"¡Ánimo, ánimo!, la cosecha ya está con nosotros, los cafetales están maduros, la tierra está húmeda, ya llegó la cosecha; ¡bienvenida!, veremos cómo salimos está vez. "

Utilicé un párrafo del artículo "Entreverao" de Toribio Azuaje para escribir este artículo. Gracias. Él recoge café en algún lugar, quizás lejano de nuestra geografía, yo recogí la emoción y la esperanza que se desprenden de sus palabras. Quizás todos los venezolanos no tan jóvenes, más cercanos a la anterior economía agrícola, guardamos en lo interno el deseo de encontrarnos de pronto con ese mundo de fertilidad y prosperidad que creíamos florecía en nuestros campos. No sabíamos que existía la explotación.

Pero para la gente del campo cuando llega la cosecha, en este caso el café y los cafetales que han sido cuidados con celo por agricultores y trabajadores del campo dan sus provechos, lo viven con regocijo, casi como una realización milagrosa, pues lo que ha sido cuidado con esmero y dedicación ya está a punto y sus frutos están listos para ser recogidos. La tierra, que ha sido regada por las lluvias y el sudor de los trabajadores, está húmeda y fértil. Se cumple un ciclo. Atrás quedaron incontables faenas, es un momento de espera y ponto vendrá un nuevo inicio.

La cosecha es la culminación de meses de trabajo duro y dedicación. Es un momento de celebración, de agradecimiento y de reflexión. Los agricultores y los trabajadores del campo pueden ver el fruto de su trabajo, y disfrutar del resultado de su esfuerzo. Yo creo que a los agricultores nunca se les quita la emoción y la sorpresa de todo lo que puede hacer la naturaleza cuando se le suma el trabajo humano bien hecho.

Pero la cosecha también es un momento de incertidumbre. Y sucede cuando sale del mundo de la naturaleza para entrar al mundo completamente humano. Tiene que ir al mercado. ¿Tendremos buenos precios? ¿Cómo nos tratara este año la industria? ¿Será suficiente para cubrir las necesidades nuestras y de la comunidad? ¿Qué desafíos y retos se presentarán en el camino? Estas preguntas y dudas son comunes en la mente de los agricultores y los trabajadores del campo.

A pesar de estas incertidumbres, la emoción y la esperanza que se desprenden de la cosecha son innegables. La posibilidad de una buena cosecha, de una buena temporada, es un motivo poderoso para seguir adelante, para seguir trabajando y luchando. La cosecha es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos y los obstáculos, siempre hay una oportunidad para crecer, para prosperar y para triunfar.

Y como dice Toribio, "enhorabuena", tenemos producción que vender.

La cosecha es un símbolo de la vida misma. También La vida es un ciclo de crecimiento, de maduración y de cosecha. La vida es una circunstancia, pero también es una oportunidad. La cosecha es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos y los obstáculos, siempre hay una fecha para crecer, para prosperar y para lograr. La vida es siembra y lucha, pero es la vida.

Para los agricultores, las comunidades, los pueblos, la cosecha no solo es el esfuerzo físico de sembrar y recolectar, sino también su vida emocional y cultural, su alma. Para muchos es un período en el que familias y comunidades se unen, trabajan juntos para recoger los frutos de su labor. Es un tiempo de tradición y colaboración, donde los conocimientos y técnicas se transmiten de generación en generación.

Y ya dijimos que sin embargo, la cosecha también está cargada de incertidumbre. Una mala cosecha puede ser un hecho tremendo, resaltando la vulnerabilidad de las comunidades y siendo necesario el apoyo nacional. Y el éxito de la cosecha tiene implicaciones económicas significativas para los agricultores y para el país. Una buena cosecha puede traducirse en ingresos suficientes para sostener a las familias y reinvertir en la próxima temporada. Mejorar, ahorrar. Crecer. Venezuela llegará a su época de cosecha.