Desarrollo del Capital no significa desarrollo del país

Ahora que si se desarrolla la fuerza de trabajo esta puede impulsar el desarrollo técnico de la producción y con ello desarrollar la riqueza del capitalista, pero, paradójicamente, tal desarrollo de la clase burguesa generalmente se traduce en miseria creciente para los asalariados.

Por ejemplo, los préstamos onerosos o usurarios de los entes financieros burgueses internacionales como el Fondo Monetario Internacional sólo comprometen el presupuesto del país prestatario, particularmente desde que J. Maynard Keynes vendió la conseja de los auxilios gubernamentales al empresario privado, bajo la falaz "demanda agregada" que al final de cuentas era demanda del Estado a través de un empresariado generalmente parasitario como lo hemos visto en Venezuela con créditos públicos y subvenciones[1] que, en realidad eran, han sido y son, más bien, "alquiler de dinero conocido como créditos usurarios" de dichos entes internacionales.

La Deuda Pública que se acumuló durante el gobierno lusinchista incluyó créditos ilegales municipales porque no los autorizaba la Constitución del año 1961.

En el caso de los años de Keynes entre la crisis del ’29 de EE.UU. y la Segunda Guerra Mundial, secuela de la Primera, se buscó un abierto intervencionismo estatal contrario al liberalismo tan defendida por la burguesía clásica y ortodoxa a fin de que a los impuestos se les diera un uso más favorable a la burguesía y menos a los creadores de toda riqueza impositiva como han sido los asalariados. De allí se ha derivado la fobia al "gasto público" estatal y una defensa a las inversiones públicas-subvenciones varias-vendidas como ayudas a los empresarios, lo que en Venezuela desembocó en el llamado rentismo parasitario petrolero que ha caracterizado al empresariado nacional tan recargado de burgueses exóticos a quienes inclusive se les ha condonado sus morosos créditos.

Por razones como esas, es incierto que si se desarrolla el capital, en condiciones burguesas, se desarrolle el país sede. Los interés del empresario burgués son de partida contrarios a los de los trabajadores y a los del mismo país.


[1] Hechura de parques industriales costeadas y sometidas a préstamos extranjeros para entregárselos a la clase burguesa sin que estos reintegraran un céntimo ni siquiera como impuestos municipales. Vencido el plazo de exoneraciones que les fue concedido en señal de estímulos al pequeño y mediano "industrial", esos falsos empresarios acusaron crisis económicas del país para que el Concejo correspondiente les prorrogara dichas exoneraciones. Tal ha sido el caso de algunas "fundaciones" industriales.



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Manuel C. Martínez


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