De entrada, estamos cerquísimo de compartir que el sobreprecio usado "legalmente" por el comercio ya resulta anticientífico, descarado y bueno sólo para bobos (eufemismo de escuálidos).
Aparte de los costos de transporte no personales y de almacenamiento[1], así como de algunos salarios por concepto de asalariados[2] de tiendas o expendios comerciales en general, nada justifica vender con sobreprecio como ganancia del capital usado para ganar, que es como decir una apuesta extracomercial que autónomamente todo comerciante aplica a su clientela ya que eso de "trabajar"[3] para perder le resulta una pendejada, así de simple es su convicción de que el comercio tiene que darle ganancias, ganancias y más ganancias porque eso de perder no funciona ni rige para ningún revendedor, como tampoco rige eso de prorratear la tasa general de ganancia o ganancia media en caso de diferentes tiempos circulatorios o de rotaciones de capital.*
Bien, así las cosas, tenemos por ahora un comerciante que, pongamos por caso, ayer compró en 100 y hoy revende en 150, pero, mañana y por causa ajena a su voluntad compraría en 150 y él revendería en 225, en caso de un misma tasa de ganancia, pero con la descomunal rotación de aquellos 100 de unas 365 veces al año, lo cual elevaría descomunalmente su ganancia a final de año. De allí su encanto por estas subas de precios.
El argumento que tiene a la mano todo comerciante, y con visos de racionalidad-burguesa, por supuesto-es que si él no siguiera revendiendo con la misma tasa anterior entonces podría sufrir una inmediata descapitalización. Resulta que su reacción, muy a lo burgués, muy a lo capitalista, es que descansa en que omite que bajo ese crecimiento se sobreprecios en serie cada día su capitalización, por el contrario, sube aceleradamente.
Ciertamente de parte del gobierno nos luce que ha habido mucha blandenguería en nombre de una hipotética Paz que no se concretaría mientras cada día que pase suba y resuba el costo de la vida de los trabajadores, menos el de los profesionales peseteros, de los artesanos y técnicos en general, pero, sobre todo de los propios comerciantes que saben "Saltar sobre el pantano", es decir no perder ni un centavo de sus ganancias diarias, sino todo lo contrario ya que mientras más se le reduzca su clientela, más se afirman con los solventes que vayan sobreviviendo.
* Si en uno o muchos años seguidos gana varios millones, por ejemplo, y acusa ganancias bajas el año siguiente o el nuevo siguiente, entonces se acoge a al pago según lo que prevé el Seniat con gravámenes crecientes para las ganancias o viceversa, porque para los comerciantes-constitucionalmente-cada año es diferente al otro y la riqueza obtenida antes con la misma actividad comercial termina siendo intocable y a los clientes que por alguna razón hayan quedado desempleados, ese comerciante será incapaz de regalarle un pan. Así es este sistema sentimentalmente hablando.
[1] El colmo es que en las declaraciones de IS/R no nos extrañe para nada que muchos empresarios sobrecarguen sus costos por concepto de almacenamiento y conservación cuando se trate de acaparamientos autoinduicidos hay experiencia con la venta de licores añejados que mientras más guardados se hallen en las correspondientes bóvedas terminan sobreencarecidos por concepto de custodia, almacenaje y conservación , en lugar de ser anualmente rematados.
[2] Excluimos los gastos de vigilancia, asesorías varias y contabilidad, así como los alquileres y los mobiliarios lujosos porque sencillamente son servicios en favor del dueño de la empresa, pero no de la empresa como tal, razón por la cual son desembolsos que no deberían ser cargados al precio de venta, o, en todo caso, no cargables en los precios de venta ni como costes en las declaraciones de ingresos gravables por el Seniat.
[3] El comerciante afirma que su actividad es laboral y se empeña en no saber nada acerca de que la ganancia tiene una fuente que es la fábrica de mercancías cargadas de plusvalía, y no el comercio.