El Referéndum Revocatorio al mandato de un gobernante es la expresión fehaciente de nuestro nuevo modelo político democrático, iniciado en 1999 donde la representatividad da paso hacía la participación activa de los ciudadanos en la gestión gubernamental, pero a su vez, convierte al ciudadano en sujeto político activo que debe velar y controlar la gestión de los gobernantes. Por tanto, el RR es un mecanismo ampliamente democrático donde su interés y espíritu no es más que la evaluación de la gestión del gobierno. Y tal como lo planteó el Comandante Hugo Chávez, cuando un gobierno incumple su promesa debe ser el pueblo quien controle y evalué su accionar.
En este sentido, hay que señalar responsablemente que el planteamiento de origen del RR por parte de la MUD no es precisamente el apego a este espíritu constitucional y democrático. Su invocación parte de la misma estrategia política diseñada desde hace más de 17 años que significa, derrumbar y aniquilar el proceso político bolivariano. Sin más ni más. Y a partir de allí, aplicar la lógica de enterrar al vencido, borrar del mapa político al Chavismo, y volver a levantar el viejo y caduco modelo político de privilegios para las élites políticas y empresariales. Y si no lo creen, miremos las recientes experiencias en Argentina y Brasil.
La realidad también nos dice, que la Oposición venezolana, no ha tenido antes, ni lo hará ahora, un plan coherente que proponga a la sociedad venezolana un modelo social, político y económico alternativo al Gobierno (Plan de la Patria), y de allí la afirmación, que la MUD sólo se enfrasca en la derrota del Chavismo. Después de allí, todo será el caos, mayor confrontación y violencia. La MUD pretenderá, con sus divergencias internas y enormes contradicciones, aniquilar al proyecto de transformación iniciado en el año 1999, y para ello buscará en menos de dos años (antes de las elecciones presidenciales de 2018) lograr dicho objetivo y asegurarse el futuro gobierno 2019-2024.
Ahora bien, la realidad del país y las necesidad de la sociedad venezolana son otras, y ante este escenario, objetivamente un RR no resolverá los problemas que aquejan a los venezolanos, por el contrario, los exacerba y los complejiza.
Por tanto, la mirada, análisis y opiniones de expertos políticos, analistas comprometidos con una visión estratégica, con una orientación y sentido de responsabilidad, apuntan a que lo que debe suceder en Venezuela y parte de las propuestas están en que la clase política debe atender que debe existir un mayor interés en el aspecto económico y para ello, el dialogo y la concertación en puntos mínimos deben garantizar un pacto de gobernabilidad y apoyo político a medidas económicas que apunten a relanzar el aparato productivo y económico del país. Plantearse otros escenarios, específicamente los políticos-electorales, significará jugar a la candela y seguir generando las condiciones para entrar en un nivel de mayor confrontación. La crisis, debe entenderse, es económica, no política.
De esta forma, por ejemplo, Pepe Mujica señala con enorme sapiencia, experiencia y voz orientadora que "Venezuela tiene que hacer reformas económicas, en la moneda, en los precios (...) Necesitan un acuerdo político con la economía, ya que a esta no se le derrota con discursos, sino con trabajo". Y más adelante señala: “bajo las actuales condiciones económicas no hay salida en el diálogo, lo importante es comenzar a producir alimentos; atender los campos, la agricultura y, sobre todo, dar garantías al capital privado invierta en el país”. Y termina: “los modelos económicos tienen una gran importancia en el desarrollo de las políticas de un país, y que, sin importar quien gobierne, este problema persistirá como una herencia si no se solventa desde la raíz”.
Hinterlaces, en un reciente estudio de opinión nacional, desarrolla la tesis que efectivamente los venezolanos apuntan en una dirección contraria a lo que aspiran los políticos: La sociedad aspira a la resolución de los problemas económicos por encima de la diatriba e intereses políticos, y va más allá, señala que del proceso de diálogo iniciado debería la Oposición venezolana, presionar, lograr ajustes en las políticas gubernamentales, cambios en el Modelo, y cambios ministeriales y otros funcionarios, pero apoyar a su vez al Ejecutivo para resolver los problemas económicos del país.
Ahora la cuestión está en saber: ¿la élite política y la dirigencia partidista del gobierno y oposición están a la altura de los tiempos históricos y los verdaderos retos y necesidades de la sociedad venezolana?
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