerancia politiquera mezquina y roñosa.
El gobierno de Canadá le negó la visa a Alejandra, porque fue Ministra del Deporte en Venezuela, y la incluyen entre las y los sancionados funcionarios de la revolución socialista bolivariana. Al impedirle asistir a un evento de esgrima internacional en Canadá, le restan posibilidad de acumular puntos, el gobierno canadiense viola desfachatadamente La Carta Olímpica, que defiende la libertad de pensamiento de los atletas en el mundo y su derecho a decidir ser integrantes de cualquier tendencia política. Este salvajismo en la historia del olimpismo hizo daño en tiempos la guerra fría entre los USA y la entonces URSS -Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-, con inasistencia de una de estas potencias a la cita olímpica.
Alejandra Benítez, combativa y firme venezolana deportista ejemplar, convocó a ruada de prensa y dejó dicho ante el mundo desde la sede en Caracas del Comité Olímpico Venezolano, que La Carta Olímpica en su Artículo 5 reza "Cualquier forma de discriminación contra un país o una persona, basada en consideraciones de raza, religión, política, sexo o de otro tipo, es incompatible con la pertenencia al Movimiento Olímpico". La barrabasada la avala el Primer Ministro de Canadá, que está arrodillado a los dictámenes de La Casa Blanca en Washington.
El olímpico desprecio por la humanidad característico del capitalismo salvaje, deja huellas, esta vez perjudicando a una deportista venezolana consagrada, y evidenciando atraso en el respeto al derecho universal a las convicciones políticas de cada quien, que es por cierto bandera de la democracia, concepto trucado por el capitalismo salvaje mediante el dominio hegemónico en los medios de comunicación a nivel internacional, y que desde 1999 con la aparición de un venezolano en la escena política internacional, el caballero y Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, ha permitido abrir los ojos a muchos, para conocer la bestialidad mercantilista de la supuesta "democracia representativa", falaz hasta en el deporte.