Si algo le faltaba al gobierno para terminar de hacer el ridículo y sepultar su alicaída credibilidad ante la opinión pública era decir a los venezolanos que tendremos que comer "conejo" en el contexto de lo que supongo será la "revolución alimentaria", similar a las fallidas cochineras urbanas, o los frustrados gallineros verticales.
La verdad es que si algo aprendió Freddy Bernal tanto en su paso por la extinta policía metropolitana, así como en sus funciones de alcalde, (super)ministro, parlamentario y cualquier prebenda burocrática, ha sido la de mentir de manera permanente. Pero una cosa es mentir y que te quede el beneficio de la duda, y otra es que tus palabras te delaten, ipso facto, como un individuo que además de quedar sin argumentos, termine por recurrir a la fantasía. En otras palabras, cuando Bernal dice: "Hay un problema cultural, porque nos han enseñado que el conejo es una mascota bien bonita" y luego cerrar con una apología al barbarismo político a partir del hambre de la gente, al señalar: "Hay que hacer una campaña" para que "el pueblo entienda que el conejo no es una mascota, sino 2 kilos y medio de carne", no queda más que decir que si algo le sobra a los funcionarios maduristas es el oxigonio de la ignominia, la ignorancia y la vacuidad.
Son infelices las palabras de Freddy Bernal. Y no porque el conejo como lo señala, no sea un animal comestible (de hecho, en el medio de la sobrevivencia, todos los animales puede ser comestibles, desde las más venenosas culebras, hasta los más asquerosos insectos), sino porque las afirmaciones del panegírico madurista se asemejan o intentan escribir un palimpsesto, sólo que en este caso, cuando el polifacético "funcionario" asume que en nuestra cultura vemos al conejo como una "mascota", pero además es muy bonita, olvida que el nombre de "El Conejo", también ha estado asociado con peligrosos delincuentes y pranes, de esos que el propio Bernal ha conocido y conoce muy bien, y si no es así, puede preguntarle a Iris Varela que sobre el particular tiene unos cuantos referentes siendo acompañante de excepción.
Es una desgracia que Bernal pretenda con su metamensaje intentar describir que somos unos primitivistas, porque no vemos al conejo como "dos kilos y medio de carne". O sea, supongo que si mañana me acompaña el hambre, y nada tengo que comer, pues, si veo un gato, o un perro, también debo olvidar que pueden ser "mascotas bien bonitas" y por supuesto, si los prometidos "conejos" con su carne no llegan, pues a falta de ellos, malo no sería digerir a quien debería ser el "mejor amigo del hombre", como lamentable hemos visto dramáticas imágenes, o quien quita, que esa nefasta historia de hace muchos años, cuando una muchacha muy joven asesinó al vendedor de su gato, porque no le devolvió los Bs. 20 mil que ésta le había robado a su padre para comprarlo, ahora resulta que ante lo costoso de la carne de res o pollo, terminemos comiendo gatos, porque simplemente los salarios de los venezolanos no dan para más.
Es probable que en los próximos días, Bernal y los zascandiles maduristas terminen firmando un convenio con China para explicarnos las bondades de comer carne de conejo, perro o gato; es decir, convencernos de las bondades de la "nueva cultura alimenticia", y entonces, firmado semejante acuerdo, Bernal habrá logrado construir, por lo menos en papel, lo último que le faltaba a este gobierno, desechar nuestras raíces culturales como si estas fueran papel higiénico, pero de aquella edición de lujo que hace tiempo dejamos de ver en los anaqueles, para ahora conformarnos con lo que encontremos; verbigracia, agarrando, o mejor dicho, comiendo aunque sea fallo.
Bernal actúa como el "Rey Zamuro", aquel típico personaje del libro "El prójimo y otros cuentos" de Arturo Uslar Pietri, sólo que no sabemos si ese rey en su doble personalidad, es el propio representante madurista o el pueblo.
¿Y por qué lo decimos? Porque sus acciones se resumen en el extracto que mejor autodescribe al Rey Zamuro: "El desasosiego de todas las aventuras que había pasado venía a concentrarse y a rematar en aquella situación en que me encontraba. Había andado por los montes merodeando con partidas armadas, había combatido, había tenido que huir (…) En algunos días de pelea me había torturado la idea de que iban a matar y, en otros, en cambio, me había sentido lleno de confianza y como predestinado a un risueño porvenir de jefe poderoso. Sería un general, el gobernador de una región, el dueño de grandes propiedades con café, con caña, con ganado. Pero ahora estaba allí miserable y abandonado, casi reducido a mendigar, tan pobre y tan maltrecho que si los míos me vieran no me podrían reconocer."
El problema está en que guardando y haciendo las salvedades respectivas, podríamos interpelar a Bernal, dejando constancia que sobre las cualidades de "combatiente" las tiene de sobra, pero en cuál escenario se encuentra cuando nos ofrece "conejos" a los venezolanos ¿Se siente el jefe poderoso? O en su defecto, ¿Considera que el pueblo ejerce como Rey Zamuro en condiciones miserables?
En síntesis, la misión "conejo", servirá para que Bernal como Rey Zamuro pueda invocar a Bugs Bunny con su característica pregunta: ¿Qué hay de nuevo viejo? Para entonces, nosotros como pueblo responder: de "nuevo" te estamos conociendo como representante oficial de "Los Conejos", que según usted, son únicos para los venezolanos. De "viejo" seguimos teniendo el hambre, la miseria, la inmoralidad, la corrupción y la bazofiación de un gobierno. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.