Réplica a Jesús Silva

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¿Acaso se puede vivir en paz tan siquiera 24 horas cuando nadie sabe a cuántos bolívares amanecerán los plátanos, el pan, el arroz, las carnes ​frescas y magras ​y ​las ​demás proteínas, el azúcar, el café, las medicinas, mercancías todas inasequibles, que ​además se agotan sin son ni ton?

La defensa de nuestro signo monetario ha sido una constante en nuestra crítica financiera al Ejecutivo del Presidente Chávez y no menos constante con la de su sucesor actual, el honorable Presidente Nicolás Maduro M.

​Es que el dólar debe ser hundido hasta las mismas ​profundidades a las que los mismos amantes de esa divisa lo han hecho con nuestra moneda. "Lo que es igual no es trampa", dice el arcano proverbio.

Por ahora, la inocultable y azarosa inestabilidad de nuestra economía no admite pañitos calientes para su oportuna y eficaz terapia, particularmente las del descontrol de precios del mercado, la anarquía oferta-demanda, la frente al escurridizo, elevado y creciente costo de la cesta básica que, por cierto, ha quedado reducida a unos escasos bienes imprescindibles-diríamos-para la vital cobertura del metabolismo basal ,sin temor de estar exagerando.

Sólo los más careros profesionales de libre ejercicio-personal medicoodontológico y artesanal han podido zanjar el abismo salarios-costo de vida que cada vez parece ensanchase más y más.

No cabe la menor duda de que el gobierno, por bienintencionado y laborioso que haya sido, sigue sin hallar ni aplicar ​oportuna y preventivamente ​las necesarias medidas, y se ha limitado a medio frenar transitoriamente esta amenaza de parálisis económica, ​de ​los saqueos masivos que racionalmente sobrevendrían y que son tan anhelados por la oposición extranjera y aupados ​descaradamente ​por los antinacionalistas comerciantes y fabricantes a quienes hasta ahora tanto ha beneficiado el gobierno chavista, principalmente el del Presidente Chávez que llenó todas las arcas de la burguesía con dólares devaluacion​istas a través de una Planificación "desplanificada", más bien orientada y hasta descabellada, como fue la de dar a ​los zamuros la custodia de la carne presupuestaria que siendo de todos los venezolanos fue entregada a los importadores de siempre sin tener ni poder ​para ​ejercer control alguno eficaz del destino de los dólares entregados y recibidos a manos llenas por quienes hoy, sin lugar dudas, siguen viniendo por todo, y lo seguirán haciendo hasta que, "se rompa la zaraza" o se acabe la pendejada del dialoguito por la paz burguesa. ¿Acaso se puede vivir en paz tan siquiera 24 horas cuando nadie sabe a cuántos bolívares amanecerán los plátanos, el pan, el arroz, el azúcar, el café, las medicinas, mercancías todas inasequibles, que también se agotan sin son ni ton?

Pareciera que los llamados bachaqueros o comerciantes al subdetal-quienes les compran a detallistas para revender libérrimamente con elevadas ganancias, sin pago de impuesto alguno, sin alquileres y –sin xenofobia alguna-​como ​extranjeros latinoamericanos son quienes dictan pautas de precios a Dolartoday, a los comerciantes debidamente establecidos, en lugar de ser estos quienes se limiten a ser el eslabón final de la intermediación comercial.

Las merecidas sanciones-no al comercio como tal, pero sí al comercio especulador y sin autorizaciones legales-no pueden seguir siendo los comisos eventuales-; debe haber un rastreo al inventario general y masivo que llegue hasta cada rincón comercial, hasta cada galón sospechoso de almacenamiento irregular; la ciudadanía los conoce y podría ser consultada en cada parroquia y sector o barrio de todo el territorio nacional.

Debe buscarse agujas en el pajar y hallárselas. Debe abandonarse las presentaciones previas de timoratas justificaciones constitucionales. Así como cuando los gobiernos puntofijistas disparaban primero y averiguaban después cuando sospechaban que alguien les podía serruchar la silla o de casos que la ponían en peligro asimismo, pues, en forma parecida, mutatis mutandis, el Estado debe actuar primero, sancionar primero a la primera sospecha y después averiguar la posible inocencia del sospechoso y hasta resarcirlo de cualquier agravio ​cometido preventivamente ​



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Manuel C. Martínez


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