De los usureros internacionales.
El Comercio Exterior necesariamente debe ser beneficioso para las partes, en el sentido de que quienes exportan lo hacen para importar, y viceversa.
Cuando impera el patrón oro, las operaciones de compraventa son todas de equivalencias entre los precios de los valores de uso (los precios de las mercancías importadas) y oro (moneda de compra y pagos).
Cuando, por el contrario, prima la moneda fiduciaria, habrá partes con monedas necesariamente afectadas de devaluaciones. Esto convierte a la divisa patrón (el dólar, en estos casos imperialistas) en beneficiaria unilateral en cada transacción.
Pero, además, el país importador de materias primas y petróleo, como exportador de dólares, dólares lanzados al mercado del exterior, lo hace para que desde éste le retornen aquellos dólares en pago de las mercancías terminadas o semiterminadas que ese exportador de dólares necesita para su propia economía.
Es que aquel importador de materias primas y afines, además de privarnos de nuestros posibles progresos desarrollistas industriales, al mismo tiempo y en franca paradoja comercial el importador necesita que su proveedor de aquellas importaciones les devuelva o retorne las divisas que aquél exporta.
De resultas, de poco serviría la destrucción de nuestro país por parte de EE.UU. ya que, al contrario del mercado exterior del Medio Oriente, nosotros les hemos retornado cada dólar del petróleo y de otras exportaciones de nuestros recursos porque para otra cosa no las hemos usada todavía, además del pago de intereses leoninos que sufrimos con los créditos del FMI y de otros usureros internacionales[1].
[1] Recordemos que cuando el país ha arrojaba insuficiencia de dólares (Reservas Internacionales) simplemente nos refinanciaban e insolventaban paradójicamente, razón por la cual queda explicada la política de minimización de usos burocráticos para el Presupuesto Nacional.
